por Mario Luis Fuentes
Según las estadísticas de mortalidad del INEGI, en la década 2001-2010 se registra un promedio de más de 540 mil muertes anuales en nuestro país. De éstas, alrededor de 9,800 son generadas por malformaciones congénitas en menores de 1 año; poco más de 2,500 son provocadas por la tuberculosis; en 4,500 casos se desconoce la causa o se encuentra mal definida; en 10 mil casos se trata de síntomas y hallazgos anormales clínicos y de laboratorio; más de 3,700 casos son provocados por septicemia; mientras que anualmente hay más de 800 muertes causadas por parásitos.
De acuerdo con los datos del INEGI, en el año 2010 hubo poco más de 592 mil defunciones registradas en todo el país. El 60% de éstas se presentaron en personas mayores de 60 años, mientras que un 25% más se concentraron en el grupo de población que tenía, al momento de fallecer, entre 30 y 59 años de edad.
Lo anterior significa que alrededor de 503 mil decesos se concentran entre la población mayor de 30 años, mientras que alrededor de 90 mil decesos ocurren entre personas menores de 29 años de edad.
En México hay una “sobremortalidad masculina” bastante marcada, sobre todo en edades jóvenes, a causa de los accidentes y los homicidios; y en las edades adultas, igualmente debido a los accidentes y padecimientos como la diabetes, las cardiopatías y las nefropatologías.
Así, en promedio, anualmente fallecen 132 hombres por cada 100 mujeres; proporción que es de hasta 300 fallecimientos de hombres, por cada 10 mujeres, en el rango de edad de 20 a 34 años, por las ya señaladas causas accidentales y violentas.
Según las estadísticas oficiales, la diabetes mellitus, las isquemias del corazón, las enfermedades del hígado y en general las metabólicas y nutricionales, así como los padecimientos del sistema circulatorio, concentran casi el 40% del total de las defunciones que se presentan anualmente en México.
¿Qué pasa, sin embargo, con las otras causas? ¿De qué morimos las y los mexicanos? Desde esta perspectiva, sin duda resulta interesante saber cómo se comporta la mortalidad generada por enfermedades y padecimientos poco comunes pero que, en el agregado, representan miles de decesos, muchos de ellos completamente prevenibles.
La tuberculosis
De acuerdo con las estadísticas sobre mortalidad del INEGI, en nuestro país fallecen más de 35 mil personas al año por causas que debieron haberse erradicado desde hace muchos años, o que son producto de la escasa prevención, de la falta de atención oportuna e incluso, algunas de ellas, por desconocimiento del tratamiento que debe aplicarse a las y los pacientes.
Según los datos de la Organización Mundial de la Salud, la tuberculosis es la segunda enfermedad infecciosa más extendida en el mundo, sólo después del VIH-Sida. Este padecimiento, asociado generalmente a la pobreza, la carencia de servicios sociales –fundamentalmente agua potable y saneamiento-, produjo en nuestro país, en la década que va del 2001 al 2010, un promedio de 2,555 decesos al año, es decir, un promedio de 7 decesos diarios por este padecimiento.
Al respecto debe decirse que aun cuando en el año 2003 se registró un descenso importante respecto de la tendencia que se venía observando en los últimos 20 años, a partir de la fecha señalada hay un estancamiento que no muestra diferencias significativas, en números absolutos, hasta el 2010. En total, en la década pasada, fallecieron 25,549 personas por este padecimiento.
Septicemia
De acuerdo con la Lista de Enfermedades CIE10, hay al menos 11 tipos de septicemia identificadas, las cuales han generado, a lo largo de la década de 2001 al 2010, un total de 888 decesos, es decir, un promedio de 88 casos anuales o bien 7 defunciones al mes.
Sin embargo, hay otros tipos de septicemia no identificados, los cuales han provocado, en el periodo señalado, un promedio anual de 3,739 fallecimientos por esta causa. Esta cifra implica un promedio diario de al menos 10 decesos de personas que mueren por la invasión de bacterias infecciosas sumamente agresivas.
De acuerdo con la literatura médica, la septicemia tiene un muy alto porcentaje de letalidad pues se estima que el 50% de quienes la contraen llegan a fallecer, sobre todo por la falta de un diagnóstico adecuado pues sus síntomas son confundidos generalmente con los de otros procesos infecciosos.
