De acuerdo con los datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (NEGI), al cierre del cuarto trimestre del 2022 había 58.34 millones de personas ocupadas en el país. De esa suma, 34.69 millones son hombres y 23.65 millones son mujeres. Este dato pone de inmediato de relieve las desigualdades que persisten en el acceso de las mujeres a los empleos, respecto de sus contrapartes masculinas pues, en términos relativos, del total de la población económicamente activa (PEA) ocupada, 59.46% son hombres y 40.6% son mujeres.
Escrito por: Mario Luis Fuentes
Del total de personas ocupadas en el territorio nacional, hay 3.27 millones que no reciben ingresos por el trabajo que desarrollan. Son generalmente mujeres adultas, o niños y niñas empleados en negocios familiares. De esa cantidad en 1.55 millones de casos las trabajadoras son mujeres, es decir, el 47.5% del total, mientras que 1.71 millones son hombres, es decir, el 52.5% del total.
Según los datos del INEGI, habría además 17.91 millones de personas que perciben hasta un salario mínimo mensual; de ellos, 8.74 millones son hombres (48.8% del total); mientras que 9.17 millones son mujeres, es decir, representando el 40.6% de la fuerza laboral, en ellas se concentra el 51.2% de quienes perciben hasta un salario mínimo por su trabajo. En el siguiente rango laboral, que va de uno y hasta dos salarios mínimos, hay 19.77 millones de personas; de ellas, 12.7 millones son hombres (64.3%) y 7.067 millones son mujeres (35.7%).
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En contraste, en los estratos más altos de ingreso laboral, el INEGI identificó que habría solo 890,731 personas que ganan cinco o más salarios mínimos mensuales; siendo 640,811 hombres (71.9%), mientras que 249,920 son mujeres, es decir, apenas el 28.1% del total nacional.
Lo que estos datos muestran es que la pobreza laboral afecta mayoritariamente a las mujeres, pues siguen teniendo menos acceso a los empleos; y cuando lo pueden hacer, siguen teniendo acceso a los puestos de menor relevancia jerárquica y de prestigio social.
Si bien es cierto que esta cuestión está determinada por la estructura económica general del país, hay medidas que podrían contribuir a generar mayores condiciones para la efectiva garantía del derecho a la igualdad en el país; además de que, al ser medidas sustentadas en una perspectiva de derechos, tendría un impacto positivo directo en otros grupos de población.
Por ejemplo, transitar a un sistema educativo nacional de cobertura universal, con horario de tiempo completo. Es decir, que todas las escuelas del país, en todos los niveles educativos, recibieran a las niñas y niños a las 7 de la mañana, y tuviesen como horario de salida las 17:00 horas.
Esta sola medida permitiría conciliar de mejor manera la vida laboral con la vida familiar; permitiría abatir los inmensos rezagos que mantenemos en aprendizajes y metodologías de trabajo; se emplearía a centenares de miles de personas; se reduciría drásticamente la mortalidad infantil por accidentes y omisión de cuidados; podría erradicarse el trabajo infantil; pero, además, se erradicaría el hambre, se reduciría la obesidad infantil y podría pensarse en el inicio de la reversión de las tendencias de obesidad y sobre peso, así como de enfermedad por diabetes e hipertensión arterial.
Los costos de un sistema así podrían compensarse con la reducción de los gastos en el sistema de salud, pues las enfermedades mencionadas, además de otros tipos de cáncer asociados a la malnutrición, constituyen la mayor carga financiera presente y futura para el sistema de salud.
Lo que es evidente es que no puede mantenerse esta estructura de desigualdades; y tampoco puede pensarse que es solo mediante la transferencia de recursos o la elevación del valor del salario mínimo como se resolverá estructuralmente el problema. De tal manera que, quien sea la o el nuevo titular del Ejecutivo Federal en 2024 tendrá que entender que transformar al país requiere de tiempo, recursos, pero sobre todo, de una gran audacia e imaginación para transformar al gobierno para que pueda liderar la transformación que le urge al país.
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Frase clave: empleos dignos, empleos precarios.
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