por Mariana Becerra
Este artículo, basado en los resultados del Informe de Movilidad Social 2013 del CEEY, presenta la situación de la movilidad social en México en materia educativa. Se discutirá cómo la “condición de cuna” pesa sobre el futuro educativo de los mexicanos, y cómo esta tendencia debe cambiar para que el mérito y el esfuerzo adquieran mayor importancia que los orígenes socioeconómicos
Se plantea también lo imprescindible de una mejora en la cobertura y en la calidad educativa; sólo así se podrá disminuir la desigualdad que prevalece en nuestro país.
Las sociedades que cuentan con mayor movilidad social se perciben como más justas y equitativas (Serrano & Torche, 2010). La educación es uno de los principales motores que la promueven; entre mayor nivel de educación alcance una sociedad, mayor será el grado de movilidad. En países donde la calidad y el acceso a la educación son equitativos para todos, independientemente de su condición de origen, la movilidad educativa es mayor.
El concepto de movilidad intergeneracional se refiere a cómo el ingreso y el nivel educativo de los hijos están predeterminados por la situación socioeconómica de los padres. En una sociedad con movilidad intergeneracional perfecta, la probabilidad de que los hijos nacidos en familias pobres vayan a la universidad y logren ingresos mayores al promedio es la misma que para los hijos nacidos en familias ricas (Ferreira, et al., 2013).
Durante la segunda mitad del siglo pasado, México experimentó grandes avances en su cobertura educativa. En los sesenta, la escolaridad media de los jóvenes era de 2.6 años; para 2005 ésta subió a 8.1 (Solís, 2012). A pesar de este avance, México aún carece de cobertura, sobre todo a nivel media superior y superior. Un claro ejemplo son los más de 5 millones de jóvenes entre 17 y 29 años con rezago educativo (I).
La calidad de la educación asimismo es desigual. De acuerdo con la OCDE, México presenta mayor desigualdad educativa que los demás miembros, la cual se explica principalmente por razones socioeconómicas. El acceso a educación de calidad se asocia al estatus socioeconómico de la familia.
Para los niveles de educación primaria y secundaria en México, el origen socioeconómico no tiene tanto peso en el cierre del ciclo educativo. Sin embargo, para el nivel de educación media superior y en particular al de educación superior, los factores socioeconómicos sí condicionan el logro obtenido (Vélez et al., 2013).
No sólo la distinción entre niveles obtenidos de educación determina la poca movilidad educativa en México; la diferencia en la calidad de la educación recibida juega su rol. El posible impacto de lo anterior se explica por dos tipos de desigualdad: la vertical y la horizontal. Vertical se refiere a la continuidad o deserción escolar de los jóvenes en su tránsito por los diferentes niveles educativos (primaria, secundaria, educación media superior y superior). La horizontal es la segmentación en la selección de escuelas en un mismo nivel educativo; a saber, escuelas públicas, privadas, vespertinas y matutinas. Esta distinción permite la mejor comprensión de la influencia de los orígenes socioeconómicos sobre la progresión escolar.
La literatura sobre transiciones educativas concluye que el efecto de los orígenes sociales en la progresión escolar se reduce en la medida en que se avanza hacia los niveles educativos superiores (Solís, 2012). Con base en el Informe de Movilidad Social (Vélez et al., 2012), si se comparan las posibilidades de alcanzar el nivel de educación superior, al tomar como factor la escuela primaria de origen, hay una notable ventaja de quienes se formaron en colegios privados y quienes lo hicieron en escuelas públicas. Las diferencias en la calidad de la educación recibida afecta la movilidad social en nuestro país.
Para el Centro de Estudios Espinosa Yglesias son cuatro las necesidades para mejorar la movilidad social en México en materia educativa. En primer lugar, se requiere aumentar la calidad en el nivel de educación básica y media. El objetivo es mejorar las competencias cognitivas así como impulsar la autoestima y las habilidades sociales. Segundo, es necesario ampliar la cobertura en educación media superior y superior, para recibir a los jóvenes que se incorporarán en la medida en que la calidad educativa y el acceso mejoren en los niveles inferiores. Tercero, fortalecer la relación que tienen las familias en la gestión de los planteles escolares. Lo anterior enriquece la comunicación entre ambos y favorece la formación académica de los jóvenes y la movilidad social ascendente.
Por último, pero no menos importante, se requiere invertir en la educación vocacional y técnica para mejorar las competencias e integrar a los jóvenes al mercado laboral. Con un sistema de educación vocacional y técnico más sólido en México, se puede reducir la deserción a nivel medio superior y motivar a los jóvenes a permanecer en la escuela mediante orientación y guía profesional.
Nota:
I. INEE, Panorama Educativo 2011.
Referencias:
I. Encuesta ESRU de Movilidad Social en México 2011, (EMOVI -2011)
II. Estudios Económicos de la OCDE (2015). México: OCDE. .
III. Ferreira, F., Messina, J., Rigolini, J., López-Calva, L., Lugo, M. & Vakis, R. (2013). La movilidad económica y el crecimiento de la clase media en América Latina. Washington: Banco Mundial.
IV. Serrano, J. & Torche, F. (2010). Movilidad Social en México. Población, desarrollo y crecimiento. México: CEEY.
V. Solís, P. (2012).”Desigualdad vertical y horizontal en las transiciones educativas en México”. Documento de trabajo. México: CEEY. VI. Vélez, R., Campos, R., & Huerta, J., (2013). Informe Movilidad Social en México 2013. Imagina tu futuro. México: CEEY.
Mariana Becerra Investigadora del CEEY en temas de políticas públicas y su respectiva implementación. Es Licenciada en Ciencia Política y Maestra en Políticas Públicas por el ITAM. Ha publicado en la revista Gestión y Política Pública del CIDE, CNN Expansión y ADN Político. @MarianaBecerraP |
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