La obra del doctor Jorge Márquez Muñoz y de la licenciada Andrea Palacios Soto esboza la interpretación de las elecciones de 2018 en México desde la Teoría Mimética, postulada por el filósofo e historiador francés René Girard. Se trata de una secuela de un trabajo previamente publicado por los autores y denominado Anatomía de la Teoría Mimética, en el cual se dejan sentadas las bases teóricas de las ideas expuestas por Girard y que en esta ocasión son aplicadas a las elecciones federales mexicanas.
Puedes seguir al Autor en twitter: Saúl Arturo Ramírez de Arellano Solórzano @saulsolo
Si bien el título de la obra y el exhaustivo aparato crítico que abunda en sus páginas sugieren una lectura técnica y académica, la realidad es que el libro está escrito en un lenguaje ameno y fácil de entender, aunado a que se encuentra ingeniosamente ilustrado con caricaturas acordes con las ideas que se están planteando. En este sentido, se hace necesario que, aunque el libro lleva en su título el concepto “Elecciones 2018”, aborda el término tan solo desde la arista que le compete para armar su aproximación teórica desde el mimetismo de Girard. Esto es, los autores no buscan analizar los resultados electorales desde un sentido estrictamente político tomando en cuenta el perfil de un candidato o las propuestas de un partido político, sino más bien analizando el uso del entorno y de la Historia para vender una idea y sacar provecho electoral.
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El texto se centra en los hechos y omisiones de los tres principales candidatos a la presidencia de la República: Andrés Manuel López Obrador del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), Ricardo Anaya Cortés del Partido Acción Nacional (PAN) y José Antonio Meade Kuribreña del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Los autores comparan los aciertos de López Obrador con los errores de sus contrincantes –insistimos otra vez- no necesariamente desde el punto de vista moral como el candidato más idóneo, sino desde el punto de vista político-electoral como el candidato que mejor supo aprovechar las circunstancias del país para alimentar una campaña ganadora.
El texto consta de 111 páginas divididas en 21 apartados no necesariamente en orden cronológico o estructural, aunque los últimos cinco se circunscriben a un subtema denominado “¿Hacia un nuevo sistema político mexicano? Reflexiones sobre los resultados electorales de 2018”, en el que se deja de lado un poco el análisis del impacto de las campañas en la elección, para centrarse brevemente en las implicaciones que puede acarrear no solo el triunfo, sino la forma en que lo hizo López Obrador en las elecciones del 2018.
En cada uno de los apartados se trata una idea específica ejemplificada con hechos facticos de las campañas o de acontecimientos anteriores pero que de alguna manera tuvieron repercusión en la contienda. A continuación, se describirá de manera sucinta en unas cuantas líneas el sentido general de cada sección.
En líneas generales se informa al lector lo que es la Teoría Mimética de René Girard, que de manera muy simple puede definirse como el uso que el político hace de su entorno para obtener alguna ventaja. Tal y como algunos animales e insectos se camuflan con la naturaleza bien sea para protegerse de un depredador o para tomar una posición ventajosa ante una presa, el político puede disimularse en sus circunstancias o incluso en la Historia para beneficiarse de una luz favorable que lo pueda encumbrar ante un electorado que suele centrarse más en las formas que en los fondos.
Este apartado explica las ventajas del político que se admite mimético contra las desventajas que supone para todo político no poder admitirse como tal en una contienda electoral. En la campaña electoral de 2018 López Obrador partió desde una posición muy favorable, pues llegaba como representante de una formación política nueva y sin historia.
Cuando no hay un pasado que lastre, es mucho más fácil mimetizarse con el entorno para salir airoso de cualquier ataque. Anaya y Meade no podían hacerlo, pues, aunque ambos tienen mucho menos experiencia política que AMLO, representan a entes políticos desgastados por el poder, lo que les cierra mucho su libertad de maniobra para confundirse con su entorno.
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Quien busque mimetizarse –tanto en la política como en la naturaleza- tiene que encontrar siempre un equilibrio entre lo que es y en lo que quiere camuflarse, de lo contrario el proceso es inútil. Quien tenga un pasado menos largo tiene más opciones de ejercer exitosamente el arte de la mimetización al no tener puntos de comparación notorios. AMLO lo pudo hacer y ante cada ataque lograba esquivar la bala dando un salto hacia una nueva posición. Anaya y Meade no podían hacerlo porque el peso del pasado de su partido político les impedía camuflarse hacia y una posición más favorable de cara al electorado.
Anaya y Meade se esforzaban por “romper” sin “romper” lo que les hizo quedar atorados en un camino sin rumbo.
