Hay de encuestas a encuestas, y la de Ingreso y Gasto de los Hogares (ENIGH), del INEGI, puede ser considerada una de las más complejas y valiosas que existen en México.
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La más reciente, levantada del 21 de agosto al 28 de noviembre de 2020, fue difundida este 28 de julio, y aporta información crucial para entender mejor el paisaje social y económico de la crisis de la pandemia, y sobre todo para examinar las políticas sociales. (La información original se puede obtener aquí: ENIGH.)
Me detengo un momento para tratar la significación de este gran trabajo del INEGI, en su magnitud, contenidos e implicaciones. A diferencia de una encuesta típica, que en el mejor de los casos entrevista a unos cuantos miles de personas, en esta la muestra terminó siendo de 106, 846 hogares, que contestaron a centenas de preguntas sobre el comportamiento de sus ingresos y gastos, origen y distribución, y de las condiciones y características de las viviendas.}
Se dice fácil, pero si se miran las cerca de 250 paginas de los diferentes cuestionarios, se puede calibrar la dificultad para dar respuestas a tantos temas cotidianos, así sea durante las varias sesiones en las que se visitaron los hogares, y para asegurar la calidad del proceso entero. Casi 3,200 personas trabajaron en el diseño, aplicación y procesamiento de la ENIGH 2020.
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Las cuestiones de diseño, logísticas y operativas no son lo de menos, pero lo más significativo es la utilidad que una ENIGH tiene para el conocimiento de los ingresos y los gastos de los hogares, y por tanto de su distribución por grupos, para disponer de la información que permita calcular los alcances de la pobreza y tener otras aproximaciones sobre el cumplimiento de los derechos sociales, para ver si se están alcanzando los objetivos de las políticas y programas sociales, entre tantos otros beneficios. Generan tal volumen y riqueza de información que aún se siguen explotando las ediciones de hace diez o más años.
La nueva ENIGH es la base con la que CONEVAL calculará las dimensiones de la pobreza para el periodo cercano al tercer trimestre de 2020, que se darán a conocer el próximo 5 de agosto (https://bit.ly/2UX3ASe) El país tendrá a la mano y sobre la mesa información y conocimiento suficiente para alimentar una reflexión documentada sobre la situación social y su comportamiento.
Es deseable que también logremos la deliberación y el diálogo informados sobre la desigualdad y la pobreza, el alcance, progresividad y efectividad de las políticas de desarrollo y de sus programas, el impacto humano de la crisis de la pandemia, las condiciones concretas de los grupos más vulnerados y vulnerables a las críticas circunstancias que vivimos, las repercusiones sociales en los estados y regiones… entre muchos otros aspectos que ameritan debate a fondo, y no la repetición de consignas.
El panorama general que perfila la ENIGH 2020 es muy preocupante: la caída agregada del ingreso real, con excepción del primer decil en el medio rural, y la contracción de casi 11 por ciento de las remuneraciones al trabajo, junto con los retrocesos en el acceso a algunos servicios públicos, sobre todo de salud, marcan un cambio claro de tendencias.
El incremento a precios constantes de las transferencias, sobre todo las vinculadas a programas gubernamentales, no alcanzaron a compensar aquella baja de los ingresos de los hogares. Como ha ocurrido en otras crisis, en las que se vieron afectadas las entradas monetarias y no monetarias de los grupos medios y altos, la desigualdad de ingresos se redujo un poco, probablemente de forma transitoria.
En unos días se sabrá como se tradujeron esos y otros hechos en la pobreza. Un hecho que ya ha comentado es que la ENIGH 2020 confirma lo que ya otras fuentes habían mostrado: que el acceso a algunos bienes públicos esenciales, como los salud, retrocedieron entre 2019 y 2020, justo cuando más se necesitaban y urgían.
Es uno de tantos puntos que amerita debate y diálogo, pues si por un lado pueden mejorar las transferencias directas a las personas, por otro puede deteriorarse la disposición y la calidad de los servicios colectivos.
Tanto la ENIGH como las elaboraciones de CONEVAL sobre la pobreza tienen lecturas políticas, no podría ser de otro modo. En 2015, por ejemplo, los resultados mostraron un incremento de la población en pobreza y en pobreza moderada, y la entonces Secretaría de Desarrollo Social, junto con la Secretaría de Hacienda, sostuvieron que a pesar de eso la política social estaba alcanzando logros y que debían profundizarse las reformas estructurales para asegurar los avances. Desestimaron también lo presentado por CONEVAL, alegando que era una radiografía de un momento determinado, y que luego se habían registrado mejoras.
Veremos cómo recibe la autoridad el nuevo diagnóstico de la pobreza, aunque ya tuvimos un adelanto cuando el Secretario de Bienestar dio a conocer su desconfianza anticipada ante lo que CONEVAL dará a conocer el 5 de agosto próximo, como se comentó aquí https://www.mexicosocial.org/confianza-en-el-coneval/ en México Social. ¿Es mucho esperar que con todo lo que se sabe ahora y se sabrá pronto mejore el diálogo público sobre la política social? Ya los sabremos las siguientes semanas.
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