Escrito por 12:00 am 2017, Desigualdades, MS en Excélsior

Discriminación, otro gran reto

por Mario Luis Fuentes

    De acuerdo con el INEGI, si se suma la proporción de personas que se autoadscriben a alguno de los pueblos indígenas con aquellas que se asumen parcial o totalmente como afrodescendientes, el indicador se ubica en 23.1% de la población nacional, es decir, 27.6 millones de personas que viven, en su mayoría, en las entidades más pobres y más desiguales del país.


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Hoy se conmemora el Día Internacional contra la Discriminación Racial. Esta fecha tiene como propósito continuar fortaleciendo las acciones, tanto públicas como privadas, para eliminar una de las peores patologías sociales que se han generado en la historia de la humanidad: asumir que hay distintas razas y que unas poseen cualidades superiores a otras.

Desde una perspectiva científica, la existencia de distintas razas es un equívoco. Se ha acreditado que todos los seres humanos provenimos de una sola especie que sobrevivió hace alrededor de 75 mil años a un masivo proceso de extinción. Es decir, todos los seres humanos, independientemente de nuestros rasgos fisiológicos, descendemos de una rama común, que en su peor momento evolutivo fue reducida a unos 10 mil individuos.

En consecuencia, la discriminación, y particularmente la discriminación racial, es científicamente un error y, sobre todo, una cuestión ética no sólo absurda, sino a todas luces inaceptable.

En nuestro país la discriminación racial es uno de los peores atavismos culturales y una de las peores prácticas sociales, porque está dirigida a sobajar a quienes son considerados distintos desde una relación de poder y de ventaja, y tiene generalmente como efecto negar, reducir, socavar o limitar la garantía de sus derechos.

Las poblaciones indígenas 

El grupo de población que en mayor medida es discriminado en nuestro país es el constituido por los pueblos indígenas. En ese sentido, es importante destacar que, de acuerdo con la Encuesta Intercensal, 2015, del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), de los 119.5 millones de habitantes que hay en el país, 21.5% de ese total se considera parte de algún pueblo indígena.

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Lo anterior significa que habría al menos 25.1 millones de personas que asumen pertenecer a alguno de los pueblos originarios.

De acuerdo con el propio INEGI, en ocho entidades más de 30% de la población se autoadscribe a algún pueblo indígena: Oaxaca, con 65.7% del total de sus habitantes; Yucatán, con 65.4%; Campeche, con 44.5%; Quintana Roo, con 44.4%; Hidalgo, con 36.2%; Chiapas, con 36.1%; Puebla, con 35.3%; y Guerrero, con 33.9%.

 Los grupos afrodescendientes 

Se ha mostrado en distintos estudios cómo una de las poblaciones mayormente invisibilizadas en el país es la que se considera afrodescendiente. Poco sabemos de ellos, lo cual es desde ya un factor que permite aseverar que son, al igual que los pueblos indígenas, profundamente discriminados.

En ese sentido, es pertinente destacar que, de acuerdo con el INEGI, 1.7% de la población nacional se considera a sí misma total o parcialmente como afrodescendiente. Esto significa una suma aproximada de 2 millones de personas. 

Asimismo, según el propio INEGI, las entidades en donde hay mayor proporción de población que se autoadscribe a la categoría étnica señalada son: Guerrero, con 7.6%; Oaxaca, con 5.9%; Veracruz, con 4.1%; Estado de México, Baja California Sur y la Ciudad de México, con 2.3% cada una de ellas; y Nuevo León, con 1.9% de población afrodescendiente.

Desigualdades y polarizados

Un dato a destacar es el relativo a que las entidades con mayor proporción de población indígena o afrodescendiente son territorios con muy bajos ingresos y altos niveles de pobreza. O bien, se trata de entidades sumamente polarizadas, en donde, a pesar de que existen relativamente bajos niveles de pobreza, la desigualdad entre ricos y pobres es abismal.

Así, por ejemplo, en Oaxaca, al sumar los porcentajes de personas indígenas y afrodescendientes, se tiene un indicador de 71.6% de la población, mientras que en la entidad se tiene un ingreso laboral per cápita de $898.9 pesos mensuales, deflactados a la canasta alimentaria, con precios en pesos de 2010.

En Yucatán, el porcentaje de población en análisis alcanza 66.4%, mientras que el ingreso laboral per cápita es de $1,660.3 pesos al mes. En Quintana Roo, la entidad con mayor ingreso, el porcentaje de población es de 45.7%, mientras que el ingreso laboral per cápita asciende a $2,179 pesos mensuales. En contraste, Campeche, con un porcentaje similar de población indígena o afrodescendiente, registra un ingreso laboral de $1,648.7 pesos mensuales.

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Las entidades con peores indicadores, y que se suman a Oaxaca en términos de pobreza son: Chiapas, con 36.6% de su población indígena o afrodescendiente y un ingreso laboral per cápita de $837 pesos al mes, y Guerrero, con 41.5% de su población indígena o afrodescendiente, y un ingreso laboral per cápita de $847.7 pesos al mes.

Otras entidades con alta proporción de habitantes indígenas o afrodescendientes y bajos ingresos laborales son Puebla, con 35.9% de población, y un ingreso de $1,208.8 pesos per cápita mensuales; y Veracruz, con un 33.3% de población indígena o afrodescendiente, y un ingreso laboral per cápita de $1,102.2 pesos al mes.

*Columna publicada con el mismo nombre en el periódico Excélsior, 21-marzo-2017, p.18.

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