por Mario Luis Fuentes
A partir del 1º de octubre, el salario mínimo para todo el país será de 70.1 pesos al día. A pesar de este valor, la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos indica que, a precios constantes del 2010, el valor real del salario en 2015 ha caído alrededor del 26% respecto del año 1994; en el mismo sentido, el CONEVAL muestra que en la última década, el valor real de los ingresos laborales ha perdido alrededor del 24%. Estos datos permiten sostener que no podremos reducir la pobreza, ni la desigualdad, sin una verdadera reconstrucción del mundo del trabajo.
Desde hace ya varios años se ha insistido en la necesidad de dar cumplimiento al mandato del Artículo 123, en materia del salario mínimo vigente en el país. En el párrafo Segundo del citado Artículo se establece que: “Los salarios mínimos generales deberán ser suficientes para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia, en el orden material, social y cultural, y para proveer a la educación obligatoria de los hijos. Los salarios mínimos profesionales se fijarán considerando, además, las condiciones de las distintas actividades económicas”.
Es evidente que la redacción constitucional, la cual proviene de una reforma llevada a cabo el 23 de diciembre de 1986, no se encuentra armonizada con el nuevo paradigma constitucional en materia de derechos humanos, por lo que en primer término, debería darse el paso a una nueva reforma para establecer que el Salario Mínimo debe ser suficiente para garantizar el acceso al máximo grado de cumplimiento posible de los derechos humanos de las personas.
El día de ayer, el Gobierno de la República anunció que a partir del 1º de octubre de este año se suprimirán las diferencias entre las Zonas Económicas “A” y “B”, para tener un monto uniforme en todo el país, equivalente a 70.1 pesos al día. Es importante decir en ese sentido que en la “Zona económica B” el salario mínimo era equivalente a 68.28 pesos diarios, mientras que en la “A”, era el monto ya señalado.
Lo esperable es que esta medida permita ampliar el debate sobre la urgencia de incrementar el monto de los salarios mínimos, los cuales han perdido un importante porcentaje de su valor en los últimos años; fenómeno al que debe añadirse el relativo a la pérdida en el promedio de los ingresos laborales totales que tienen las personas ocupadas en el país.
Los beneficiados
Es de destacarse que la medida anunciada por el Gobierno Federal tiene un amplio impacto en lo que se refiere a las unidades geográficas en donde se elevará el monto –aun exiguo- de los salarios mínimos, pues la inmensa mayoría de los municipios del país estaban incluidos en la Zona Económica “B”.
De acuerdo con la información de la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos, de los 2,456 municipios que existen en el país, había 2,351 que formaban parte de la “Zona B”. En contrate, 105 municipios altamente urbanizados o fronterizos, formaban parte de la “Zona económica A”, entre los que destacan las 16 Delegaciones políticas del D.F. y los municipios ubicados en la Frontera con los Estados Unidos de América.
La caída constante
La medida anunciada permitirá tener un ligero impacto en la recuperación del nivel nominal y real de las percepciones de las personas; aunque no debe olvidarse de la tendencia prolongada a lo largo de casi 30 años. En efecto, si se construye un intervalo de confianza respecto de los valores de los salarios mínimos reales (deflactados al IPC, con pesos a la segunda quincena de 2010), lo que se encuentra es que no hay variaciones significativas entre 1996 y 2014.
Por lo anterior, lo que puede decirse es que el valor de los salarios mínimos no ha logrado recuperarse en términos reales desde hace 20 años; y que por el contrario, su poder adquisitivo sí ha tenido pérdidas considerables, respecto de hace 25 años.
Así, en 1994, antes de la crisis de diciembre de ese año, el valor real de los salarios era equivalente a 78.8 pesos; mientras que en el año 2014, el valor real de los salarios se ubicó en 57.9 pesos; es decir, hemos perdido en términos reales, 26.6% del valor real del salario mínimo vigente hace dos décadas.
Los bajos ingresos
Al tener un valor del salario mínimo tan bajo, la clase trabajadora obtiene, en promedio, ingresos laborales que han ido a la baja también en los últimos 20 años; así lo documenta el Índice de la Tendencia Laboral de la Pobreza que elabora trimestralmente el Consejo Nacional para la Evaluación de la Política Social.
De acuerdo con ese indicador, entre los años 2005 y 2015, el valor de los ingresos laborales per capita trimestrales ha decrecido en 24.6%; al haber pasado de un promedio trimestral de 1,994.4 pesos en el primer trimestre del 2005, a una cantidad de 1,509.8 pesos en el segundo trimestre del año 2015.
De igual forma persisten enormes brechas entre los ámbitos rural y urbano, pues de acuerdo con los datos del CONEVAL, el ingreso laboral per capita en las localidades con más de 2,500 habitantes, se ubica en 1,729.3 pesos; mientras que en las zonas rurales el ingreso promedio es de 845.8 pesos.
Debe destacarse que el valor real de estos ingresos, deflactado a la canasta básica, ha registrado una pérdida de 26.5% en el ámbito urbano, para el periodo que va de 2005 al 2015; mientras que en las zonas urbanas, el deterioro se ubica en el orden de 3%; indicador que explica en buena medida el mayor crecimiento relativo de la pobreza urbana, frente a la rural.
*Columna publicada con el mismo nombre en el periódico Excélsior, 29- Septiembre- 2015, p.21