por Armando Barriguete Meléndez
La obesidad es muy grave a nivel global, y en especial en México preocupa el nivel actual y la velocidad de crecimiento en los últimos 30 años: ocupamos de los países de la OCDE (2009) el segundo lugar de mujeres –después de los Estados Unidos–; y el tercero en hombres –después de Estados Unidos y Nueva Zelanda– y en niñas y niños de 5 a 17 años, después de Grecia y Estados Unidos.
El 30% de los alumnos de primaria y 32% de secundaria (ENSE, 2010) padecen obesidad, así como más del 60% de los adultos, y los de entre 50 y 59 años de edad, hasta un 78% (ENSANUT, 2008). La obesidad y el sobrepeso disparan las Enfermedades Crónicas No Transmisibles (ECNT), destacando la Diabetes Mellitus tipo 2 (del 7% al 14% de la población), anteriormente llamada del adulto y que hoy la padecen menores.
Efectos
El sobrepeso y la obesidad generan graves problemas físicos (ECNT), emocionales y sociales. En comparación con las personas que tienen un peso normal, las personas con sobrepeso (IMC entre 25-29.9) tienen el doble de riesgo de desarrollar diabetes. Las personas con obesidad (IMC entre 30-34.9) tienen más del triple de riesgo, y las personas con obesidad tipo II (IMC mayor de 35) tienen 6 veces mayor riesgo. En comparación con una persona que no ganó peso en un lapso de 10 años, aquellas personas con una ganancia de peso de 6 a 9 kilos duplican el riesgo de padecer DM-2, y las que aumentaron 20 kilos cuadruplican el riesgo de padecerla. La diabetes es un factor de riesgo para enfermedad cardiovascular, ceguera, insuficiencia renal y las amputaciones no traumáticas.
Asimismo, los efectos económicos en la persona, familia y Estado llegan a ser los llamados “gastos catastróficos”, que pueden llevar al empobrecimiento personal y a la bancarrota de la familia, pero incluso al Estado. La unidad de análisis económico de la SS (2011) calculó el impacto financiero estimado de la atención médica atribuible al sobrepeso y la obesidad en 2008 en 54,083 millones de pesos; equivalente al 0.5% del PIB 2007; 10.8% del gasto total en atención médica en salud de 2006; 18.5% del gasto programable de la Secretaría de Salud para 2008. En 2008, la pérdida estimada de ingresos por muerte prematura atribuible al sobrepeso y la obesidad ascendió a $25,099 millones de pesos, cantidad equivalente al 0.2% del PIB, 2007, y para 2017 pueden duplicarse estas cantidades y generar una bancarrota del sector salud.
En Estados Unidos, para 2020, el costo directo e indirecto de la obesidad será de 300 billones de dólares. Hace cinco años pensar en que España o Europa estaban en riesgo de una bancarrota era impensable, pero los bancos centrales ya lo sabían y no alarmaron a los consumidores, prefirieron apostar al consumo, que pudiese salvarlos de dicho déficit. México tiene un grave riesgo.
Derechos humanos y garantías
Se corre el riesgo que en 2017 el Estado no pueda cumplir con el Artículo 4º de nuestra Constitución Política: “Toda persona tiene derecho a la protección de la salud”; ni el párrafo 1 del Artículo 25 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, que prescribe que “toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios”.
Y es claro para todos que este problema no lo resuelve ni el Seguro Popular.
Va a ser una de las prioridades del próximo gobierno, y es una gran oportunidad para propiciar, guiar y aprender de la “Participación Social”.
Todos
Es importante recordar que todos tenemos el grave problema de la “obesidad”, directa o indirectamente, incluso los de peso saludable, puesto que están en riesgo de padecer sobrepeso los próximos años, dado el “ambiente obesogénico”(II), ya que el entorno en México no facilita la actividad física, la ingesta de verduras y frutas o del agua simple potable, y las porciones son cinco veces mayor que hace 30 años, lo que dificulta el usar menos, sal, azúcar y grasa.
Política pública
Una que hable, actúe y proteja la vida, derechos y libertades de la persona y su familia, y promueva el bienestar. Las políticas públicas tienen tanto que proteger a la persona como a la familia, y también ayudarla a cambiar y a elegir saludablemente, promoviendo un entorno saludable. Un sólo camino no permite el crecimiento como sociedad.
Y vemos pocas acciones incluyentes de las ONG. No olvidar a los grandes actores, “Educación y Salud/Salud y Educación”, y ciertos socios fundamentales: juventud, deporte y agricultura. En Francia encontraron una combinación interesante al crear el ministerio de la “Salud, Juventud y Deporte”. Unir a todos los actores hoy es fundamental, y FUNSALUD trabaja una estrategia interesante.
Participación social
Las ONG, organizaciones sociales espontáneas, no gubernamentales y, en especial, las sin fines de lucro, jugarán un rol importante en esta siguiente época, y hay mucho que aprender de ellas, porque serán las traductoras, pues contienen la opinión, preocupación y respuestas de lo cotidiano de diferentes poblaciones, y en especial de las vulnerables, y pueden contestar cuáles son sus preocupaciones, cómo se ocupan y cómo hay que comunicarse. Básico en la cruzada por los hábitos saludables.
Habrá que unir a esta cruzada o caminata para los próximos 30 años los esfuerzos de las organizaciones públicas, privadas y sociales, dirigidos por el Estado, con bases claras, pero siempre incluyentes, sustentadas en la prevención. Podemos rehilvanar entre todos un tejido social mexicano, sólido, versátil, colorido, divertido, musical e incluso ruidoso, sabio, reverente, solidario, generoso y bravo. Pero necesitamos un liderazgo público y privado, atento a lo social para impactar en lo cultural hasta lo económico, recordando que nuestro objetivo es la persona y en especial la “vulnerable”.
De lo contrario, seguiremos navegando entre islas, unas mayor o menormente flotables, lo que no puede durar tanto. Es preciso recordar que la obesidad es una urgencia que encendió la mecha, y México tiene el tiempo contado para hacer un gran cambio al desarrollo social o a la bancarrota.
Optimizar
La buena noticia es que México está listo para el cambio, y urge la guía para una “Participación Social Mexicana”, y concentrarnos en las “intervenciones basadas en la comunidad”, y de esta manera promoverla, aprender de todas y cada una de ellas, ya sea en la casa, la escuela, el trabajo, el parque o el estadio, o incluso en el municipio. Que sean prioridad del Estado y adecuadas a cada uno de los estados de la República.
Fondos
Que se invierta realmente en la prevención y las intervenciones exitosas del 20% del presupuesto en salud y educación sean su prioridad, apoyados en el convenio SEPSS (2012); asimismo, coordinar acciones a través del Consejo Nacional para la Prevención de las ECNT (DOF 11/09/2011), que es intersectorial y genera un liderazgo del Estado con la posibilidad de enlazar a las principales secretarías y vincularlas con los estados, el ANSA, y otras.
Siguiendo con Fuentes, si nos recargamos en México podemos crecer la “Cultura de la Participación Social”: “El cántico aplacador aleja los peligros del fuego. Un objeto útil para vivir se convierte en un objeto útil para sobrevivir”.
Referencias:
I. Fuentes, C. 2006. Arte del Pueblo. Manos de Dios. Museo de Arte Popular. p.35
II. Swingburn, B, et. al.. 1999. Dissecting obesogenic environments: the development and application of a framework for identifying and prioritizing environmental interventions for obesity. Prev Med 29: 563-570.
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