Escrito por 8:05 am Agendas locales, Saúl Arellano • 22 Comentarios

El horario escolar es patriarcal, y esto debería hacer la SEP

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Uno de los temas poco discutidos en términos de políticas públicas respecto de las demandas del nuevo feminismo mexicano se encuentra en cómo está organizado operativamente el sistema educativo nacional, cuya responsabilidad de operación, coordinación y supervisión recae en la Secretaría de Educación Pública, cuyo titular es Esteban Moctezuma Barragán.

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Foto retomada de El Imparcial, Oaxaca

Hay un elemento tan visible y obvio, en el cual se reproducen los estereotipos de género, y supuestos propios del modelo de organización social y económica patriarcal: los horarios escolares de los planteles de educación pública. Estos, más allá del modelo pedagógico, fueron diseñados hace décadas, desde una serie de supuestos que hoy se revelan en todas sus implicaciones negativas, predominantemente y de manera directa, para las mujeres, pero también para la economía y la organización social en su conjunto.

Así visto, debe destacarse que para el preescolar, el horario de entrada es a las 9:00 horas, y la salida es a las 12:00, y en contados casos, cuando hay horario extendido, la salida está programada a las 14:00. Para la primaria, la hora de entrada es a las 8:00 horas, mientras que la salida es a las 12.30 en el turno matutino y de 14:00 a 18:00 horas en el vespertino.

Esta carga horaria, más allá del modelo pedagógico, fue diseñada bajo un supuesto que reproduce los estereotipos de género, pero que además está completamente desarticulado del mundo del trabajo en que nos encontramos, además de que no fue pensado para ciudades con los problemas y dificultades de movilidad urbana que hoy están presentes en el sistema urbano nacional.

De esta forma, lo que debe subrayarse es que el supuesto mayor de ese esquema horario es que en casa hay alguien -predominantemente una mujer o las y los abuelos-, que puede llevar a las niñas y los niños a las 8 de la mañana a las escuelas, y más complicado aún, recogerles a las 12:00 o 12:30 del día. Y por ello cabe la pregunta más elemental: ¿Qué trabajo permite conciliar estos horarios?

En un país donde uno de cada cuatro hogares tienen jefatura exclusiva de mujeres, este esquema de la educación pública constituye un auténtico despropósito, porque se convierte, a final de cuentas, en uno de los mayores obstáculos para que más mujeres se incorporen en condiciones de igualdad a puestos de en el sector formal.

Para solucionar lo anterior hay dos opciones: o se modifica la legislación laboral para permitir la vida familiar (que incluye llevar y recoger a hijas e hijos de la escuela), o se modifican los horarios y esquemas operativos del sistema educativo nacional para permitir que las familias tengan más opciones de organización de sus rutinas, y con ello mejoren su calidad de vida.

Ante el reclamo feminista; y sobre todo, ante la terrible tragedia del brutal asesinato de Fátima, lo que la SEP debería estar haciendo es adecuando su modelo horario, en lo que pomposamente se ha dado en llamar como “la nueva escuela mexicana”; pero es tal el arraigo del modelo patriarcal, que no se ha planteado, al menos no públicamente, una reorganización en el sentido que aquí se propone.

El argumento será el de siempre: extender el horario es imposible porque no se cuenta con los recursos para pagar más a las y los maestros y al personas administrativo. Lo cual es una auténtica falta de compromiso con los derechos de la niñez mexicana, pero también una falta de visión respecto del impacto positivo que una medida así tendría para la economía nacional. Varios de los beneficios evidentes serían los siguientes:

  1. Al extender el horario, efectivamente los ingresos de las y los maestros de educación básica, al menos hasta el nivel primaria, mejorarían de manera importante. Ese efecto permitiría mayor captación de impuestos por la vía del ISR, pero también por el consumo, que podría incrementarse, sobre todo en el sector de los bienes duraderos y los servicios, por el perfil de ingresos que ya tiene la plata académica nacional.
  2. Modificar el horario escolar obligaría a construir una nueva política de servicios alimentarios en las escuelas públicas, lo cual tendría un doble efecto: erradicar el hambre en la niñez, mejorar su salud, su rendimiento y aprovechamiento escolar, y sobre todo, combatir con mayor eficacia la epidemia de obesidad que afecta ya al 30% de las niñas y los niños de México.
  3. Extender dos horas el horario en preescolar y primaria, considerando que ahí están matriculados alrededor de 30 millones de niñas y niños, permitiría que sus madres y padres dispusieran de más horas para trabajar o realizar actividades como trasladarse o llevar a cabo actividades de organización de los hogares. Se trata al menos de 60 millones de hora-persona por día; y considerando que cada hora fuese equivalente a 15 pesos (considerando el valor del salario mínimo vigente), la suma económica es mayúscula: 900,000,000 de pesos diarios disponibles para dinamizar la economía nacional, que buena falta le hace.
  4. Una medida de este tipo modificaría los horarios de congestión vial, pero permitiría su mejora sustantiva, pues se tendrían horarios compatibles con las jornadas laborales. Lo que ocurre ahora, por ejemplo, es que hay una doble necesidad de transporte y movilidad: por un lado, quienes tienen la responsabilidad de recoger a niñas y niños entre las 12.30 y la 1.30 de la tarde, y en un segundo momento, la movilidad que se genera en la salida de las oficinas para comer o por la finalización de la jornada laboral. Que las niñas y niños salgan a las 2.30 de la tarde, permitiría un reacoplamiento de estos horarios, y mejorar sustantivamente las políticas de movilidad urbana en la ciudades, pues en millones de hogares ya no tendrían que salir a la calle a recoger a sus hijas e hijos dos, sino solo una persona. Más aún si esa normativa se aplicara también a las escuelas privadas.
  5. Una carga horaria de esta naturaleza permitiría mejorar sustantivamente condiciones de igualdad entre mujeres y hombres, pero eliminaría uno de los elementos del patriarcado más arraigados en el sistema educativo nacional, que sigue asignándole, aún de manera involuntaria, la mayor carga de trabajo a las mujeres, quienes mayoritariamente tienen la “asignación” de recoger a sus hijas e hijos de las escuelas.

Hay mucho más aristas a analizar y casi todas ellas, representan enormes ventajas para la sociedad mexicana. Habrá que ver si en la SEP, cuyo titular es Esteban Moctezuma, se tiene la sensibilidad de comprender que, en nuestro contexto, las cosas simplemente no pueden seguir igual.

Investigador del PUED-UNAM

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