por Enrique Graue Wiechers / Arturo Ruiz Ruisánchez
Actualmente, y a pesar del cambio vertiginoso que nuestra sociedad ha experimentado en su capacidad de comunicación y acceso a la información, seguimos siendo testigos de un crecimiento en enfermedades que podrían prevenirse. Uno de los más impactantes y graves ejemplos es la diabetes.
La diabetes es una enfermedad crónica caracterizada por un incremento de los niveles de azúcar en la sangre debido a trastornos en la secreción o en el funcionamiento de la insulina, hormona involucrada en el metabolismo de la glucosa dentro del organismo humano.
El aumento de la glucosa en la sangre y sus subproductos metabólicos lesionan gradualmente el interior de los capilares sanguíneos, alterando su funcionamiento, lo que conlleva a lesiones permanentes de la microcirculación en distintos órganos y sistemas de nuestro organismo, lo cual altera particularmente el funcionamiento de los riñones hasta el grado de la insuficiencia renal, a la circulación en la retina, lo que puede conducir a la ceguera, a los nervios y a la circulación en miembros inferiores, provocando amputaciones en los casos avanzados.
La diabetes es una enfermedad silenciosa. Al principio no produce dolor, lo que complica que el afectado acuda a un médico y siga un tratamiento. Cuando la diabetes decide manifestarse lo hace a través de severas complicaciones en algún órgano o sistemas del cuerpo humano, lo que impacta considerablemente en la calidad y esperanza de vida, la cual disminuye en un promedio estimado de 10 años2, 5.
En 2010, Rodríguez y colaboradores publicaron un estudio realizado a una muestra de 497 pacientes con diabetes mellitus atendidos en el IMSS. Del total de la muestra, compuesta en un 60% por mujeres, más del 50% presentó complicaciones inherentes a la diabetes, principalmente renales y oftalmológicas, y el 15% presentó hipertensión arterial2.
Datos epidemiológicos
La diabetes mellitus es una de las enfermedades de mayor prevalencia y mortandad en el mundo. De 1980 a 2014 el total de enfermos ascendió de 108 a 422 millones, incremento que se ha dado con mayor rapidez en países de ingreso bajo y mediano1,7.
En el caso México, de acuerdo a la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición Medio Camino 2016, la prevalencia en adultos es del 9.4%, lo que contribuye de manera sustancial a la mortalidad prematura. Además, la diabetes ocupa el primer lugar en las causas de mortalidad, con especial impacto en el grupo de 60 a 69 años y en las mujeres2, 5, 8.
El estudio “CARMELA”, publicado en 2011, tuvo como objetivo analizar la prevalencia de factores de riesgo cardiovascular en siete ciudades latinoamericanas. Los resultados de la Ciudad de México revelaron una prevalencia de 9.7% en mujeres y 8% en hombres, con una mortalidad de 73.6% en mujeres y 63.4% en hombres por cada 100 mil habitantes. Lo más grave es que el 26% de los afectados ignoraban el diagnóstico, lo que favorece, evidentemente, al avance de la enfermedad4.
El incremento en el número de diabéticos se debe a diversos factores. Por un lado se encuentran el aumento en la incidencia, es decir, el simple surgimiento de casos nuevos, y el envejecimiento general de la población. Por otro lado, la urbanización impacta de manera particularmente negativa el estilo de vida, propiciando factores determinantes como el sedentarismo y la mala alimentación2.
El panorama a futuro para la diabetes es desalentador. Se estima que para 2030 habrá un total de 438.7 millones de diabéticos en el mundo. En México, en 2010, había 6.8 millones de diabéticos y se estima una cifra de 11.9 millones para 20301. Lo que convierte a nuestro país una de las 10 naciones con mayor incidencia de diabetes en el mundo; en 2011 estábamos en el noveno lugar y en 2013 pasamos al sexto2, 3, 5.
Impacto económico
El costo anual directo de la diabetes a nivel mundial se calcula en 827 mil millones de dólares7. Para los sistemas de salud, los pacientes diabéticos representan un mayor número de consultas médicas, mayor uso de medicamentos, de servicios de diagnóstico, y mayor demanda en los servicios de urgencias y hospitalización. En una muestra del IMSS, se encontró que los pacientes necesitaron un promedio anual de seis consultas generales y dos ingresos a urgencias2.
En cuanto a las complicaciones, el mayor impacto económico se da en el manejo de la nefropatía diabética, que en muchos casos no es exitoso por la falta de continuidad en su instrumentación.
