En sus perspectivas económicas mundiales para 2020, el Banco Mundial anticipa una tendencia ascendente muy frágil por el alto grado de incertidumbre que existe en las políticas comerciales y otras esferas.
La institución prevé que el crecimiento de la economía mundial sea de 2.5%, solo un poco mayor al 2.4% de 2019, y que el crecimiento de las economías avanzadas en su conjunto será de 1.4 %, es decir, menor que el año pasado, cuando fue de 1.6%.
De acuerdo con las proyecciones, en Estados Unidos la economía se desacelerará a un 1.8 %, “como reflejo del impacto negativo de los incrementos en las tarifas fijados anteriormente y del aumento de la incertidumbre”. Además, también en la zona del euro la perspectiva es desalentadora: “las previsiones sobre crecimiento se han modificado a la baja y se han establecido en un 1% para 2020 en un contexto de actividad industrial débil”.
En cuanto a México, se espera un repunte respecto de 2019, al pronosticar un crecimiento económico de 1.2% para este año y uno de 1.8% para 2021. Según el Banco Mundial, este aumento se debe a un “desvanecimiento” de la incertidumbre política, así como a una mejora en las percepciones de inversionistas y el incremento de la participación del sector privado en proyectos de infraestructura.
Se proyecta un crecimiento regional para América Latina de 1.8% en 2020 y de 2.4% para 2021; sin embargo, el Banco Mundial señala que “esta recuperación no será suficiente para revertir el creciente brecha de ingreso per cápita con economías avanzadas en algunas economías”. En 2019, el crecimiento en América Latina y el Caribe se desaceleró, a un estimado de 0.8%, por factores como la desaceleración del comercio mundial y los conflictos sociales en varios países de la región.
Según el Banco Mundial, entre los riesgos negativos a los que está sujeto el crecimiento económico de América Latina se encuentran: efectos secundarios de desaceleraciones en Argentina, China y Estados Unidos; mayor agitación socia; volatilidad del mercado; respuestas adversas del mercado a condiciones fiscales débiles; e interrupciones por desastres naturales.
De acuerdo con el organismo internacional, la acumulación de deuda entre las economías emergentes y en desarrollo, es uno de los elementos que “ensombrece” las perspectivas de crecimiento a nivel mundial. “En los últimos 50 años se ha registrado la oleada de acumulación de deuda más grande, más rápida y más generalizada”, destaca el documento, al llegar a ser del 170% del PIB de dichas economías en conjunto para 2018.
Para el Banco Mundial, otro factor clave del bajo ritmo de crecimiento de la economía mundial, es la desaceleración de la productividad (producción por trabajador) en la última década, principalmente en las economías emergentes:
“Un trabajador de una economía emergente o en desarrollo produce menos del 20 % que un trabajador de una economía avanzada, y en las economías de ingreso bajo esta cifra disminuye al 2%”.
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