Se busca explicar con ejemplos de hechos acontecidos en torno a las campañas electorales las tres situaciones de imitación diferida contenidas en la Teoría Mimética. AMLO fue quien mejor supo gestionar la cuestión de la imitación política, hecho que contribuyó a la cohesión de su movimiento político con sus bases electorales. Anaya y Meade, en cambio, nunca pudieron calar hondo en las bases más profundas de los partidos a los que representaban. En esto también tuvo que ver que López Obrador –para bien o para mal- era un político conocido en todos los rincones del país, mientras que los otros dos eran apenas nombres lejanos e irremediablemente ligados a dos conceptos conocidos, pero con un valor negativo: el PRI y el PAN.
Se refiere el uso apropiado de la narrativa con fines políticos. Los autores dejan de lado el contenido del discurso para centrarse exclusivamente en su utilidad. Sin duda alguna fue López Obrador quien logró construir la narrativa más convincente de todas, no necesariamente la más verídica ni la más honesta ni la más brillante, pero sí la más convincente, y una campaña electoral tiene como máxima finalidad convencer.
Otra vez el pasado jugó en contra de Meade y Anaya, pues toda retorica utilizada chocaba con hechos no muy lejanos en el tiempo que destruían sus discursos. AMLO, en cambio, podía construir su propia Historia sabiendo que el pasado de su movimiento era una hoja en blanco esperando para ser llenada.
Los autores, siempre construyendo sus reflexiones con las herramientas que ofrece la Teoría Mimética de René Girard, explican cómo López Obrador siempre supo encontrar una sana distancia entre los elementos que pudiesen opacar su luz aun cuando le destellaran de frente. A esto se debió al gran margen de maniobra que tenía AMLO para ir de un lugar a otro y camuflarse sin quedar exhibido. Las comparaciones que sus adversarios le hacían con Chávez y Maduro en Venezuela quedaban muy lejanas, en cambio para Anaya y Meade era imposible mantener una sana distancia con la etiqueta de corrupción endilgada al gobierno de Enrique Peña Nieto y la inseguridad que estalló con el gobierno de Felipe Calderón.
Al inicio del sexenio priista, el abanderado del PAN se mostró muy cercano al presidente y fue pieza fundamental en las reformas estructurales que encabezó el Ejecutivo. Sin embargo, cuando estalló la pugna electoral, Anaya rompió con Peña sin entender que, al romper de forma tan abrupta con el presidente, estaba también rompiendo consigo mismo y con su congruencia política, hecho que a la larga le restaría credibilidad.
No hay que olvidar que además de romper con el PRI, Anaya de alguna manera también rompió con el PAN al apropiarse de la candidatura sin consenso y casi por la fuerza.
Se ofrecer al lector una idea general de lo que es la mímesis colectiva, que no es otra cosa que el fenómeno que ocurre cuando dos masas contrarias se imitan mutuamente al fragor de la contienda, tal y como sucede en un estadio de futbol. Una curva empieza un cántico para apoyar a su equipo y la curva contraria responde con un contra cántico que a la larga hace que no se escuche en el estadio más que un ruido inteligible.
Para ejemplificar su idea, los autores se refieren específicamente al PRI y al PAN en su lucha por el segundo lugar de las preferencias electorales, pues AMLO era el claro favorito y entre Anaya y Meade buscaban disputarse quién sería el rival que le pelearía la victoria en la contienda electoral. Al final del día, en lugar de darse una mimesis colectiva del PRI y el PAN contra Morena, se dio una mímesis colectiva del PRI contra el PAN que causó un efecto de anulación que a la larga allanaría el camino para una victoria aplastante de López Obrador y de Morena.
Los autores retoman algunos conceptos teóricos de Anatomía de la Teoría Mimética (2020), como es el caso de la violencia en la Teoría Mimética. Brevemente se explica que, desde tiempos ancestrales, la violencia dosificada suele ser utilizada como antídoto para la violencia fiera de control.
En este contexto, en la política es normal que se tenga que recurrir a cierto tipo de “sacrificios rituales” que sean capaces de contener la ira de los dioses y de la propia ciudadanía ante un hecho determinado. En este sentido, el “chivo expiatorio” sigue siendo una herramienta de uso común en política, muy particularmente en nuestro país, cuya historia siempre ha estado relacionada con sacrificios y rituales.
La violencia fuera de control que se vivía en nuestro país al tiempo que se iba a celebrar la elección de 2018, supuso un ineludible tema de campaña para los tres candidatos punteros. Sin embargo, mientras que para Anaya y Meade era una loza que llevaban a sus espaldas, para AMLO era obsequio de la providencia.
