El tlacuache (Didelphis virginiana), también conocido como zarigüeya, es uno de los animales más antiguos y fascinantes de México. Con su peculiar apariencia, una combinación de hocico alargado, orejas redondeadas y una cola prensil, este marsupial ha sido protagonista de mitos y leyendas. Más allá de su apariencia, el tlacuache juega un rol crucial en los ecosistemas y tiene una historia que lo vincula estrechamente con las culturas del país.
México Social / Redacción
El tlacuache es el único marsupial de América del Norte, es decir, las hembras tienen una bolsa donde crían a sus crías hasta que están listas para salir al mundo. Este animal puede medir hasta 50 cm de cuerpo, con una cola igual de larga. Su pelaje es grisáceo y espeso, con ojos negros que destacan en la oscuridad, ya que es una especie nocturna. Su cola sin pelo es prensil, lo que le permite trepar árboles y sostenerse mientras busca alimento.
Aunque muchos lo ven como un animal común, su capacidad de adaptación es asombrosa: habita desde selvas tropicales hasta áreas urbanas. Es un sobreviviente nato que ha logrado coexistir con los humanos gracias a su dieta variada, que incluye insectos, frutas y pequeños animales.
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El tlacuache es un controlador natural de plagas, ya que se alimenta de insectos, roedores y serpientes, incluidas algunas venenosas. Al consumir frutas, también dispersa semillas que ayudan a la regeneración de los ecosistemas. Esto lo convierte en un aliado clave para mantener el equilibrio ecológico en los lugares donde vive.
Históricamente, el tlacuache ha tenido un lugar especial en la cosmovisión de los pueblos indígenas. En la mitología náhuatl, se cuenta que fue el tlacuache quien robó el fuego para entregárselo a la humanidad, un acto que lo convirtió en símbolo de astucia y generosidad. Hasta hoy, su imagen se asocia con la sabiduría popular, y algunas comunidades creen que ver a un tlacuache trae buena suerte.
El tlacuache habita en prácticamente todo el territorio nacional, desde el norte en estados como Chihuahua y Sonora hasta el sur, en Oaxaca y Chiapas. También es común verlo en áreas urbanas de la Ciudad de México, donde ha aprendido a sobrevivir entre jardines y techos. Sin embargo, su presencia en áreas urbanas lo pone en riesgo constante debido al tráfico vehicular y el maltrato por parte de personas que lo desconocen.
Aunque el tlacuache no está formalmente catalogado como especie en peligro de extinción, su población ha disminuido en algunas regiones debido a varios factores:
El tlacuache es un tesoro viviente de México, un animal que refleja la capacidad de adaptación y la importancia del equilibrio ecológico. Su presencia nos recuerda la necesidad de convivir en armonía con la naturaleza y de proteger a todas las especies, incluso aquellas que, a simple vista, parecen comunes. Cuidar al tlacuache es también honrar la sabiduría ancestral y la biodiversidad de México.
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