A diferencia de otros años, en que el segundo semestre era significativamente más violento en número de víctimas, el año pasado se mantuvo una “constante”.
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El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) dio a conocer los datos preliminares sobre defunciones por presunto homicidio intencional para el primer semestre del 2019. Es la primera ocasión en que el instituto da a conocer cifras sobre este indicador con esta celeridad, y se confirma como una institución que da a conocer de manera oportuna información de calidad para la toma de decisiones.
Los datos que se presentaron deben tomarse, hay que subrayarlo, como preliminares, y habrá que esperar a la confirmación que se hará en un segundo “corte” de estos datos en julio, y finalmente los datos definitivos en el mes de septiembre.
En ese sentido, el ejercicio analítico que se presenta a continuación tiene igualmente un carácter preliminar, y deberá revisarse en el momento en que se den a conocer las nuevas cifras. Mientras tanto, hay tres elementos que llaman poderosamente la atención respecto de la información presentada por el INEGI:
A continuación, se expone de manera detallada cada uno de esos puntos.
La comparación entre los datos del INEGI y el SESNSP muestra una ralentización en el ritmo de crecimiento en el número de homicidios registrado en los últimos cinco años. Esto no disminuye la gravedad de lo que ocurre en el país, pues el hecho de que se mantengan niveles de violencia similares o aproximados a los registrados en 2018 representa un reto mayúsculo, ya que seguimos en niveles récord.
Para ilustrar lo anterior es importante subrayar que una primera aproximación a los datos muestra que entre 2015 y 2018 hubo un significativo incremento en el número de personas asesinadas en el país. Esta tendencia se verifica tanto en los datos del SESNSP como en los del INEGI.
En este periodo, en todos los años hay un registro menor en el SESNSP respecto del INEGI, tal como se muestra en la siguiente tabla:
Como ya se señaló, en el año 2019 estas variaciones disminuyen drásticamente, pues en el primer semestre la diferencia en el número de homicidios registrados por el SESNSP y los contabilizados por el INEGI varían en sólo 0.3%. Esto, como se dijo también, puede tener como principal explicación que se trata de daos preliminares que habrán de ser ajustados en julio.
Aún con ello, llama la atención que, de acuerdo con el SESNSP, entre enero y junio de 2019 el número de víctimas de homicidios intencionales en carpetas de investigación asciende a 17,142; mientras que, en las estimaciones del INEGI, el dato asciende a 17,198 víctimas; es decir, entre ambas cifras hay una discrepancia de sólo el 0.3%.
Para el segundo semestre de 2019 (julio-diciembre) el SESNSP reportó 17,440 víctimas de homicidio doloso. A diferencia de otros años, en que el segundo semestre era significativamente más violento en términos de número de víctimas, en el año pasado se mantuvo una “constante”, al haber reportado el 50.4% del total anualizado durante el segundo semestre.
Si lo anterior se confirmase con los datos del INEGI, y considerando las diferencias porcentuales promedio entre los datos del SESNSP y del Instituto para el primer semestre del 2019, en una proyección lineal, el reporte final del INEGI podría ser de 34,654 víctimas de homicidio doloso el año pasado, cifra inferior a los 36,681 reportados para el año 2018.
Ahora bien, en el reporte que el INEGI dio a conocer en el mes de julio de 2019, respecto de la cifra de homicidios de 2018, el dato preliminar fue de 35,964, cifra 2% inferior a la definitiva dada a conocer en el mes de octubre, cuando presentó sus estadísticas definitivas. Si el escenario se repite, habría que considerar entonces una cifra aproximada de 35,381 homicidios dolosos; pero esto implicaría que la cifra dada a conocer este mes de enero fuese la misma en el mes de julio. De otro modo, la estimación deberá corregirse.
Debe insistirse en que estos datos sólo son preliminares, y deben ser leídos también considerando lo que puede denominarse como un “indicador envenenado”, que podría llevar a un subregistro muy importante en el número de víctimas reportadas anualmente.
De acuerdo con las estadísticas del INEGI, en el año 2018 ocurrieron 5,556 defunciones accidentales o violentas de “intención no determinada”. Es decir, la persona responsable de la certificación de la defunción “manifiesta no contar con elementos para determinar si el deceso fue producto de un presunto accidente, de un presunto homicidio o de un presunto suicidio”.
Este tipo de defunciones representan el 6% del total de defunciones accidentales o violentas; por lo que, en total, en México ocurrieron 83,638 defunciones por las denominadas “causas externas de mortalidad”, desglosadas en la siguiente gráfica:
Debe destacarse asimismo, que el 15% de las denominadas defunciones violentas de intención no determinada ocurrieron por disparo de arma de fuego; es decir, 833 casos. El 12.4%, 644 casos, fueron por ahorcamiento o estrangulación; en el 4.33%, 244 casos, la causa fue el “ahogamiento o sumersión”, y, finalmente, en 144 casos más, la causa fue “traumatismo con arma blanca”, cifra que representa el 2% del total en esta categoría.
