Cualquier gobierno que ejerce una función pública, debe estar atento a la percepción que guarda la población respecto a su gestión, pues la misma constituye un referente de evaluación de dicha administración gubernamental. Los datos muestran que el presidente pierde fuerza…
Por Fernando Díaz Naranjo. Sigue al autor en Twitter: @fdodiaznaranjo
Dichas mediciones bien analizadas, deben de verse como áreas de oportunidad para seguir por la ruta trazada o, bien, para enderezar el camino en razón de lo que la gente quiere, necesita y demanda.
Además, todo gobierno necesita de dichas mediciones en razón de su proyecto político, es decir, debe tomar en cuenta que la percepción que la población tenga del ejercicio de su gobierno constituye, de alguna forma, la ratificación electoral a dicho proyecto o no, sobre todo tratándose de una democracia representativa como la nuestra.
En virtud de estas breves consideraciones, resulta muy interesante los resultados de una encuesta publicada en días pasado en diversos medios de comunicación de GEA-ISA donde establece que la aprobación del Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, ha mantenido su tendencia decreciente en la percepción de la población mexicana.
Así, por cuarto trimestre consecutivo a la baja, el Ejecutivo Federal alcanza ya un 47% de la opinión de la ciudadanía que desaprueba su gestión al frente de la administración federal, por un 45% que la aprueba. Estos datos, representan según GEA-ISA, la pérdida de más de 20 puntos porcentuales respecto de junio de 2019.
Las principales causas de dicho desplome respecto a aquella popularidad del Presidente que parecía inalcanzable se deben a múltiples factores que, según la misma causa encuestadora son las siguientes:
Ni que hablar de otros datos tales como la inseguridad tan alta que vive nuestro país, la mala atención a sectores vulnerables o el desempleo que se registra en nuestra nación como hace mucho años no se veía.
Por ello, estos resultados indicados de manera muy general, son un indicador importante de que la gente, por decir lo menos, ha dejado de creer en su Presidente.
Esto debe de preocupar por supuesto a la presente administración, pero sobre todo a la ciudadanía que en 2018 acudió a las urnas de manera copiosa por un cambio.
Lo más preocupante, es que parecería que, en lugar de enmendar el camino, el gobierno insiste en desacreditar dichas mediciones, a los medios que las publican y las razones que exponen, cuando no se dan cuenta que es la sistematización de la opinión de la propia gente.
Aún es tiempo de corregir el camino y que la población pueda ver un cambio verdadero, de lo contrario las consecuencias pueden registrarse en dos vías. Por un lado, el Presidente y su proyecto político junto con Morena podían sufrir un duro revés en las elecciones federales y locales el año que entra, pero por el otro lado, la ciudadanía se sentiría, una vez más, decepcionada de la política, de nuestros actores sociales, de los partidos políticos, así como de nuestros representantes populares que incida gravemente en un importante abstencionismo para 2021 y esto iría en detrimento de nuestra democracia.
El gobierno y su administración tiene la penúltima palabra, sino hacen nada, la palabra manifestada con el voto quedará registrada en la elección de 2021.
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Frase clave: el presidente pierde fuerza
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