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La economía post Covid. (4ª y última)

Incertidumbre, riesgos y fragilidad

Al iniciar 2024 la economía post Covid se ve distinta según el mirador que se elija. Si se observa lo inmediato está mejor de lo que esperado un año antes: la inflación bajó, si bien siga alta; hubo más crecimiento de lo que se pronosticaba, aunque desacelerado, y hay buenos resultados en empleo e inversión. Si se mira a más largo plazo, como lo dijo el Banco Mundial el pasado 9 de enero, “la economía mundial está próxima a batir un lamentable récord a fines de 2024: los cinco años con el menor crecimiento del producto interno bruto de las últimas tres décadas”.

Escrito por:  Enrique Provencio D.

Aquí en México Social se mencionó, en la primera entrega de esta serie, que a escala global no se ha recuperado la tendencia previa a la crisis de 2020, y si se mantienen las políticas vigentes, es probable que no se vuelva a ella los próximos seis años, . Algunos países ya lo consiguieron, entre ellos Estados Unidos, lo que está beneficiando a México. En nuestro caso, el producto por habitante de 2024 puede volver al pico más elevado de antes de 2020. Según este indicador, ahora estamos retomando el camino perdido con la crisis del Covid.

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Las preocupaciones cambiaron en estos años posteriores a la gran disrupción. Al principio, las urgencias eran solucionar los problemas en las cadenas de abastecimiento para impulsar la producción y el empleo, atraer de nuevo al turismo, evitar más cierres de actividades en el ascenso de las olas de contagios, mejorar la oferta de bienes y servicios para impedir la inflación, y compensar con ingresos a la población que perdía su empleo. En México esto último no ocurrió, pues no hubo programas adicionales de apoyo masivo a los desempleados y al consumo.

Luego, ya iniciada la recuperación, surgieron nuevas presiones por la crisis de Ucrania, en el comercio y los precios de energéticos y alimentos, y en muchos países aparecieron los riesgos por las altas tasas de interés y de deuda externa, lo que aceleró la inflación, que al principio había sido más que nada de oferta. Las afectaciones variaron por regiones y unos sectores quedaron más dañados que otros, y el resultado de conjunto es que el comercio global sigue a la baja y el dinamismo económico es menor al de la década pasada. La economía global post Covid es menos dinámica y más incierta.

En los atisbos económicos que se hacen para 2024 predomina la cautela, no solo porque los pronósticos son intrínsecamente vacilantes o erráticos, como quedó muy claro el año pasado, sino porque los principales motivos de inseguridad se encuentran en otras áreas de riesgo. Al parecer, a escala global también es cierto que la mejor situación económica relativa, no siempre genera una perspectiva favorable ni mejores ánimos colectivos, ni en lo inmediato ni a más largo plazo. Los conflictos de diverso tipo y escala, las amenazas climáticas, las tensiones comerciales y geopolíticas, la polarización y el descontento social, y los movimientos migratorios involuntarios, parecen pesar más que los problemas económicos.

En muchas ocasiones no se dilucidan con alguna claridad los vínculos entre los motivos de  incertidumbre y el deterioro de las perspectivas para los próximos años, pero se perciben más turbulencias e inestabilidades para la segunda parte de la presente década. En los meses recientes se agudizaron las preocupaciones, sobre todo por las repercusiones sociales de las mayores temperaturas y el temor de que ya estemos en los puntos de no retorno de la crisis climática; por los conflictos armados regionales o entre estados y sus repercusiones a mayor escala, y por los posibles impactos de innovaciones tecnológicas, como en la inteligencia artificial y la inseguridad informática.

Algo común a estos y otros riesgos es la apreciación de que va en aumento la incapacidad de los foros multilaterales para gobernar grandes problemas globales, y de que algunos de ellos se encuentran a la deriva. Sabemos lo que está ocurriendo y se anticipan con rigor las posibles trayectorias, pero no hay una respuesta coordinada efectiva, ni capacidades manifiestas para anticipar e intervenir en las interacciones que tienen los conflictos de distinta escala y sus impactos sociales, económicos, ambientales y de otros tipos.

Y no es que la perspectiva de la economía sea boyante y esté libre de sobresaltos. De hecho, la información más reciente corrobora que está en curso una desaceleración que incluye a México, pero que no tiene por qué convertirse en recesión; que para bastantes países habrá dificultades para cubrir el servicio de su deuda y pueden desencadenarse incumplimientos de pagos, y que todavía falta para que se declare la inflación bajo control, entre otras cuestiones delicadas.

En resumen: el horizonte económico inmediato no aparece como el mayor de los retos, pero el panorama es frágil por la interacción de riesgos ambientales, políticos y tecnológicos. Lo mismo se puede decir de México, pues la relativa mejora en la economía reciente convive con la inseguridad pública, el deterioro institucional y democrático, y la crisis ambiental en varios frentes.

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Fuentes.

Banco Mundial. 2024 (enero 9). Perspectivas económicas mundiales. https://www.worldbank.org/en/publication/global-economic-prospects

Uppsala Conflict Data Program. 2024.  Base de datos de conflictos.  https://ucdp.uu.se/

World Economic Forum. 2024 (enero 10). The global risks report 2024. https://www.weforum.org/publications/global-risks-report-2024/

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