Las enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT) tales como diabetes, cáncer, padecimientos cardiovasculares, neurodegenerativos, artritis e insuficiencia renal crónica, entre otras, son enfermedades complejas y difíciles tanto para su diagnóstico, como para entender su fisiopatología; a menudo son difíciles de controlar, tienden a presentarse en personas con mayor edad y su frecuencia se ha elevado precisamente como consecuencia de una mayor expectativa de vida
Esta enfermedad es un problema de relevancia nacional que requiere atención al más alto nivel de liderazgo, y de un esfuerzo integral de gobierno a través de políticas públicas intersectoriales y efectivas para disminuir la brecha social en los determinantes de esta enfermedad. Dentro del sistema de salud se requiere de una estrategia que priorice acciones coordinadas en todos sus componentes y que dé cuenta de los avances a través de un seguimiento continuo.
La diabetes tiene su origen en causas múltiples, fuertemente integradas en una red de alta complejidad en la que interactúan factores biológicos, sociales, culturales, políticos y económicos.En México los principales factores asociados a la diabetes están relacionados con entornos y condiciones que conducen a estilos de vida poco saludables y que tienen como desenlaces la baja actividad física y el consumo frecuente de alimentos y bebidas que aportan muchas calorías y pocos nutrientes por porción. Estos hábitos se traducen en un mayor riesgo de desarrollar sobrepeso y obesidad, condiciones que aumentan considerablemente la probabilidad de padecer diabetes.
En el país, el número de personas que viven con diabetes se ha incrementado sustancialmente en las últimas décadas: en 1993 el porcentaje de personas mayores de 20 años que reportaban vivir con diabetes era de 4%; para 2012 alcanzó un porcentaje de 9.17%I.
En el sector público la atención de las personas con diabetes mellitus genera al año cerca de 22 millones de consultas en el primer nivel y cerca de 130 mil hospitalizaciones, de las cuales hasta 70% podrían ser prevenibles si se lograra una atención de mejor calidad desde la atención primariaII.
La diabetes ocupa el primer lugar como causa de años de vida saludable perdidos en el paísIII; en 2013, 89 mil personas fallecieron prematuramente por esta enfermedad a la edad promedio de 66.7 años, y para ese mismo año, la carga económica de la diabetes se estimó en 362 mil millones de pesos, equivalentes a 2.25% del PIB de dicho periodoIV.
En respuesta a este reto, durante los últimos 15 años el sector salud ha puesto en marcha programas de alcance estatal y federal. En el IMSS se desarrolló el programa DiabetIMSS; en el ISSSTE, el programa Manejo Integral de Diabetes por Etapas; y en la presente administración, la Estrategia Nacional para la Prevención y el Control del Sobrepeso, la Obesidad y la DiabetesV. Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, los resultados en el nivel país continúan siendo subóptimos.
Se han implementado exitosamente políticas fiscales innovadoras con buenos resultados, que ayudaron a la disminución en el consumo de bebidas azucaradas y alimentos de pobre contenido nutricional a escala poblacional y lograron una recaudación fiscal considerable; no obstante, estas medidas no se han acompañado del fortalecimiento de las acciones de promoción de la salud y prevención necesarias para lograr un cambio amplio y sostenido en la calidad de la alimentación nacional, ni han fortalecido a otras acciones, también muy necesarias, de prevención focalizada hacia la población con prediabetes.
Según datos del Observatorio Mexicano de Enfermedades No Transmisibles, que vigila la calidad de la atención en los centros de atención primaria de los sistemas estatales de saludVI, de 1,017,076 pacientes registrados en el sistema, únicamente se tendría evidencia de un control óptimo de la enfermedad en 11.2%.
Estudios que reconstruyen los procedimientos realizados durante la consulta médica y comparan lo reportado por el paciente con lo establecido en las guías de práctica clínica han detectado brechas importantes en la calidad de la atención. Destacan, por ejemplo, el bajo cumplimiento en la periodicidad del control analítico de la glucosa en sangre y en los indicadores de buenas prácticas tendientes a la prevención de complicaciones de la diabetes. Igualmente, se reporta una muy escasa participación en las intervenciones que buscan empoderar a las personas que viven con diabetes para que logren un mejor control de su enfermedad.
De acuerdo con la evidencia internacional, la diabetes es prevenible en el nivel poblacional si se implementan políticas públicas intersectoriales con una visión de salud en todas las políticas. Con este enfoque de trabajo colaborativo se logran sinergias transversales que mantienen objetivos comunes en los diferentes sectores de gobierno.
Así, por ejemplo, es posible generar acciones de gobierno para el diseño adecuado, la remodelación y el uso de espacios interiores y exteriores donde se promueva que la actividad física sea un desenlace deseable y fácil de adoptar para toda la población. Igualmente es necesario un enfoque intersectorial que tenga como objetivo común que la población pueda tener una alimentación saludable, independientemente de la edad o condición social.
Esta meta se puede alcanzar mediante la implementación de políticas fiscales que incentiven mejores decisiones alimentarias, así como políticas agroindustriales que contribuyan a aumentar la oferta de alimentos saludables accesibles económica y geográficamente y que tiendan a la disminución de la inseguridad alimentaria en la que viven millones de mexicanos, lo cual se puede fortalecer mediante la regulación efectiva del mercado y la promoción de contenidos educativos que favorezcan la elección informada de alimentos y una cultura nutricional saludable a lo largo de la vida.
Al interior del sistema de salud, la política pública para contender con el reto que representa la diabetes debe ser integral; se requieren acciones simultáneas en todos los componentes del sistema.
La respuesta nacional debe cimentarse en:
En México la diabetes ha alcanzado proporciones epidémicas y se ha convertido en un reto de relevancia nacional que nos convoca a considerar con seriedad el compromiso de hacerle frente con acciones de corto, mediano y largo plazo.
Se requiere la articulación de sinergias que se traduzcan en acciones efectivas, especialmente para reducir la morbilidad asociada a la enfermedad y su control inadecuado y la notable incidencia e incremento de este padecimiento a nivel poblacional. De lo contrario, la progresión del problema asociado a la diabetes seguirá amenazando la viabilidad misma del sistema de salud.
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