Un proyecto de gobierno fracasa, no sólo cuando falla en la instrumentación de estrategias y acciones; sino que el fracaso es aún mayor cuando el proyecto no se estructura con base en visiones sectoriales que respondan adecuadamente a las prioridades que determina el estado de cosas en un área determinada.
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Es el caso de la cuestión ambiental en la llamada 4T; y es que el fracaso está dado no porque el programa Sembrando Vida sea una calamidad, sino porque en general, la 4T carece en lo absoluto de una visión integral y pertinente respecto a las cuestiones ambientales, para enfrentar los inmensos retos y dilemas del cambio climático, el calentamiento global, el deterioro de los ecosistemas y la pérdida masiva de la biodiversidad.
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En efecto, desde el mensaje del triunfo electoral, no se le conoce al presidente López Obrador ningún documento estratégico, ningún discurso ejemplar, ninguna idea relevante, en materia de protección, cuidado y conservación del patrimonio natural de México.
Así las cosas, con base en las estrategias y acciones implementadas por esta administración federal, México está en franca ruta de incumplir el compromiso de tener una tasa de deforestación de cero en el marco de los Objetivos del Desarrollo Sostenible, pero también de los Acuerdos de París en materia medioambiental.
De hecho, el desdén presidencial a la agenda medioambiental ha trasminado en el Gabinete, en las diferentes Secretarías responsables de las políticas públicas que deberían estar instrumentándose para dar cumplimiento integral a los Objetivos 1, 6, 7, 11, 12, 13, 14 y 15, los cuales se encuentran interrelacionados.
No debe olvidarse que la primera Secretaria del Medio Ambiente fue Josefa González Blanco, quien renunció luego de retrasar mediante el abuso de autoridad el despegue de una aeronave, pero peor aún, quien dio una entrevista en la que, en su casa, se veían unos colmillos de elefante como objetos de ornato.
En su lugar, el segundo Secretario del Medio Ambiente fue Víctor Manuel Toledo, quien además de haber llegado al cargo proponiendo un conjunto de extravagancias, terminó renunciando a raíz de sus ácidas críticas a la propuesta del presidente López Obrador y la llamada 4T. En su lugar fue nombrada María Luisa Albores. De sus actividades como Secretaria poco se sabe públicamente desde su nombramiento.
Dentro de un mes se cumplirán los primeros tres años del triunfo electoral de López Obrador. Esto quiere decir que le queda muy poco tiempo para corregir el rumbo. Pues para una mejora sustantiva se necesitaría que nombrara en esa cartera a una experta o experto que no sólo tenga el reconocimiento por su trayectoria académica, sino que además cuente con la capacidad de convocar a la sociedad a la construcción de una nueva cultura de convivencia y de respeto a la casa común de todas y todos.
En el mejor de los casos, los datos disponibles muestran que al cierre de esta administración estaríamos como cuando inició. Lo cual, en esta materia, es en realidad un retroceso: porque no hay una visión ni proyecto de transición energética; porque no hay un proyecto integral de rescate de los ecosistemas; porque se carece de una estrategia integral de cuidado y saneamiento de agua; y porque tampoco hay la voluntad política para hacer un esfuerzo presupuestal extraordinario y atender agenda, que es de las de mayor prioridad económica, social y ética.
En esta administración renunció a construir acciones para frenar la crisis civilizatoria que implica el ser responsables de la extinción masiva de especies de todo tipo. Por eso no es exagerado sostener que, materia ambiental, la 4T ya fracasó.
Investigador del PUED-UNAM www.mexicosocial.org
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Frase clave: En lo ambiental, la 4T ya fracasó
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