Le emergencia epidémica está obligando a reprogramar gran parte de la vida social, religiosa y política nacional. Se suspenden eventos masivos tradicionales, como las peregrinaciones, los espectáculos, los desfiles, las manifestaciones, las fiestas concurridas y demás concentraciones de más de 50 personas. Incluso las sesiones de trabajo o de docencia se canalizan a través de los medios electrónicos. Sólo las actividades “esenciales” se mantienen, aunque deseablemente con medidas sanitarias y de sana distancia, como el comercio y la producción de bienes básicos. Eso nos obliga a pensar en elecciones y pandemia
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Lo mismo sucede en los ámbitos educativo, productivo, financiero y, por supuesto, político. No es para menos: las concentraciones humanas son caldos de cultivo para la propagación del mortal virus.
En Guanajuato estamos a poco más de cuatro meses de iniciar el proceso electoral, que la ley local vigente ordena, en su artículo 87 segundo párrafo, sea “dentro de la primera semana de septiembre del año anterior a aquél en que se celebren las elecciones locales ordinarias”—, y el 174 segundo párrafo, “la etapa de preparación de la elección se inicia con la primera sesión que el Consejo General celebre durante la primera semana de septiembre del año previo a la jornada electoral.”
Antes de la reforma electoral del 2014 los procesos locales en nuestra entidad comenzaban en la primera quincena del mes de enero del año electoral. Eso dictaba el código vigente entonces en sus artículos 61 y 174.
El riesgo de la pandemia no termina
Nos acercamos al inicio del proceso todavía sin llegar al clímax de la pandemia en el país y la entidad. En algunos estados se ha pospuesto el inicio formal de los trabajos en algunos meses, en previsión de lo que pueda ocurrir en las siguientes semanas. Otras ya tenían plazos más acotados. Con los ordenamientos actuales, una docena de estados iniciaríamos nuestros procesos comiciales en septiembre, siete en octubre, cuatro en noviembre, cuatro en diciembre y cinco en enero próximos. El Estado de México, por ejemplo, demoró su inicio en cuatro meses, hasta enero; en Baja California lo distanciaron de septiembre a noviembre; en Querétaro se dieron un mes más, para octubre. Yucatán y Sinaloa están analizándolo.
El INE planea iniciar el proceso federal el 7 de septiembre. En Guanajuato, los trabajos de calendarización y tejido de acuerdos con el instituto nacional están muy avanzados. No sé qué evolución plantee la pandemia, pero no considero ocioso ir planeando escenarios alternativos. La reforma electoral local aprobada ayer por nuestro Congreso mantuvo las fechas originales, pero una situación de emergencia podría dar lugar, en mi opinión, a medidas que permitan garantizar la salud de los miles de trabajadores y ciudadanos que son movilizados para atender la operación del proceso. En octubre se tiene que instalar los 46 consejos municipales y los 22 distritales.
La democracia es una tarea de multitudes, nos enseñó Atenas. El voto en México es todavía personal, intransferible, material y sincrónico. Eso implica la presencia física de funcionarios, ciudadanos y trabajadores en multitud de sesiones grupales definidas en el calendario de acciones. En particular me inquietan los meses iniciales, pues he leído la opinión de expertos epidemiólogos que auguran posibles repuntes de la pandemia al menos hasta el próximo año, como en efecto está sucediendo en países como los Estados Unidos, Alemania, Corea y la misma China.
Por eso conviene una planeación multifactorial y de escenarios, pues como reza el viejo proverbio inglés: “espera lo mejor, prepárate para lo peor y acepta lo que venga…”
Sobre el autor
(*) Antropólogo social. Consejero electoral del Instituto Electoral del Estado de Guanajuato. Profesor ad honorem de la Universidad de Guanajuato. luis@rionda.net www.luis.rionda.net www.rionda.blogspot.com
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Frase clave: Elecciones y pandemia