Desmarcado de la violencia por mera cuestión de temporalidad, el novísimo ente político fundado por AMLO pudo darse el lujo de cambiar el enfoque para ganarse a las masas. Mientras que el PRI y el PAN habían luchado en esa “guerra” y cualquier opción que supusiera una tregua significaría una vergonzosa claudicación, AMLO, lejos del campo de batalla y sin las manos machadas de sangre, hablaba de reconciliación y armonía, lo cual, a pesar de ser un discurso vago para afrontar la gravedad de la situación, sí lograba transmitir un mensaje esperanzador para las masas de votantes.
Manteniendo la violencia como tema de fondo, en este apartado los autores destacan la capacidad de López Obrador para saber detectar sus debilidades y contenerlas cuando la ocasión lo ameritaba. De cara a las elecciónes del 2018, AMLO tenía la enorme ventaja de llevar casi veinte años como candidato a la presidencia, lo cual le hacía consciente de sus virtudes, pero también de sus defectos y le daba un gran margen de maniobra para poder, si no modificarlos, sí por lo menos contenerlos y esconderlos durante el tiempo que durara la campaña.
Fue así como ese Andrés Manuel que confrontaba, amenazaba y mandaba “al diablo sus instituciones”, se mimetizó en un hombre de paz y amor que rápidamente contrastó para bien con las propuestas de sus opositores en un país consumido por la violencia.
Una de las cartas que mejor ha jugado López Obrador en su mimetización como un candidato prácticamente invencible, es su uso de los conceptos económicos. En este sentido, los autores explican cómo Andrés Manuel fue construyendo una narrativa económica útilmente distorsionada para dar la impresión de que las propuestas económicas de sus contrincantes políticos iban en contra de los intereses del pueblo. La prudencia económica llena de tecnicismos de la que hablaban Meade y Anaya contrastaba con el derroche de promesas económicas que hacía Andrés Manuel, quien una vez más supo equilibrar su discurso incendiario contra el capitalismo mundial, con las buenas relaciones que ha mantenido con algunos sectores del empresariado nacional desde que fue jefe de gobierno de la capital del país.
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Una de las principales acusaciones que la oposición hacía a AMLO en cualquiera de sus tres intentos por acceder a la presidencia de la República fue su cercanía ideológica con los nacionalismos populistas que desde hace algunos años han pululado por América Latina, muy especialmente con Hugo Chávez y su delfín Nicolás Maduro. En este capítulo se habla justamente de cómo López Obrador supo sacarle provecho a esa inicial desventaja haciendo justamente lo contrario a Meade y Anaya en sus particulares “desmarques”.
Entre más buscaban distanciarse los candidatos del PRI y del PAN de los elementos más oprobiosos de sus partidos, más desconfianza generaban, por lo que AMLO –sin mencionar si eran verdaderos o falsos- no se esforzó mucho por acallar esos rumores, lo cual jugó a su favor al dar la impresión en el electorado de que se trataba de una simple campaña de desprestigio tan infundada como desesperada.
Se hace referencia a los símbolos de igualdad implementados por los tres principales candidatos a la presidencia. Ojo, que estamos hablando de símbolos y no de propuestas viables. En ese sentido, AMLO se ganó a las masas con discursos mucho más simplones pero apasionados, que generaban un notable contraste con los tecnicismos de Meade y Anaya, que cometieron el error de pensar en las elecciónes de 2018 en términos aritméticos sin entender que el contexto nacional era a todas luces más pasional que otra cosa. Así, jugando con el simbolismo y sin ir a lo profundo de la materia, López Obrador logró crear una narrativa diferencial basada en la justicia y la igualdad que logró atraer adeptos a su causa.
En esta sección los autores retoman los apuntes teóricos manejados en Anatomía de la Teoría Mimética (2020) para para extraer el término “titanismo” y analizarlo en la figura de Andrés Manuel López Obrador.
Básicamente, el titanismo en un personaje político consiste en ganarse y mantener el favor popular prometiendo proyectos que, aunque son irrealizables objetivamente, suponen una enorme fortaleza subjetivamente, lo cual a efectos de un gobierno puede ser contraproducente, pero de cara a una elección es extremadamente útil. Y no se trata de prometer imposibles “sin ton ni son”, sino de hacer creer que esos imposibles se pueden poner en práctica. Eso no lo hace cualquiera, y López Obrador lo hizo con creces.
¿Hacia un nuevo sistema político mexicano? Reflexiones sobre los resultados en las elecciones de 2018
Este apartado del libro supone el primero de una suerte de subtema que tiene que ver con el sistema político y los resultados en las elecciones de2018. En términos generales, los autores explican los ciclos en el contexto político de la teoría mimética, dejando entrever que las elecciones de 2018 suponen tal vez un nuevo ciclo en el sistema político mexicano. Sin embargo, dado que todo fin de ciclo supone cambios, algunos incluso violentos en el sentido más benévolo de la palabra, quedan planteadas implícitamente algunas cuestiones respecto a qué tanto ha cambiado y que tanto ha de seguir cambiando el sistema político mexicano.
