la danza entre el EJE IZQUIERDA- derecha en suspenso
Las elecciones en Brasil de este domingo 02 de octubre serán resueltas en una segunda vuelta, pese a una participación cercana al 80% del listado nominal brasileño.
156 millones de electores y una población de 215.100.000 habitantes, hacen del mega proceso electoral brasileño, el más importante de América del Sur y uno de los más relevantes del mundo.
Escrito por: José Ojeda Bustamante
Los últimos resultados muestran que, pese al triunfo de Lula, ni Jair Bolsonaro, actual presidente, ni Lula Da Silva, pudieron obtener la mayoría simple necesaria para evitar una segunda vuelta, la cual se realizará el 30 de octubre.
Una mirada a estos resultados nos permite ver con el 99 % de los votos escrutados, que Lula se alzó con la victoria, al obtener un 48.4% (57,258,115 millones de votos) frente al 43.2 % (51,071,277) de Jair Bolsonaro.
Porcentajes que, en un país con las dimensiones de Brasil, representan una diferencia de poco más de 6 millones de votos. Votos que puestos en perspectiva vendrían a ser algo así como prácticamente la población total del estado de Puebla, la cual es de 6.583 millones de habitantes.
Te invitamos a leer: La desconfianza pública en la ciencia y sus consecuencias
Ahora bien, que uno de los dos contendientes no ganara en primera vuelta, era algo que se esperaba, si bien la brecha resultó menor.
A todo esto, ¿Por qué desde las antípodas ver con mirada panorámica y detallada las elecciones en Brasil nos debe de importar?
Por diferentes razones.
Primera. Por el papel relevante que juega en términos económicos este país hermano. Brasil es en términos de PIB nominal, la primera potencia económica de América latina y la tercera de toda América. En términos de poder adquisitivo hasta 2021, la brasileña es la 9.ª economía del planeta.
No es aventurado decir entonces, que el futuro de América se decide en gran parte en Brasil.
Segunda razón. Porque en términos políticos e ideológicos esta elección resulta fundamental, en tanto refleja una realidad cada vez más presente en América, pero también en Europa y en lo que conocemos como mundo occidental:
A saber, la polarización política que se está dando entre un eje que se podría mencionar como el de izquierda-derecha, liberal-conservador o de abajo y de arriba, por mencionar algunas categorías.
Para la izquierda, representa comprender la fortaleza que tienen los grupos de poder en la economía y la manera en que se rearticulan en el espacio político.
Y es que, en Brasil, un país catalogado como un presidencialismo de coalición y un congreso de más de 30 partidos, es de todos conocido que la verdadera fortaleza de Bolsonaro ha sido la de unir a tres grandes grupos económicos, que pese a tener poder político han visto recompensado con creces en la era Bolsonaro su crecimiento en la esfera representativa.
Me refiero al bloque conocido como el de las 3Bs: Bueyes, Bala y Biblia y sus respectivas agendas. El primero porque aglutina a la agroindustria y a los grandes latifundistas. El segundo grupo que concentra a las iglesias protestantes y su agenda contra el aborto, la diversidad sexual, igualdad sexual y una educación cristiana en las escuelas. Finalmente, la tercera B, es la de Bala, en tanto aglutina a los militares, policías y grupos pro-armas.
Grupos que hoy más que nunca bajo un discurso polarizante y conservador rayando incluso en lo falso, ven en Bolsonaro a la figura que los protege del radicalismo populista y criminal con el cual falsamente catalogan a Lula.
En el fondo, algo que es innegable, no sólo para América sino para el mundo es que escenarios de polarización como el que se están presentando, requieren no de enemigos imaginarios sino de frentes concretos.
A saber, el gran problema mundial es ahora el de la desigualdad. Con justa razón. En un mundo donde los ricos cada vez son más ricos y los pobres, más pobres, Nuestra América sigue creciendo en desigualdad.
Desde 1980 a la actualidad, el 1% más rico ha pasado de concentrar el 11% al 20% de la riqueza (dos tercios de todo el crecimiento). En Brasil, por mencionar el caso de estudio que acá se aborda, el dato es alarmante: el 1% más rico controla el 30% de la riqueza del país.
Estamos, pues ante una realidad económica, pero también ante un estado de ánimo colectivo.
Populismo de derechas e izquierdas, fascismos, desigualdad y democracia resultan para América y ahora para el mundo entero categorías no nadas por supuestas, sino sujetas a una constante reinterpretación.
Y es, que muchas veces, lo que puede sonar racional, no necesariamente es verdadero.
Por ello, lector de las antípodas, tomador de decisiones o aspirante a político o a estadista, le pregunto ¿a cómo amaneció el kg de tortilla?
Es decir, sabe o saben lo que le duele realmente al ciudadano.
En la medida en que los actores políticos comprendan esto, podrán dotar de relatos convincentes, pero sobre todo formular respuestas necesarias para darle cauce a esta adolorida nave que se llama democracia.
¿Lo lograrán? Ya lo veremos.
También te podría interesar: Un país que envejece rápido