Muchas de las cosas que necesitamos pueden esperar, los niños no pueden, el momento es ahora, sus huesos están en formación, su sangre también lo está y sus sentidos se están desarrollando, a él no podemos contestarle mañana, su nombre es hoy.
Gabriela Mistral
Las infancias son futuro, serán ellos los que el día de mañana tengan que hacerse responsables de aquello que nosotros hagamos o dejemos de hacer. Y a pesar de esto, su futuro no es halagador, en nuestro país viven alrededor de 39 millones de niñas, niños y adolescentes, lo que implica que es casi un tercio de la población total de México.
Escrito por: Andrea Samaniego Sánchez
De ellos, de acuerdo con datos de UNICEF el 51% de ellos vive en condición de pobreza, y de ellos uno de cada cuatro lo hace en condiciones de pobreza extrema. Es decir, tenemos que trabajar justo para que crear condiciones que ayuden a esa población, a ellos que el día de mañana serán ciudadanos y que tomarán las decisiones del país.
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El deterioro del medio ambiente, la pérdida de la flora y fauna, la contaminación, el crecimiento de la violencia y la violencia contra mujeres y niñas, el matrimonio y trabajo infantil, además de la falta de expectativas sobre un futuro cada vez más incierto son sólo algunas de las agendas en las que debemos trabajar de forma urgente.
Esta fecha debe ser un recordatorio, no para felicitar a los que alguna vez fuimos niños y queremos recordar esas épocas o para llenar de regalos a los que sí se encuentran dentro de esas edades, sino para darnos cuenta del trabajo que tenemos que hacer para ellos, para todos nosotros.
No es un tema sencillo, aunado a los datos tenemos que comprender las implicaciones que COVID-19 tuvo con las infancias: el cierre de las escuelas, producto del riesgo que implicaba el confinamiento; la distancia social en momentos donde la socialización se considera esencial para la formación a futuro; el miedo por el contagio y la muerte. Todo esto, tendremos que analizarlo con enfoque de infancia, porque el impacto y la comprensión de lo sucedido debe verse desde los ojos de un niño y una niña que experimentaron el dolor y la pérdida desde muy temprana edad.
Sin lugar a duda, esto será un momento importante para toda la sociedad, cómo apoyamos a estas infancias atravesadas por dificultades propias del sistema en el que vivimos, cómo les apoyamos además en las necesidades que surjan producto de la emergencia sanitaria, cómo encauzamos la perspectiva para darles un futuro que no sea el de la incertidumbre, el miedo y la zozobra.
Es momento que los políticos piensen más allá de la coyuntura, de una elección, que dejen de gobernar para el momento y se pongan a pensar en lo que los niños y las niñas requieren, que desarrollen políticas de gran trazado, para que tengan el día de mañana un mundo donde ellos se puedan desenvolver, puedan jugar.
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