El calentamiento global afectará las condiciones climáticas en el planeta, provocando fenómenos extraordinarios para los que debemos estar preparados. En el siglo XX apareció un nuevo agente potencial de modificación: el hombre
El clima es la consecuencia del vínculo que existe entre la atmósfera, los océanos, las capas de hielo, los organismos vivientes, los suelos, sedimentos y rocas, y varía con las estaciones del año y la latitud.
Nuestro planeta pertenece al Sistema Solar de la Galaxia Vía Láctea en el súper cúmulo de galaxias, al que un grupo de astrónomos hawaianos nombraron “LANIAKEA” -diez veces más grande de lo que se creía-. Tiene 520 millones de años luz de diámetro y una masa equivalente a 100 millones de miles de millones de soles. En hawaiano “LANIAKEA” significa “cielo inconmensurable”. Las propiedades del interior de la Tierra no pueden determinarse con medidas de superficie; usando cuidadosas extrapolaciones, los científicos han llegado a la conclusión de que es un 9% más caliente que la superficie del sol. Tiene dos núcleos, y se piensa que el exterior es líquido y el interior sólido.
A 600 kilómetros de profundidad podría haber más agua que todos los océanos juntos (Nature March, 2014). Según los geólogos, una de las razones por las que nuestro planeta es tan vivo desde el punto de vista geológico se debe a que hay agua atrapada en su interior y sabemos que el agua modifica por completo la manera como funciona un planeta, generando los cambios en el clima.
¡Éste es el mundo en que vivimos! Hace aproximadamente 6 millones de años nuestra especie se separó del tronco de los gorilas, chimpancés y bonobos, descendiendo de la canoplia, iniciando la deambulación en dos pies, empezando a migrar –lo que continúa haciendo a la fecha en busca de alimento y territorio- ¡sus necesidades vitales!
Hace 32,000 años ancestros humanos de Eurasia y Asia oriental ocuparon por primera vez el oeste de Beringia (masa terrestre que conectaba Asia y Norteamérica durante la última Era del Hielo), quedando aislados alrededor de 15,000 años en que la desglaciación a lo largo de la costa Noroccidental del Pacífico abrió una ruta, permitiéndoles migrar a lo largo del Continente Americano en busca de alimento y territorio, colonizando el Nuevo Mundo.
Este es un ejemplo de cómo el cambio climático ha modificado nuestra evolución. Sin embargo, nunca antes había sido tan drástico y peligroso como el que enfrentamos en estos días. Es un problema más serio que la amenaza de terrorismo.
La progresiva acumulación de los gases que provocan el llamado “Efecto Invernadero” (EI) ha generado un aumento de la temperatura en la atmósfera terrestre (calentamiento global), lo cual tiene consecuencias en el clima y demás procesos que dependen de él. El EI es un fenómeno atmosférico natural que permite mantener la temperatura del planeta, al retener parte de la energía proveniente del sol. El aumento de la concentración de dióxido de carbono proveniente del uso de combustibles fósiles ha provocado la intensificación del fenómeno y el consecuente aumento de la temperatura global, derritiendo los hielos polares y aumentando el nivel de los océanos.
El hombre es capaz en la actualidad, por primera vez, de alterar el equilibrio ecológico mundial; el aumento de anhídrido carbónico en la atmósfera a causa de la industrialización amenaza con provocar un aumento de la temperatura del aire y la progresiva fusión de los hielos polares.
Si se continúa este ritmo, aumentaremos las concentraciones de CO2 que hay en la atmósfera doblando el nivel actual; probablemente esto aumentará la temperatura global entre dos y cinco grados Celsius. Todo ello repercutirá en el deshielo de los océanos, en el vapor de agua, las nubes, los cambios de vegetación, el nivel de los mares, y el impacto en el ecosistema podría ser irreversible.
Este año los habitantes de las Islas Carteret, pertenecientes a Nueva Guinea, en el sur del Océano Pacífico, serán evacuados debido al incremento constante del nivel del mar. Se deduce que tal aumento es consecuencia del calentamiento global.
