Una forma en la que puede manifestarse y analizarse un entorno polarizado y su reflejo en las elecciones es cuando, existiendo dos polos político-electorales, una mitad vota por una de dichas alternativas y la otra mitad se decanta por la opción contraria. Quizá el ejemplo más reciente y evidente de esta aparente polarización, expresada en las urnas, es el resultado de la segunda vuelta en la elección presidencial en Perú, el pasado 6 de junio, en la que Pedro Castillo obtuvo 50.2% y Keiko Fujimori alcanzó 49.8% (aunque el resultado oficial definitivo aún está pendiente ante la resolución de impugnaciones presentadas por Fujimori). En sistemas bipartidistas es más probable que, en ciertos contextos, se presenten este tipo de resultados. Pero en los sistemas multipartido la diversidad de opciones distribuye, a veces incluso pulveriza, las preferencias del electorado en varias alternativas y no solo en dos.
Autor: Roberto Castellanos. Síguelo en Twitter: @Robcastellanos [i]
La premisa de la polarización política
Si se acepta esta premisa sobre polarización política y su traducción en elecciones, una manera de observar la supuesta polarización social que se vive en México en la elección del pasado 6 de junio, sería identificar resultados electorales en los que la votación estuviera dividida en las dos alternativas electorales que el discurso político predominante ha venido construyendo en años recientes, es decir, entre la coalición Juntos Hacemos Historia (JHH) y la alianza Vamos por México (VxM).
A continuación, comparto algunas cifras sobre este análisis, para los resultados de la elección de diputaciones federales, a nivel de casilla, con base en los cómputos distritales (los resultados definitivos de la elección, aunque aún impugnables ante el Tribunal y dependientes de los hallazgos de la fiscalización que lleva a cabo el Instituto Nacional Electoral).
Lo que se puede observar en la gráfica 1 es la proporción de casillas a nivel estatal y nacional en las que la coalición JHH y la alianza VxM ganaron por una diferencia entre una y otra de 5% o menos.[ii] Con fines de brevedad y sencillez en el análisis, llamemos a este tipo de triunfos alcanzados por márgenes estrechos, entre dos alternativas político-electorales, como “resultados o triunfos polarizados”.
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La distribución de los triunfos
A nivel nacional, 11% de las casillas registró este tipo de resultado; en 5.9% de los casos le fue favorable a JHH, frente a 5.2% que favoreció a VxM. En otras palabras, solo en 1 de cada 10 casillas instaladas para la elección del pasado 6 de junio, se observan resultados polarizados entre las dos alternativas políticas mencionadas.
Este simple dato sugiere que la aparente polarización política y social, se tradujo solo de manera marginal en resultados electorales divididos o segmentados por mitades, a nivel nacional, para la elección de diputaciones federales.
¿Cómo se distribuyeron este tipo de triunfos por márgenes estrechos, o polarizados, entre ambas coaliciones en los estados del país? En el caso de la coalición JHH, los estados en los que se registró una proporción mayor de casillas con triunfos estrechos o polarizados son Campeche (9.7%), Estado de México (9.7%) y Tamaulipas (9%).
Para el resto de los estados, la proporción de casillas con resultados polarizados, o triunfos estrechos (con diferencias iguales o menores a 5% entre ambas coaliciones), oscila entre 1.3% (Tabasco) y 8.8% (Jalisco). respecto de la alianza VxM, las entidades en las que ésta obtuvo una proporción más alta de casillas con triunfos polarizados son Estado de México (8.5%), Tamaulipas (8.5%) y Baja California Sur (8.5%).
De nuevo, la desagregación por entidad federativo de casillas con triunfos polarizados sugiere que se trata de un tipo de resultado marginal, en ningún caso igual o superior a 10% de las casillas de cada entidad.
Ejemplo del voto diferenciado
En Ciudad de México (CDMx), entidad cuyos resultados de las elecciones locales cayeron en la lógica de una narrativa de aparente polarización, a nivel de alcaldías, las cifras sobre triunfos estrechos o polarizados entre las dos principales coaliciones en distritos electorales federales muestra que esa visión de polarización es mucho menos aguda de lo que se ha planteado.
La coalición JHH obtuvo triunfos con márgenes estrechos iguales o inferiores a 5% en solo 869 actas-casillas (6.6% de las 13,206 de CDMx), mientras que VxM obtuvo triunfos con márgenes similares en 741 actas-casillas (5.6% del total).
Sin duda, el electorado de Ciudad de México hizo un voto diferenciado entre las candidaturas locales (alcaldías y diputaciones de CDMx) y las federales (Cámara de Diputados). Pero también es cierto que la supuesta polarización entre la ciudadanía, expresada en memes con murallas divisorias, no solo es absurda, sino que difícilmente se sostiene al ver los resultados de las elecciones como los que se muestran aquí.
Un último dato interesante. Las casillas urbanas (109,338 en todo el país) presentan una proporción comparativamente mayor de casillas con resultados polarizados que las no urbanas: 11.7% vs 9.9%. El patrón se mantiene tanto en los triunfos obtenidos por JHH como por VxM, en ambos tipos de casillas: mayor proporción, en ambos casos, en casillas urbanas frente a las no urbanas. En otros términos, parecería haber una competencia político-electoral más intensa, acaso solo marginalmente, en ámbitos urbanos que no urbanos (gráfica 2).
Reflexiones finales
La discusión sobre la polarización política en nuestro país requiere de diferentes miradas y evidencias de distintas fuentes. Solo así podremos confirmarla, si acaso, y ubicar su origen y profundidad. Con las cifras presentadas aquí, resultado de las elecciones federales del 6 de junio pasado, parecería que la polarización no ha echado del todo raíz en la sociedad mexicana, no al menos en su expresión político-electoral, a pesar del ecosistema discursivo que insiste en ello.
Es indudable que en México hay discursos y relatos polarizantes, y que, en una sociedad como la mexicana, con graves problemas de desigualdad económica, discriminación social e injusticias, ese discurso pude afianzarse o incluso avivar pulsiones conflictivas con relativa facilidad. Por fortuna, visto desde una óptica electoral, éste (aún) no parece ser el caso, a pesar de los discursos que lo describen de otra manera.
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[i] Profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM y asesor en la Presidencia del Consejo General del INE.
[ii] Se consideran 163,666 actas-casilla, tal como se registran en los resultados de los cómputos distritales de la elección federal del 6 de junio pasado.