La mayoría de los diputados mexicanos son más ridículos que tu tío el chavo rruco cuando perrea o cuando quiere grabar un TikTok. Dan más pena ajena que la que el copetudo le daba a la Gaviota.
Escribe Fernando Székely Aburto
Y todo eso se vio muy claro en su comportamiento del domingo pasado cuando votaron en el asunto de la reforma eléctrica e hicieron que la Cámara de Diputados pareciera el Penal del Altiplano.
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Hace unos días los diputados de la falsa oposición, lo mismo que los que son adictos al bebé viejito, votaron a favor o en contra de la reforma eléctrica que impulsó el AMLO.
La reforma, como la mitad de las cosas que dice López sobre Benito Juárez, no pasó.
Y la forma en la que se dio esa votación y los debates que pasaron antes deja en claro que México vive en el infierno de la política, tan lejos de Dios y tan cerca de Sergio Gutiérrez Luna Y Gabriel Quadri.
Los de Morena primero usaron a cientos de acarreados para bloquear la cámara de diputados y asegurarse de que la dizque oposición no llegara a tiempo a votar. Los del PRI-PAN-PRD se les adelantaron y durmieron la noche antes en la cámara, acurrucaditos en sleeping bags en sus oficinas para que nadie pudiera impedirles el paso.
Fue como un campamento de niños de primaria… de una escuela en donde los alumnos roban, pierden el tiempo, proponen cosas bobas y hacen acuerdos en lo oscurito.
Ya en el pleno, al siguiente día, los niños diputados homenajearon a Rosario Ibarra de Piedra, activista que, entre otras cosas, se manifestó siempre contra la violencia que vive México.
Minutos después de ese homenaje empezaron las discusiones y los legisladores se pasaron de lo violentos, insultándose y, en general, rebajando el debate político a niveles lamentables.
Como si estuvieran en la barra del América, sacaron pancartas, se amontonaron, echaron porras, usaron apoyos visuales. Los de Morena enseñaron un ataúd que traía el logo del PAN, del PRD y del PRI. Un diputado morenista pasó la sesión entera disfrazado de trabajador de la CFE.
Se pelearon en discusiones faltas de ideas y faltas de ganas de ayudar a la población mexicana.
Un ejemplo. Cierta diputada panista llamó ladrones a los de Morena. Los del partido del presidente le dijeron que no anduviera hablando, porque ella una vez atropelló a alguien cuando manejaba en estado de ebriedad. Otro diputado panista reviró que los de Morena son ‘cobardes’.
Uta, ¿no que iban a hablar de la reforma esa? ¿No que la ciudadanía los había empoderado para que decidieran lo que es mejor para la ciudadanía?
Unos a otros se gritaron ‘traidores’, ‘chillones’, ‘vende patrias’. Como siempre, sobraron los insultos y las descalificaciones y faltaron los argumentos razonados, las ideas reales.
Y para acabarla de amolar, cuando se hicieron las votaciones, básicamente (un 99%) todos los diputados votaron a favor de lo que quería su partido.
Solo dos legisladores de Morena y amigos se manifestaron en contra de la reforma. Del bloque ‘opositor’ solo hubo un rebelde.
Y 495 diputados hicieron exactamente lo que los poderes políticos les dijeron que hicieran.
Es, en el fondo, otra manifestación de la crisis de representación que vive nuestro país. Los diputados, que tienen una meta principal muy sencilla (representar, defender, cuidar a las poblaciones específicas que los escogieron), trabajan primero para sus partidos y luego para ellos mismos.
Aquí no existe la representación popular. En general, el diputado del distrito X no es un representante de la gente. Es primero un peón de su partido, después un vividor usando la política para sobrevivir y ya al final (la mayoría, no todos) es también un gánster.
A estos vatos se les paga 75 mil pesos al mes (98% de México no gana ni la mitad de eso) para arguendear, pelearse, posicionarse y buscar sobrevivir… digo, esa chamba la podría hacer un simio.
La reforma eléctrica de AMLO fracasó. Tuvo 277 votos a favor y 223 en contra, pero necesitaba la mayoría calificada de 332 votos.
Un vato del PRI, días antes de la votación, dijo que iba a apoyar la propuesta de Morena. Casi que me crucificaron al pobre chavo, hijo, qué fuerte. Los del PRI lo insultaron y criticaron gacho en redes.
Se trata de Carlos Aysa Damas, hijo de Carlos Miguel Aysa González, exgobernador de Campeche a quien el bebé viejito acaba de volver embajador.
Dos diputados del Verde votaron en contra, y uno de ellos ya está metido en MC. A la otra la corrieron del tucán.
La iniciativa de AMLO buscaba darle un revés a la reforma que pasó EPN en 2013, que básicamente liberó el mercado energético para que pudieran entrarle empresas privadas.
El plan maquiavélico era darle una mayoría del mercado eléctrico a la CFE.
Pero (me gusta repetir chistes), como el Niño Verde cuando lo para un alcoholímetro… nada más no pasó.
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