Los resultados de las elecciones del domingo 4 de junio nos aportan varias lecciones, pero, quizás, la más importante es para los partidos políticos: si quieren tener éxito cuando compiten por las representaciones populares, es fundamental el método para seleccionar a quienes encabecen las candidaturas. Las viejas formas partidarias de imponer a un candidato, hombre o mujer, para encabezar alguna candidatura, han sido rebasadas por la realidad y se tienen que reinventar nuevas estrategias para enfrentar, por un lado, la poca confianza ciudadana de la que gozan los partidos y por la otra, superar la etapa del liderazgo populista que se impone por encima de las instituciones. En este caso, ni mas ni menos que la de un presidente de la República intervencionista en los procesos y que ha impuesto un nuevo calendario electoral para el 2024.
Escrito por: Ruth Zavaleta Salgado
Para sostener la tesis de que el método de selección de los candidatos es determinante, preguntémonos: ¿Qué hubiera pasado si la Alianza “Va por el Estado de México” hubiera hecho elecciones primarias para seleccionar a la candidata en el Estado de México, como lo hicieron en Coahuila? O ¿Qué hubiera pasado si Morena y sus aliados hubieran hecho las mismas elecciones primarias para decidir quién era su candidato en Coahuila, en lugar de lanzar tres candidatos?
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Sin lugar a dudas, los resultados hubieran sido diferentes para las dos coaliciones. En el caso de la Coalición “Va por el Estado de México”, tal vez, la candidata no hubiera sido Alejandra del Moral o, tal vez si, pero de haber hecho elecciones primarias, los diferentes actores del PAN, PRI y PRD que aspiraban a esa candidatura, se hubieran sentido respetados e integrados para sumarse a la candidatura que emanaba de un proceso democrático, incluso, las o los otros candidatos del mismo PRI. Pero eso no sucedió y los partidos aliancistas sólo acordaron que, como el PRI gobernaba, entonces ese partido tenía “mano” para decidir quién fue la candidata.
Peor le fue a Morena y sus aliados en Coahuila, porque se dividieron en tres candidaturas frente a un candidato que si había surgido de un proceso ciudadanizado, es decir, el candidato de “Va por Coahuila”, Manolo Jiménez, no se confió en ser el favorito del Gobernador o de la elite partidaria o, ser el mejor evaluado en los cargos que ha encabezado, sino que se sometió a un proceso de legitimización ciudadana que le dio como resultado ganar con una amplia ventaja electoral del 36% (56.9% de la votación total).
Eso es, precisamente, lo que esta proponiendo el Frente Cívico Nacional (FCN): Que las candidaturas de los partidos políticos, con miras al proceso electoral del 2024, se legitimen con elecciones primarias ciudadanas. Que todos los que aspiran a un cargo de elección popular, antes de ser registrados por los partidos políticos, se sometan al escrutinio ciudadano para legitimar sus aspiraciones. Tal vez, los actores favoritos de la estructura partidaria no logren ser candidatos, pero los partidos si lograrían tener candidatos avalados por los ciudadanos. Quizás, eso no sea determinante para ganar el cargo porque en las contiendas electorales juegan otros factores, por ejemplo, en Coahuila, fue de gran ayuda para el candidato Manolo Jiménez que el Gobernador Miguel Ángel Riquelme Solís, tenga tan buenos resultados de su administración en materia económica y de seguridad pública; y, por supuesto, también influyó la división de Morena-PT-PVEM; cosa contraria en el Estado de México, en donde el Gobernador Alfredo del Mazo no se expresó abiertamente a favor de la candidata de su partido como si lo hizo, descaradamente, el presidente de la República por la de la candidata Delfina Gómez de la Coalición “Juntos haremos historia en el Estado de México”; además, la administración cierra con malos resultados en varias materias, inseguridad y violencia homicida son sólo dos ejemplos.
Cabe señalar que, la alternativa contraria a la selección ciudadanizada de candidatos de los partidos políticos, por medio de elecciones primarias, es la que va a realizar Morena. Ya lo dijo el presidente de la República en esta semana. Las corcholatas y otros aspirantes aliancistas de ese partido, van a renunciar a sus cargos y van a dedicarse de tiempo completo para promoverse (pero sin debatir), para, finalmente, mediante encuestas, decidirán quién va a encabezar la candidatura de la presidencia de la República, pero, además, no solo eso, sino también, a quienes van a encabezar las Cámaras de Diputados y Senadores, es decir, todos tendrán cargo para mantener la unidad. Vale preguntarse en este punto: ¿quién cree en las encuestas después de lo que paso en la contienda del domingo pasado? Todo parece indicar que la mayoría de las encuestas estaban “cuchareadas”, de otra forma, ¿cómo se pueden explicar las diferencias de porcentajes de las encuestas y el resultado final entre el candidato o candidata triunfadora y la o el perdedor en el Estado de México y Coahuila? Algunas marcaron hasta 20% de diferencia a favor de la Coalición “Juntos haremos historia en el Estado de México”, desde el inicio hasta el final de la contienda, incluso, algunas éstas, siguieron manteniendo esos números el día de la elección, no obstante, la diferencia fue de 8.3%. Lo mismo sucedió en Coahuila, al candidato de la coalición “va por Coahuila” solo le daban 28% de diferencia y ganó con una ventaja del 36%.
Además, todo parece indicar que ni las mismas corcholatas y aspirantes a la candidatura presidencial de Morena y aliados, están convencidos con este método, o por lo menos eso han declarado algunos de ellos, eso lo sabremos cuando termine su Consejo Nacional, que esta sesionando en este momento que estoy escribiendo esta columna.
Finalmente, no quiero dejar de mencionar que, si bien es cierto, el FCN ya lanzó el reto de la consulta ciudadana de candidatos para el 27 de agosto y ya instaló un Consejo electoral integrado por distinguidos personajes como Leonardo Valdés Zurita, expresidente del IFE y Federico Reyes Heroles, los partidos políticos aliancistas (PRI-PAN-PRD) informarán su método el 26 de junio.
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