Recientemente se presentó en la UNAM una colección única de 15 volúmenes, con el título general de La década COVID en México, Los desafíos de la pandemia desde las ciencias sociales y las humanidades, que aborda los grandes temas que emergieron con toda fuerza en 2020 en plena crisis sanitaria y económica. Todos los libros pueden descargarse en: https://decadacovid.humanidades.unam.mx/
Escrito por: Enrique Provencio D.
Junto con Rolando Cordera y Armando Sánchez tuve la oportunidad de coordinar el tomo 2, El mundo del trabajo y el ingreso, en el que participaron destacados colegas como Norma Samaniego, Verónica Villarespe, Claudia Schatán, Saúl Escobar, Clemente Ruiz, FE Joaquín Sánchez, Karina Videgain, Eufemia Basilio, Héctor Nájera, Berenice Ramírez, Jesus Waldo Martínez y Adolfo Sánchez, nombrados aquí en el orden en que aparecen sus respectivos trabajos.
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El sumario de este tomo dice que “La crisis mundial generada por la pandemia de COVID-19, que es sanitaria, humana y económica al mismo tiempo, se encontró con un mercado laboral mexicano caracterizado por el incumplimiento de los derechos de los trabajadores, el debilitamiento de las organizaciones sindicales, el precario nivel del salario mínimo y la alta informalidad. Como consecuencia, en 2020 aumentó la población en situación de pobreza y disminuyó la masa salarial. Con este telón de fondo, es indispensable introducir en el análisis estos nuevos desafíos del trabajo para facilitar la recuperación”. Entra aquí a La liga directa al tomo
Los aportes sobre el tema buscaron conocer los efectos de la pandemia desde una perspectiva general del comportamiento del empleo; estudiar los cambios catalizados por la pandemia a partir de la tecnología, por ejemplo en el trabajo remoto; analizar los efectos sobre la población joven de la Ciudad de México; examinar la reforma laboral y el sindicalismo mexicano en los años de la Covid-19; revisar los retos del trabajo decente y el ingreso digno; averiguar los cambios demográficos que afectan al empleo; indagar el impacto de la desaceleración económica en la productividad y los salarios; entender los desafíos de la pobreza y el empleo en México, así como los retos de la seguridad social; observar las condiciones del empleo formal y de la informalidad laboral ante la pandemia, e investigar la dinámica del empleo en las regiones de México a partir de la crisis de la Covid-19.
El impacto sobre el empleo fue el nexo directo entre la pandemia Covid-19 y sus consecuencias sobre los niveles de ingreso y otras condiciones sociales de la población, incluyendo el incremento de la pobreza. La súbita suspensión en la mayoría de las actividades por el confinamiento, se expresó como alteraciones drásticas en los niveles de empleo formal e informal, sobre todo de las mujeres, el potenciamiento de las debilidades estructurales del contexto laboral, y, a la vez, el surgimiento o la aceleración de sus diferentes modalidades de cambio tecnológico y organización social.
En la mayor parte de los indicadores laborales no se habían visto comportamientos similares en otras crisis, incluida la Gran Recesión de 2008-2009. El empleo formal retrocedió tres años. Ante la insuficiencia de estrategias compensatorias de alcance amplio, se exacerbaron las deficiencias tradicionales que caracterizan el mundo del empleo en México. La regularización de la actividad laboral llevó casi dos años en algunos aspectos, desde principios de 2020, pero en ciertos indicadores relevantes apenas se estaba volviendo a la “vieja normalidad” a fines de 2022, por ejemplo, en la subocupación.
Varios fenómenos deben ser recordados. Las mujeres estuvieron más orilladas a renunciar a sus trabajos o fueron despedidas en mayor proporción que los hombres, y además se vieron más presionadas para dedicarse a las labores en casa, al cuidado infantil, de los ancianos o de quienes tienen capacidades diferentes. La baja tasa de participación femenina se agudizó, y junto con ello se rezagó el mejor aporte de las mujeres a la prosperidad colectiva y a su propia autonomía. Afloraron de modo más crudo las carencias de protección, como: la ausencia del seguro de desempleo en el sistema de seguridad social; falta o limitación de instituciones de servicios de cuidado; incapacidad de la organización social para mantener activas las relaciones laborales y las fuentes de trabajo en las crisis, precarias condiciones de apoyo para las personas dedicadas a las tareas esenciales.
Las personas que se desempeñaban en el sector informal fueron de las más afectadas en 2020, pues tuvieron que dejar sus actividades temporalmente y pasar al desempleo. La reducción temporal de la informalidad laboral no se había presentado en otras crisis, y ha regresado a su ligera tendencia a la baja, que viene de 2012-2013.
Además, la pandemia acentuó divergencias sociales y también territoriales. Si la recuperación económica sigue reproduciendo los patrones históricos de desempeño regional, más allá del impacto de algunos megaproyectos, en el futuro será más compleja la superación de la pobreza en las entidades que se caracterizan por tener las mayores proporciones de su población en condiciones de rezago social. (continúa)
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