En el año 2000, la atención a la diabetes en México costó 2,600 millones de dólares, lo que equivale a un 15.5% del gasto en salud, o un 0.8% del PIB2, 3, 5, y se estima que para el año 2030 el costo derivado de esta enfermedad en nuestro país alcanzará los 14,700 millones de dólares. Sin embargo, el gasto en cada rama del sector de salud no es necesariamente correspondiente a la demanda que se presenta.
Al comparar los costos de atención por tipo de institución, se puede apreciar que el menor gasto viene de los servicios para no asegurados, le siguen los servicios para asegurados en el sector público y, finalmente, los servicios privados, que presentan los gastos más altos. Esto contrasta con el porcentaje de población con diabetes que se atiende en cada institución: los no asegurados representan 42%, los asegurados 48% y los privados 10%1, 2, 3. La amplia brecha entre los gastos públicos y privados, en contraste con el volumen de pacientes en cada tipo de institución, resalta la falta de recursos en el sector público.
Considerando los costos directos, 51% del gasto total viene del bolsillo de los pacientes. En cuanto a los costos indirectos, estos representan 43% del total y una carga de 93% corresponde a la discapacidad permanente3.
Reflexiones finales
Es evidente la apremiante necesidad de una perspectiva social de la enfermedad para la creación de estrategias efectivas dirigidas a la prevención y adaptables a las necesidades y códigos culturales del paciente y su familia, ya que el comportamiento variable de los enfermos resulta de múltiples factores socioeconómicos, culturales, ambientales y personales.
México ha venido trabajando en este problema a través de distintos acuerdos, campañas, estrategias y consejos, sin embargo, hace falta investigación más exhaustiva y profunda para encontrar soluciones efectivas.
La buena noticia es que la diabetes mellitus es una enfermedad que se puede prevenir si se tiene un estilo de vida que incluya una dieta saludable y actividad física frecuente5,7. Esto lograría una reducción significativa en la prevalencia, no solamente de la diabetes, sino también de otras enfermedades crónico-degenerativas de impacto similar como las cardiopatías, el cáncer y el enfisema pulmonar7.
La clave será encontrar el método más eficaz para difundir la información necesaria e incentivar a la población a realizar los cambios necesarios a su estilo de vida. Es fundamental, por lo tanto, conseguir un impacto en los pacientes desde la infancia, que se extienda a los ámbitos familiar y escolar de manera amplia, permanente y contundente.
Las estrategias de prevención deben incluir políticas fiscales, legislativas y sociales, así como programas de información y concientización que involucren a la población en su desarrollo e implementación. La colaboración entre el gobierno, empresas privadas, instituciones de salud y educativas, tanto públicas como privadas, será fundamental para conseguir el México sano al que todos aspiramos7.
La complejidad del problema demanda el acuerdo entre todos los sectores de la sociedad.
La diabetes mellitus es un problema global con un impacto catastrófico tanto en la salud como en la economía. Todo esfuerzo realizado en favor de su prevención tendrá múltiples y enormes efectos positivos, no solo para el paciente, sino para las familias y la población en general.
Enrique Graue Wiechers es Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, Cirujano Oftalmólogo y profesor de la Facultad de Medicina de la UNAM
Arturo Ruiz Ruisánchez es Profesor de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la UNAM
BIBLIOGRAFÍA
1. Shaw JE, et.al. Global estimates of the prevalence of diabetes for 2010 and 2030. Diabetes research and clinical practice. 2010; 87:4-14.
2. Rodríguez-Bolaños, et.al. Costos directos de la atención médica en pacientes con diabetes mellitus tipo 2 en México: análisis de microcosteo. Rev Panam Salud Pública. 2010; 28(6):412-420
3. Arredondo A, De Icaza E. Costos de la diabetes en América Latina: evidencias del caso mexicano. Value in Health 2011; 14:S85-S88.
4. Escobedo de la Peña J, et. al. Diabetes en México. Estudio CARMELA. Cirugía y Cirujanos. 2011;79(5):424-431.
5. Hernández-Ávila M, et. al. Diabetes mellitus en México. El estado de la epidemia. Salud Pública de México. 2013:55, suplemento 2:S129-S136.
6. López-Ramón C, Ávalos-García MI. Diabetes mellitus hacia una perspectiva social. Revista Cubana de Salud Pública. 2013; 39(2) 331-345.
7. OMS. Global Report on Diabetes. 2016.
- Encuesta Nacional de Salud y Nutrición Medio Camino 2016. Instituto Nacional de Salud Pública. Octubre 2016.
OMS. Global Report on Diabetes. 2016.