Hongos mortales
La Micosis es una causa de enfermedad y muerte provocada por la presencia infecciosa de hongos. A pesar de que la mayoría de las micosis son superficiales o subcutáneas, hay casos en los que llegan a ser padecimientos sistémicos y dañar tejidos vitales.
De acuerdo con las estadísticas de mortalidad del INEGI, en México han fallecido, en la década señalada, un total de 1,892 personas, es decir, un promedio de 189 casos anuales o bien, una muerte por micosis cada dos días, mismas que, como puede verse claramente, constituyen decesos altamente prevenibles.
Gusanos asesinos
Hay tres tipos de padecimientos que, según la literatura médica, están íntimamente relacionados y que provocan una muy alta cantidad de fallecimientos cada año en nuestro país. Se trata de las enfermedades debidas a protozoarios; las Helmintiasis; así como las secuelas de enfermedades infecciosas y parasitarias.
Estos tres tipos de enfermedades ha provocado, en los 10 años que van del 2001 al 2010, un total de 7,149 decesos, o bien, un promedio anual de 714 casos, lo que implica más de dos muertes diarias debido a la presencia en el cuerpo de gusanos o especies parasitarias como las amibas y las solitarias. De los tres padecimientos señalados, únicamente la helmintiasis presenta una tendencia a la baja en los últimos 10 años.
A flor de piel
Los padecimientos de la piel son más comunes de lo que se creería, y sus consecuencias suelen ser fatales si no reciben un tratamiento adecuado. De hecho, este tipo de enfermedades (las cuales no incluyen al cáncer) deberían constituir un foco rojo para el sistema de salud, pues en la década de 2001 al 2010 se duplicó el número de muertes provocadas por las enfermedades de la piel.
En efecto, según las estadísticas de mortalidad del INEGI, mientras que en el 2001 se registraron 894 fallecimientos por la causa señalada, en el 2010 la cifra ascendió a 1,693 casos. En total, en la década pasada perdieron la vida 11,926 personas, es decir, un promedio de 1,192 casos anuales o bien poco más de tres casos al día.
Muertes demasiado tempranas
Según los datos del INEGI, hay una enorme cantidad de muertes provocadas por malformaciones congénitas. Las más comunes son las del sistema respiratorio, el sistema circulatorio y el sistema nervioso. En su conjunto, los 9 tipos de malformaciones consideradas en las estadísticas de mortalidad, provocaron un total de 98,230 decesos de niñas y niños en la década que va del 2001 al 2010.
Lo más sorprendente de este tipo de fallecimientos es que a pesar de los diferentes esquemas y técnicas de tamizaje que existen, no se ha logrado reducir las tendencias de mortalidad provocadas por los defectos y deficiencias funcionales al nacimiento.
En promedio, este tipo de defunciones provoca 27 muertes diarias, o lo que es lo mismo, un fallecimiento cada hora debido a males o defectos contraídos incluso antes de nacer.
Muertes desconocidas y “anormales”
Los datos oficiales muestran que cada año hay más de 10 mil fallecimientos por causas por “Síntomas, signos y hallazgos anormales clínicos y de laboratorio”. En efecto, entre 2001 y 2010 hubo 103,060 fallecimientos por estas causas, lo que implica un promedio de 10 mil casos anuales.
Asimismo, hay una enorme cantidad de fallecimientos cuya causa no se conoce debido a un inadecuado registro al momento de fallecer; de éstas el INEGI contabiliza poco más de 45 mil casos entre 2001 y 2010, lo que implica un promedio similar a las muertes anuales registradas por cáncer de cérvix.
*Columna publicada bajo el mismo nombre en el periódico Excélsior, 30-Octubre-2012, p.20
METODOLOGÍA |
La selección de los indicadores para elaborar esta investigación se apegó a los siguientes criterios: 1) provienen de fuentes oficiales o de organismos internacionales; 2) son datos con representatividad nacional; 3) son datos con rastreabilidad, con la misma metodología durante los últimos diez años.
(*) Este texto se elaboró con material del Centro de Estudios e Investigación en Desarrollo y Asistencia Social
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