La crisis hídrica (3ª parte):
La crisis del agua no es solo social y económica, sino también ambiental y de gestión pública, además de tener implicaciones políticas y de conflicto y convivencia humana. Como ocurre con otros fenómenos parecidos, no puede decirse que este sea solo un problema natural, aunque con toda claridad es más grave en las zonas secas y se potencia en los años y ciclos de menos lluvias, como está ocurriendo ahora en algunos estados y ciudades.
Escrito por: Enrique Provencio D.
El agua renovable por persona es un indicador que puede ser discutible pero ilustra bien la tendencia que estamos enfrentando. La actualización más reciente de la información por parte de la Comisión Nacional del Agua apunta que en el transcurso de la presente década el agua renovable por persona en México se reducirá en 8.3 por ciento, y hacia 2030 tendremos unos 300 metros cúbicos por persona al año menos que en 2020 https://bit.ly/3R2CrVQ .
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Esta es una tendencia que viene de lejos, por el crecimiento del consumo derivado de una mayor población y la demanda en la agricultura, la industria, los servicios y otros usos. Actualmente tenemos la mitad de agua disponible que hace medio siglo. Esto no informa de la suficiencia o la insuficiencia, pero sí de una trayectoria bien documentada y de una tendencia que será incluso más negativa en la medida que el cambio climático afecte la precipitación pluvial, como lo apuntan los principales escenarios estudiados para México, en especial para la zona norte del país.
La presión sobre los recursos hídricos es alta o muy alta en la mayor parte del país, pero no solo en las zonas secas (ver mapa). De hecho, la relación entre el agua comprometida y la disponibilidad es más desfavorable en el Valle de México que en las demás regiones, pues se está utilizando más del 100 por ciento del agua renovable. Sobre todo, se extrae del subsuelo un volumen notablemente mayor del que se recarga, con las conocidas consecuencias de la sobreexplotación por los hundimientos del suelo y los mayores riesgos ante los sismos.
Así que la disponibilidad seguirá bajando casi en todo el territorio nacional y la presión hídrica seguirá subiendo, con lo que también aumenta la urgencia de tomar medidas de gran alcance, sobre todo en las regiones y zonas urbanas que están pasando ya por grandes dificultades de abastecimiento. Estas no se ubican solo en las zonas que padecen las sequías o que carecen de fuentes seguras de suministro, sino también en las que teniendo muchas lluvias, siguen padeciendo grandes rezagos en el acceso al agua. Ya se sabe, Chiapas y Tabasco, por ejemplo, están en la región de mayor precipitación y continúan sufriendo grandes carencias en el acceso efectivo al derecho al agua.
La dimensión ambiental no es un asunto separado de los otros aspectos del derecho al agua, forma parte integrada del mismo. A fin de cuentas, las fuentes de generación de los recursos hídricos son los propios ecosistemas y sus servicios, en este caso los hídricos. La gestión del agua ya tiene claro que las soluciones a la crisis hídrica no son exclusivamente ingenieriles, económicas o de operación administrativa, sino también de conservación ambiental. Usualmente se posponen las medidas para proteger los ecosistemas por razones hídricas, pues se privilegian las de corto plazo y de mayor urgencia, y con eso solo se siguen postergando las respuestas de fondo a la crisis.
Grado de presión sobre el recurso hídrico (2020)
Las necesidades de agua son crecientes, pero las prioridades de atención están sobre todo en los sectores y regiones de la población con mayores rezagos en el acceso efectivo sobre todo en el consumo humano. Sin embargo, no se puede desconocer que los otros usos del agua son indispensables, en especial los de servicios, industrias y otras necesidades para el desarrollo.. Si se miran los usos por grandes agrupamientos, el abastecimiento público ocupa 15 de cada 100 M3 utilizados, la agricultura 75 M3 y la industria 5 M3. Esto tiene variaciones muy marcadas por región y por ciudad o zona metropolitana.
Hoy es preocupante ver cómo se empieza a señalar a la industria como el villano de la crisis hídrica. Está claro que en las emergencias la prioridad debe ser el consumo humano, y se deben tomar todas las medidas necesarias para asegurar la demanda de la población. Al mismo tiempo, y pasadas las urgencias inmediatas, la industria debe adoptar todos los cambios necesarios para hacer más eficiente el uso del agua, reciclarla y utilizarla mejor, entre otras salidas, y bajar el ritmo de crecimiento de sus consumos. Será inevitable que los productos intensivos en agua incorporen mejor los costos hídricos, y que pague más por el líquido que utilicen, aunque no serán suficientes los aumentos de tarifas y será necesario introducir restricciones en los volúmenes utilizados.
Por su lado, en la agricultura está pendiente el aprovechamiento más racional del recurso, pues ahí se utilizan tres cuartas partes del agua consumida en el país. Cada vez se observa con más claridad cómo se asigna más agua agrícola para los demás consumos, e incluso que está en curso la aplicación de medidas para usar el agua con más eficiencia en este sector, pero los resultados son muy limitados.
Lo que dicen los programas de política para enfrentar la crisis hídrica es válido en lo general, pero sigue pendiente la aplicación efectiva de estrategias integrales para hacer cumplir el derecho al agua en un marco de equidad social y de sustentabilidad ambiental, y sobre todo de manera que también se tengan en cuenta las necesidades más generales de desarrollo nacional y local. (Continúa).
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