Hablar de Lenguaje Incluyente y No Sexista nos remite a posiciones encontradas. Por eso, procuraremos argumentar a su favor para llevarlo al terreno del espacio público.
Autora: Cecilia Liotti Puedes seguirla en Twitter en @CeciliaLiotti y en @CeciliaLiottiCo
Hacer uso del Lenguaje Incluyente y No Sexista no es solo una cuestión de embajadoras y embajadores de aquello que consideramos políticamente correcto. Hacer uso del Lenguaje Incluyente y No Sexista es cumplir con el principio constitucional de la igualdad, no discriminación y no violencia para recordar por lo menos dos cosas: 1) que todas las autoridades en el ámbito de sus competencias tienen la obligación de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos; y, 2) que nombrar la igualdad es condición necesaria para aprender a habitar las palabras sin discriminación[1].
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Recuerda el filófoso Mario Alfredo Hernández Sánchez algo más importante aún: que ¨la reflexión sobre el vínculo entre el lenguaje y mundo ha sido invisibilizada o desterrada del ámbito de la política, cuyos acuerdos se tejen con palabras y entre quienes son libres e iguales para utilizarlas¨[2]. En el ámbito de la política, es decir de lo público, los acuerdos se conciben con palabras y entre quienes son libres e iguales para utilizarlas. Usamos el lenguaje como medio de crear acuerdos civilizatorios, acuerdos, finalmente, políticos.
Observemos, entonces, cómo desde el lenguaje construimos o deconstruimos los contratos sociales ¨civilizatorios¨ en torno al género, la (des)acreditación del origen étnico, la (dis)capacidad, y todas aquellas categorías sospechosas que aparecen en el Artículo 1º Constitucional. El Lenguaje Incluyente y No Sexista procura una definición de igualdad entre las personas. Una definición de la idéntica dignidad de las personas. El Lenguaje Incluyente y No Sexista es al final de cuentas el lenguaje político de la igualdad.
Como Foucault sostengo, también, que hay modelos disciplinarios, modelos de condicionar nuestras aproximaciones al mundo y, el lenguaje, creo, es uno de ellos. Pienso que como hablamos, somos. Que hablamos lo que pensamos. Que somos lo que hablamos. Coincido igualmente con Steiner en que aquello que no se nombra, no existe; que hay personas que son invisibilizadas o que están denostadas por el lenguaje que quedan discriminadas y arrumbadas como notas a pie de página de la historia de la humanidad[3].
Hay que hablar nuestra existencia. Hablar nuestra particularidad en términos de igualdad. El Lenguaje Incluyente y No Sexista propone hablar la igualdad, la no discriminación y la no violencia.
No solo somos lo que hablamos. Actuamos lo que pensamos y aquello que está tan naturalizado y normalizado se vuelve expresión que puede derivar en violencia.
¿Recordamos al hablar aquel fundamento de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948? Todas las personas nacen con derechos que les permiten participar y expresarse en comunidad y que no se debe obediencia ni sumisión a un gobierno que no los respeta[4]. La igualdad es la base de nuestra carta magna, pero también es el fundamento de la civilidad democrática.
Por eso, el feminismo radical ha elevado la voz en muchos momentos de la historia con la consigna de que las mujeres somos personas y que nombrarnos a las mujeres no es un detalle menor. Es parte de la construcción de nuestra autodeterminación como personas y como ciudadanas.
Como es públicamente conocido, atender los consensos generados entre las personas de cada grupo es esencial ya que la elección de un término por parte de un grupo para representarse a sí mismo tiene un poder político para reivindicar la presencia y el valor de ese grupo y el valor de una y uno mismo como persona[5]. La forma en que las personas desean, solicitan o prefieren ser nombradas es sustantivamente importante en el Lenguaje Incluyente y No Sexista.
La obligación de servidoras y servidores públicos, tanto en sus comunicaciones orales como escritas, es tratar a todas las personas invariablemente con respeto. Ser visibilizadas y visibilizados a través del lenguaje es un derecho.
Por esa razón, en Campeche, por Acuerdo General Conjunto Número 04/ptsj-cjcam/18-2019, de los Plenos del Honorable Tribunal Superior de Justicia del Estado y del Consejo de la Judicatura Local, se estableció el uso del Lenguaje Incluyente e Igualitario en el Poder Judicial.
Es importante que los tribunales hablen el lenguaje de la igualdad. El Lenguaje Incluyente y No Sexista nos enseña a hablar el lenguaje de los derechos humanos y, por lo tanto, nos enseña a hablar el lenguaje de la dignidad de todas las personas. Nos enseña a no discriminar. Nos enseña a brindar un trato igualitario desde las palabras y nos enseña a no violentar desde el lenguaje.
Como dice el filósofo Hernández – de quien tomo profunda inspiración: ¨el lenguaje es plástico y expresa tantas miradas sobre el mundo como personas lo utilizan¨[6]. ¿Con qué palabras habitamos el espacio público? ¿Habitamos palabras de tolerancia, de respeto, de igualdad, de no discriminación, de no violencia? ¿O habitamos lugares de palabras injustas, intolerantes y violentas? ¿Con qué miradas vemos los territorios que habitamos con palabras?
Hay que mejorar la protección de los derechos humanos desde el lenguaje. Ese es el camino de la igualdad para habitar el espacio público con un lenguaje que muestre y exprese relaciones de equidad entre las personas, que puede y debe visibilizar e incluirnos a todas y todos.
Es importante llevar el lenguaje de la igualdad a las extensiones de la administración pública y a los tres poderes del Estado. A la casa judicial, sí, pero también a la casa del ejecutivo y del legislativo y más allá: a la casa de todas y todos que llamamos México.
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Cecilia Liotti Miembro de la Red de Politólogas #NoSinMujeres Redes Sociales: Facebook @cecilialiotticonsultores. Instagram cecilialiotticonsultores
[1] La expresión ¨habitar las palabras sin discriminación¨ es tomada del filófoso mexicano Mario Alfredo Hernández Sánchez, que en noviembre del 2020 escribió un ensayo maravilloso sobre trato igualitario: Hernández Sánchez, Mario Alfredo, ¨Nombrar la discapacidad. Cómo habitar las palabras sin discriminación¨, Revista de la Universidad de México, Nº 10, 2020, pp. 16-22. https://www.revistadelauniversidad.mx/articles/30dcd153-cdc5-4915-aa3f-a3bb59d1eb5c/nombrar-la-discapacidad
[2] Hernández Sánchez, op. cit., p. 17.
[3] El término ¨notas a pie de página¨ es algo que Hernández Sánchez usa para referirse a cómo nombrar la discapacidad ha quedado en los renglones casi invisibles de seres marginados de la historia de la humanidad. La interpretación del texto citado es nuestra.
[4] Hernández Sánchez, ¨Nombrar la discapacidad…¨, cit. , p. 19.
[5] Comisión Nacional de Derechos Humanos (2017). Guía para el Uso de un Lenguaje Incluyente y No Sexista. Ciudad de México, p. 23.
[6] Hernández Sánchez, op. cit., p. 20.
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