Estos datos son relevantes porque habrá que tomarlos en consideración al momento de que el INEGI dé a conocer sendas actualizaciones: la correspondiente, de manera preliminar al mes de julio, y la definitiva en el mes de octubre.
Lo más relevante, sin duda, es lograr explicar metodológicamente, a través de estadísticas judiciales, cuántos de estos casos fueron efectivamente procesados como presuntos homicidios. Desde esa perspectiva, las estadísticas que pueda proporcionar el Poder Judicial de la Federación son cruciales para tener el panorama completo de la estadística delictiva, en lo que a casos de homicidio se refiere.
Tomando en consideración todos los factores mencionados, se llevó a cabo, adicionalmente, la construcción de una serie de tiempo a fin de, mediante el método ARIMA[1], predecir los valores probables del número de homicidios registrados en 2019, tomando como base los datos del INEGI en la serie que va de 1990 a 2018.
Los resultados que se obtienen son los siguientes:
El valor del R cuadrado estacionario muestra que no hay ningún efecto de estacionalidad en los datos, mientras que el valor del R cuadrado valida el modelo en su capacidad predictiva.
De esta manera, y desde una perspectiva estrictamente relativa al comportamiento estadístico de los últimos años de las cifras sobre homicidios, el valor esperado, de continuar tales tendencias, sería para los segundos semestres de cada año, entre 2019 y 2021, el siguiente:
Dado que los resultados en materia de inseguridad y, particularmente de violencia homicida, no dependen sólo del tiempo, sino de un amplio y complejo conjunto de variables, puede pensarse en que lo más probable sea un valor aproximado al de los límites de confianza inferiores marcados por el modelo, dados también los datos conocidos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, y la tendencia histórica de las diferencias de datos en las actualizaciones que lleva el INEGI.
Si lo anterior se confirmase, la cifra aproximada definitiva de homicidios para el año 2019 podría estimarse en 36,645 casos, lo cual ubicaría a 2019 prácticamente en el mismo nivel que el 2018, pues la diferencia sería de 0.01% entre un año y el otro.
Conocer el comportamiento estadístico de la violencia homicida en México es sólo uno de los elementos a considerar cuando se analiza este fenómeno. De hecho, acreditar su incremento o disminución es un ejercicio aún muy lejano a la determinación de cuáles son las causas o conjunto de factores que explicarían el incremento o decremento en los datos.
Lo anterior debe considerar además cuestiones como la mencionada respecto del indicador relativo a las defunciones violentas de intencionalidad no determinada, así como otras estrategias y errores de registro en las entidades federativas en las cuales no existe garantía plena de que los presuntos homicidios dolosos sean efectivamente todos los que deben contabilizarse.
Desde esta perspectiva destacan, por ejemplo, errores de registro en homicidios culposos, cuando hay casos que se debieron clasificar como culposos. Está también el siniestro fenómeno de la desaparición forzada de personas, y que en el último año elevó en casi cinco mil las personas que se encuentran como no localizadas o desaparecidas o extraviadas.
A ello se agrega el otro negro fenómeno de las fosas clandestinas, en las que se han localizado miles de cráneos y centenares de miles de fragmentos óseos, que impiden contabilizar de manera adecuada el número real de personas que pierden la vida anualmente a causa de agresiones o lesiones infligidas intencionalmente.
El ejercicio que se presenta en este artículo busca solo mostrar la complejidad que implican las cifras disponibles, tanto para su adecuada explicación, como para llevar a cabo ejercicios comprensivos de los factores que les determinan, para con ello avanzar hacia un mejor diseño y operación de políticas públicas para la paz y la significativa reducción de estas cifras.
Como último apunte, es pertinente sostener que, con cifras preliminares del SESNSP, en el mes de enero de 2020, con datos al día 29, se habían contabilizado 2,251 víctimas de homicidio doloso, lo cual representa un promedio diario de 77.6 casos. Cifra superior a la reportada en enero del 2019, en que el promedio diario fue de 75 casos por día.
De manera lamentable, por lo que se sabe hasta ahora, la tendencia no presenta ningún punto de inflexión ni parece estarse deteniendo, pues debe recordarse que enero es el mes con menos víctimas de homicidio doloso en los últimos 10 años. Es deseable y, sobre todo urgente, que esto cambie de trayectoria.
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[1] Denominado así por sus siglas en inglés. En español puede denominarse como “modelo autorregresivo integrado de promedio móvil”.
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