Una de las terribles consecuencias de la pandemia de COVID-19 es la interrupción global de la educación en más de 190 países, la cual ha sido considerada por la ONU como la mayor de la historia, y ha afectado a cerca de 1,600 millones de estudiantes de todas las edades.
Por Laura Ilarraza | @IlarrazaLaura
De acuerdo con la ONU, el 94% de la población estudiantil a nivel mundial y 99% de los estudiantes de países de ingresos bajos y medios bajos han visto interrumpida su educación. Aunque se han tomado medidas emergentes para retomarla de forma remota, la afectación en los procesos de aprendizaje de millones de niñas, niños y adolescentes es evidente.
El organismo ha dado a conocer que alrededor de 24 millones de estudiantes, de primaria a universidad, podrían abandonar sus clases tras el impacto económico de la crisis por el COVID-19.
António Guterres, secretario general de la ONU, ha hecho un llamado a evitar que la situación se convierta en una “calamidad irreparable”, asegurando que el mundo enfrenta una catástrofe educativa generacional que podría frenar décadas de progreso en la materia e incrementar las desigualdades.
El titular de la ONU ha advertido que entre las repercusiones inmediatas y de largo plazo para la infancia y la juventud a nivel mundial se encuentran problemas de desnutrición, incremento de matrimonios infantiles e inequidad de género.
Además, ha sido enfático sobre las decisiones que tomen hoy los gobiernos en materia de educación, asegurando que estas “tendrán un efecto duradero en cientos de millones de jóvenes, así como en las perspectivas de desarrollo de los países durante decenios”.
“Ahora que el mundo enfrenta niveles insostenibles de desigualdad, necesitamos la educación —el gran igualador— más que nunca. Debemos tomar medidas audaces ahora, a fin de crear sistemas educativos de calidad, inclusivos y resilientes, adecuados para el futuro”.
Aunque la educación es un derecho básico y el cuarto objetivo de desarrollo sostenible es garantizar una educación inclusiva y equitativa de calidad y promover oportunidades de aprendizaje permanente para todos, antes de la llegada del COVID-19 al mundo el mundo educativo ya estaba fracturado, y enfrentaba enormes desafíos, más allá de cualquier avance que se hubiera podido registrar en las últimas décadas.
De acuerdo con el informe de la ONU “Educación durante COVID-19 y más allá”, más de 250 millones de niños estaban fuera de la escuela y casi 800 millones de adultos eran analfabetos. Además, el 56% de los niños en edad escolar primaria del mundo carecían de habilidades básicas de lectura.
“Desde el punto de vista financiero, el desafío ya era desalentador antes de COVID-19. La estimación de principios de 2020 de la brecha financiera para alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible 4 fue de $148 mil millones anuales”, informó la ONU.
La estimación ahora es que la crisis del COVID-19 aumentará hasta un tercio esta brecha.
En este difícil contexto, la ONU ha dado a conocer sus recomendaciones para enfrentar los nuevos retos de la educación:
Consulta aquí el documento de la ONU “Educación durante COVID-19 y más allá”
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