Escrito por 12:00 am 2017, Igualdad de género, MS en Excélsior • Un Comentario

EL invisible trabajo doméstico

por Mario Luis Fuentes

    Según los datos del INEGI, en el 2015 había 2.33 millones de personas dedicadas al trabajo doméstico remunerado; entre esa cantidad, de quienes realizan trabajos de limpieza o preparación de alimentos, el 95% son mujeres. Asimismo, el 11% tienen menos de 18 años o más de 60 años de edad.


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El próximo 30 de marzo se conmemora el Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar, uno de los sectores de población que enfrenta las peores condiciones de precariedad e inseguridad laboral, pues en nuestro país se trata de un grupo de trabajadoras que no cuentan con contratos, prestaciones ni con tabuladores salariales que permitan dignificar su actividad.

De acuerdo con el boletín que emitió el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) con motivo de esta conmemoración en el 2015, el trabajo doméstico remunerado está regulado por el Convenio 189 de la OIT, en el cual se establece lo siguiente: “Trabajo doméstico” es “el trabajo realizado para o dentro de un hogar o varios hogares”. Puede incluir tareas como limpiar la casa, cocinar, lavar y planchar la ropa, el cuidado de los niños, ancianos o enfermos de una familia, jardinería, vigilancia de la casa, desempeñarse como chofer de la familia, e incluso cuidando los animales domésticos. Asimismo, establece que una “trabajadora o un trabajador doméstico” es “toda persona que realice el trabajo doméstico dentro de una relación de trabajo”.

Desde esta perspectiva, este tipo de trabajo debería tener un valor económico digno, y en ese mismo sentido, no debería implicar una desvaloración ni mucho menos una vinculación directa con estereotipos de género que, en nuestro país, y en muchos otros más, deriva también en prácticas discriminatorias.

 ¿Cuántos son?

De acuerdo con el propio INEGI al cierre del cuarto trimestre del 2016, en México habría 79,021 personas ocupadas en trabajos remunerados en servicios domésticos. De ellos, 46,695 son hombres y 32,326 serían mujeres. Esta división es importante, porque permite ilustrar la división del trabajo en relación con el sexo de las personas, pues mientras que los hombres que laboran en estas actividades lo hacen preponderantemente como choferes, jardineros o plomeros (por citar solo algunos ejemplos), 95 de cada 100 personas que están dedicados a los quehaceres de limpieza, preparación de alimentos y cuidado de niñas, niños y adultos mayores, son mujeres.

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Esta masa de trabajadores se encuentra en el llamado subsector de “trabajadores independientes”, los cuales no tienen vínculos contractuales permanentes con quienes son sus empleadores, ya sea de manera temporal o de forma permanente.

Esta cifra debe entenderse a la luz del dato global que en 2015 presentó el propio INEGI, a propósito del día internacional de referencia, pues en él sostiene que el 4.7% de la población ocupada en el país se dedica a la prestación de servicios domésticos.

De esa suma, 1.95 millones son empleados domésticos; 186,589 personas se dedican al cuidado de personas; 110,160 se dedican a ser lavanderos y planchadores; 56,170 son choferes en casas particulares; mientras que 23,958 se emplean como cocineros domésticos.

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El INEGI registra además la siguiente desagregación por sexo: “El trabajo doméstico remunerado es realizado primordialmente por mujeres, 95 de cada 100 empleados en esta actividad son mujeres. De ellas, 85.8% realizan tareas de limpieza en hogares particulares, 8.2% son cuidadoras de personas y 5.0% son lavanderas y/o planchadoras en casas particulares. Por otra parte, los hombres ocupados como trabajadores domésticos suman más de 121 mil personas; 49.3% ocupados como empleados domésticos, mientras que 45.4% se ocupan como choferes en casas particulares”.

 Es la informalidad 

La inmensa mayoría de las personas que laboran en actividades domésticas se encuentran, como ya se dijo, en el sector informal. Debe decirse que el 46% de quienes trabajaban en diciembre del 2015, es decir, 15.6 millones de personas, no cotizaban a la seguridad social.

De esos 15.6 millones, el 30.1% trabajaba en unidades económicas del sector informal; mientras que el 14.5%, es decir, un total de 2.26 millones de personas, estaban dedicadas al trabajo doméstico remunerado; esto es, de cada 100 personas empleadas en el sector informal, siete lo estaban en servicios en los hogares.

Un mundo de explotación

Los datos del INEGI muestran que aún prevalecen altas tasas de trabajo infantil, en el ámbito del trabajo doméstico remunerado, pues de los 2.33 millones de personas dedicadas a esta actividad, en 2015 había 92,499 que tenían entre 12 y 17 años de edad.

Había además 395,281 personas que tenían entre 19 y 29 años de edad, dedicadas a estas actividades; 552,206 que tenían entre 30 y 39 años de edad; 663,672 en el segmento de 40 a 49 años de edad; 466,672 en el grupo de 50 a 59 años de edad; y 215,072 en el grupo de 60 y más años.

Como puede verse, el 11% del total de las personas que se dedican al trabajo doméstico remunerado, es decir, 307,571, se ubicaron en 2015 en los grupos de menores de 18 años y de 60 y más; es decir, se trata de grupos en condiciones especiales de vulnerabilidad, que tienen que trabajar, no necesariamente en las mejores condiciones, y en jornadas que suelen ser extenuantes.

Debe destacarse además que, del total de las personas dedicadas al trabajo doméstico remunerado en 2015, el 19.2% no tenía hijos; el 29.3% tenía de 1 a 2 hijos; el 39.1% tenía entre 3 y 5 hijos; y el 7.2% tenía 6 hijos o más.

*Columna publicada con el mismo nombre en el periódico Excélsior, 28-marzo-2017, p.22.

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