Dos noticias, entre muchas, me impactaron particularmente en la semana que termina: los resultados desastrosos para nuestra educación en la prueba PISA, aplicada el año pasado en 81 países del mundo, y la masacre de estudiantes de la Universidad Latina de Celaya, a manos del crimen organizado.
Escrito por: Luis Miguel Rionda
La primera nota confirmó lo que muchos hemos denunciado desde hace muchos años: la imparable debacle de la educación pública en México desde los años ochenta, al menos. Lo testimonié, porque fui como jefe de planeación educativa de la secretaría de educación de Guanajuato entre 1987 y 1991. Un diagnóstico que elaboramos entonces, que me valió el premio estatal de administración pública 1987, evidenció la descomposición del sistema educativo, producto de la sobrepolitización del gremio magisterial, las restricciones presupuestales en el área de la educación básica, y la carencia de estrategias técnicas de largo plazo.
Te invitamos a leer: VIH: la lucha continúa
Los resultados de la prueba PISA 2022 han sido analizados por el destacado especialista en educación Felipe Martínez Rizo, en la edición electrónica de la revista Nexos del miércoles pasado (https://t.ly/PdFZT). Sugiero al lector consultar ese afinado texto. Sólo mencionaré que en las conclusiones del exrector de la UAA y fundador del desaparecido INEE, reconoce los efectos desastrosos de la pandemia del COVID sobre la educación mundial, pero también destaca que algunos países supieron no sólo preservar sus índices, sino incluso incrementarlos sustancialmente, como Singapur, Japón y Corea.
México mostró cierta estabilidad entre las pruebas levantadas entre 2006 y 2018, pero hay un descenso sustancial entre este año y 2022 en las tres áreas de conocimiento evaluadas: comprensión lectora, matemáticas y ciencias. Se perdió puntaje, sobre todo, en el área de matemáticas: -3.4% en cuatro años. Seguimos ocupando el penúltimo lugar entre los 34 países de la OCDE y el 51 entre los 81 países evaluados. Pero somos el país 11 por su población y el 15 por su la economía. Sin el acceso a una buena educación, estamos condenados a mantenernos en la pobreza de capacidades por las siguientes generaciones. Hay mucho qué reflexionar de urgencia, para corregir la contrarreforma educativa que rechaza la búsqueda de la excelencia a través de la competencia y el aspiracionismo.
Por otra parte, el artero asesinato de los seis estudiantes de Celaya (https://t.ly/T5qOZ) vuelve a lastimar a la juventud estudiosa. Rechazo la irresponsable revictimización y las conjeturas chabacanas que se expresaron en la mañanera presidencial del miércoles. El derecho a la protección a la vida sigue siendo una evidencia de la debilidad del estado nacional y regional, que ha rendido amplios espacios de nuestra geografía al control del crimen organizado. Pero el solitario de palacio se sigue riendo, sardónico, de la desgracia ajena.
También podría interesarte: Educación: otro sexenio perdido
(*) Antropólogo social. Profesor de la Universidad de Guanajuato, Campus León.
La reciente reelección de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos es un hecho…
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) presentó, en el marco de…
El rector de la UNAM, Leonardo Lomelí Vanegas, urgió a que, como comunidad académica y…
Cada tercer jueves de noviembre, se celebra el Día Mundial de la Filosofía, un momento…
El estado de Nayarit, ubicado en la costa del Pacífico mexicano, destaca por su diversidad…
¿La última esperanza en los gobiernos subnacionales? La militarización de la seguridad pública en México…
Esta web usa cookies.
Ver comentarios