Los autores destacan los antecedentes más directos del actual sistema político mexicano, ese que permitió un triunfo tan aplastante de López Obrador en las elecciones de 2018. En este sentido, mencionan dos pilares: la instauración de un periodo de gobierno sexenal a partir de la administración del presidente Lázaro Cárdenas; y la reforma político electoral de 1996 (derivada de la gran reforma de 1977), la cual sentaba las bases para un pluralismo político sin precedentes en la historia democrática de nuestro país.
Según los autores, estos dos grandes momentos sentaron las bases de la política mexicana de hoy en día y de alguna manera son los causantes indirectos de que el fenómeno electoral de 2018 haya tenido lugar.
Esta sección del escrito está dedicada al significado del “sexenio” en la política mexicana. Como en pocos países del mundo, en México la temporalidad del ejercicio del poder ejecutivo es un asunto casi de vida o muerte. Influidos por un pasado autoritario traumático y una incurable inclinación hacia el poder absoluto, el sexenio es una delimitación temporal de ese poder pleno que supone la presidencia de la República, lo cual de alguna manera supone el inicio y fin de un ciclo dentro de otro ciclo más amplio y generalizado, pues se pude seguir la misma política, pero nunca encabezada por el mismo hombre, es una regla de oro que ha dado equilibrio a la política nacional. Incluso dentro de un mismo partido y con el que viene elegido por el que se va, cada sexenio ha supuesto históricamente un nuevo ciclo dentro del sistema político mexicano.
Este capítulo está ligado al anterior y en él los autores diagnostican que el resultado electoral e 2018 empeoró gravemente el sistema político mexicano emanado de 1996. Y es que con el triunfo aplastante de Morena y López Obrador el pluralismo político que justamente permitió que AMLO llegara al poder, estalló por los aires y fue borrado de un plumazo. Nunca desde los tiempos democráticos que empezaron a entrar en el país al final de la Guerra Fría, el pluralismo político había quedado tan debilitado de un día para otro, lo cual lleva a preguntarnos si estamos entrando a nuevos tiempos en los que la regla del sexenio, tan respetada incluso en los tiempos del partido hegemónico, pueda verse comprometida.
Se cuestiona de alguna manera la fuerza del sistema político mexicano y la tentación del partido mayoritario en el gobierno de respetar, sin ningún tipo de miramiento, la regla del sexenio que invariablemente se ha mantenido en el país por casi noventa años. Puede parecer una posibilidad aventurada, pero tomando en cuenta el resultado electoral de 2018 y los tiempos de cambio que se viven –por lo menos discursivamente- desde aquella elección, todo es posible. Y dado que los autores se especializan en la Teoría Mimética, se sugiere que dicho cambio no sea abrupto ni por la fuerza, sino que -muy a la sazón de lo que fue la campaña- busque ser mimetizado para dar la impresión de que romper esa regla es lo que más conviene al país.
En este interesante apartado que cierra el libro, los autores nos explican lo que implica un sexenio para un presidente de la República. Y es que la administración sexenal en México supone una suerte de ciclo en el que el poder va de la cima a la sima para quien ostente la investidura presidencial. Un presidente lo es mientras dura su mandato y de alguna manera lo sigue siendo a partir de que desocupa la silla presidencial, con la única diferencia de que, aunque puede seguir ligado a dicho título, ya no podrá seguir ligado al poder, lo cual le deja en una situación de vulnerabilidad que podría ser aprovechada por su sucesor para utilizarlo como “chivo expiatorio”, aunque siempre consciente de que dentro de seis años la rueda habrá dado una vuelta completa.
Las ideas y postulados de los autores se encuentran fundamentadas, además de en las obras más relevantes y significativas de René Girard y sus principales discípulos, en otros teóricos de renombre que han dejado huella en distintas ramas de las Ciencias Sociales.
Aunado a esto, los autores recurrieron a una extensa compilación de revistas y artículos periodísticos concernientes a la temática electoral en la cual se vio envuelto nuestro país tanto antes como después de los comicios del 2 de julio, muchos de los cuales cuentan con una versión en línea que igualmente está citada dentro de la extensa bibliografía utilizada.
Todo ello nos da como resultado más de un centenar de fuentes de información de diversa índole que contribuyeron a dar forma y argumentación al interesante y reflexivo contenido del texto.
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