La agricultura se cuenta entre los mayores contribuyentes al calentamiento global y emite más gases de invernadero que todos nuestros autos, camiones, trenes y aeroplanos combinados, en la mayoría metano liberado por el ganado y las granjas de arroz, óxido nitroso proveniente de tierras fertilizadas y dióxido de la tala de selvas para cultivos o cría de ganado. Es el mayor consumidor de nuestras reservas hídricas y un importante contaminador; los desafíos ambientales que plantea son enormes y se volverán más apremiantes cuando tratemos de satisfacer la creciente necesidad de alimentos en todo el mundo. Para el año 2050 habrá alrededor de 2,000 millones de personas más, y la demanda de alimentos crecerá 60%, ¿cómo podremos hacerlo sin agobiar al planeta?
Grandes corporaciones compiten por las tierras agrícolas del continente más hambriento del planeta (África); más del 24% de la población subsahariana padece desnutrición. La agricultura y la cría de ganado son el mayor esfuerzo humano sobre la tierra y utiliza más del 38% del terreno libre de hielo. Parte de las calorías provenientes de los cultivos son para el consumo humano y otras como forraje para animales y biocombustibles. Brasil envía buena parte de su maíz a China y Corea del Sur para alimentar cerdos y pollos.
Para comprender la situación actual y para prever la de mañana, es necesario el estudio de las anteriores variaciones del nivel del mar y sus causas. Como el interior de la Tierra no es sólido, cualquier movimiento de la materia profunda puede modificar la forma de la superficie terrestre. Es esencial determinar dónde se sitúan los límites críticos del nivel del mar y velar que no sean traspasados –la subida del nivel del mar, la acidificación de los mares o el derretimiento de los glaciares se mantendrán durante siglos si los gobiernos no se tienen conciencia de que el calentamiento es real y muy grave-. En las playas de Cancún en los últimos 30 años el nivel del mar ha subido un centímetro por año. Miami y sus suburbios enfrentan mayor riesgo financiero por inundación que cualquier otra zona urbana del mundo.
El cambio climático impacta a los humanos y trae consecuencias: pobreza; inundaciones de terrenos costeros y ciudades; tormentas más intensas y extinción incontrolable de plantas; fracasos de cultivos en áreas vulnerables; aumento de sequías; etcétera, así como enfermedades infecciosas como gripe aviar; cólera; ébola; fiebre amarilla; malaria; parásitos intestinales, entre otras.
La contaminación del aire está causando más muertes que el VIH y la malaria, cuando la Tierra está enferma y contaminada, la salud humana es imposible.
En México, la pérdida estimada de la biodiversidad a consecuencia del cambio climático es significativa y creciente en efectos negativos sobre la producción agrícola (hoy, sin que estos efectos se hayan expandido, apenas producimos un 60% de nuestros alimentos, por lo que la dependencia alimentaria puede incrementarse). Toda especie enfrentará problemas de acceso a alimentos en algún momento.
Ante la necesidad de disminuir estos daños se han implementado en México programas que permiten disminuir estos efectos negativos del cambio climático; lo importante es hacer conciencia de que debemos usar de una manera racional los recursos naturales con los que contamos, pero, principalmente, cuidar el uso del agua, ya que es el recurso más importante para la subsistencia humana.
En 2009 fue presentado por científicos del Centro de Resiliencia de la Universidad de Estocolmo el concepto de “límites planetarios”, que identifica nueve procesos prioritarios para la estabilidad de la Tierra vinculados a los cambios en el medio ambiente inducidos por el ser humano. Estudios recientes presentados en varios seminarios durante el Foro Económico Mundial que se celebró en la ciudad de Davos (Suiza) en enero de este año revelan que los humanos hemos rebasado cuatro de los nueve límites planetarios claves para la estabilidad, lo que coloca a la humanidad en “zona de peligro”.
Al cambio climático, la pérdida de la diversidad biológica y la alteración de los ciclos geoquímicos que ya aparecían desde hace años, se suma el cambio en el uso de suelo. Todos son resultados de la actividad humana. El cambio climático no es una película de ciencia ficción. Hace una década era una conjetura; hoy es una realidad.
Manuel de J. Campa G. Especialista certificado “In Tempore” por el Consejo Mexicano de Ginecología y Obstetricia. Es Profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad Veracruzana (U.V.) desde 1966; fue Comisionado de Arbitraje Médico del Estado de Veracruz de 1999 a 2008. |