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El espejo de nuestra indignidad: la ENADIS 2022

La Encuesta Nacional sobre Discriminación 2022 (ENADIS) es un espejo actualizado de nuestras intolerancias, prejuicios, estereotipos, rechazos sociales, estigmas, retrasos culturales y otras actitudes colectivas, personales, grupales e institucionales, que nos mantienen como una sociedad excluyente y discriminadora que impone barreras al cumplimiento de los derechos y al desarrollo pleno de todas las personas.

Escrito por:  Enrique Provencio D.

La nueva entrega de este ejercicio realizado por el INEGI, y presentado el pasado 25 de mayo, revela que, utilizando los indicadores comparables, la prevalencia de la discriminación aumentó de 2017 a 2022. https://bit.ly/43xCVck .  En esos cinco años el porcentaje de la población mayor a 18 años discriminada por cualquier condición personal, pasó de 20.1 a 23.7 por ciento y, como enfatizó la presidenta del INEGI, fue un incremento generalizado en el país entero. En el caso de la mujeres, casi 25 de cada 100 sufrieron discriminación en 2022.

La ENADIS 2022 ofrece un diagnóstico muy amplio de nuestra indignidad. La Constitución en el último párrafo de su artículo primero determina: toda discriminación queda prohibida, atenta contra la dignidad humana, y anula o menoscaba los derechos y libertades.

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Antes de explorar los hallazgos de la ENADIS, que son muchos y muy significativos, sugiero considerar la actualización que nos ofrece como una oportunidad de diálogo y entendimiento colectivo para revisar los resultados alcanzados en la prevención y eliminación de la discriminación.

La Ley para Prevenir y Eliminar la Discriminación fue expedida el 11 de junio de 2003, y con ella fue creado el Consejo Nacional que debe promover y coordinar las políticas  para el trato digno e igualitario de todas las personas. La ley ha sido reformada en la mayor parte de sus artículos y el consejo ha pasado por diversas etapas. Inició con ímpetu y programas innovadores bajo la presidencia de Gilberto Rincón Gallardo, continuó trabajando con reconocimiento a su espacio, recursos presupuestales y relativa independencia, hasta que fue puesta en duda su existencia en 2020 y permaneció sin presidencia durante año y medio, cuando fue nombrada la titular que ahora lo dirige.

A pesar de que en forma colectiva compartimos la necesidad de prevenir y eliminar la discriminación, esta tarea adquirió en los años recientes un sesgo riesgoso al quedar en el centro de las tensiones políticas. Han sido recurrentes las asociaciones entre conservadurismo, racismo, clasismo y discriminación, cuando se proclama que hoy ya no se incurre en estas prácticas desde el poder y que las políticas y programas públicos evitan la exclusión que prevalecía en el pasado.

Pues bien, la ENADIS 2022 confirma no solo el ya referido aumento de la prevalencia de la discriminación, sino también la permanencia de un elevado nivel de exclusión de los grupos más vulnerados, incluyendo el acceso a programas y servicios públicos. La discriminación tiene un núcleo profundamente arraigado en las estructuras sociales y económicas, o en las mentalidades y los comportamientos, pero también posee rasgos muy dinámicos asociados al cambio cultural y político, a los modos de interacción y a otros factores que la vuelven un fenómeno cambiante.

A 20 años exactos de que inició esta etapa abierta por la Ley para Prevenir y Eliminar la Discriminación se impone una revisión cuidadosa de nuestros avances, que sin duda los tenemos, de las resistencias, quizá de algunos retrocesos, de la aparición de nuevas formas de exclusión o de crímenes de odio, de los cambios de nuestros estereotipos, del resultado de las políticas que hemos ensayado como país y, sobre todo, de las estrategias que podríamos emprender para prevenir mejor y reducir, más y más rápido, la prevalencia de la discriminación hasta eliminarla, al menos para abatirla hasta donde sea humanamente posible.

A esto me refiero al comentar que la nueva información nos da una oportunidad de diálogo y entendimiento colectivo, con un debate informado y orientado por el interés público y social de enfrentar mejor la discriminación. Algunos aspectos muestran que sí hay un cambio generacional positivo, con una mayor tolerancia a la diversidad, menor permisividad a la discriminación y una reducción de estigmas y estereotipos en los grupos más jóvenes, que ya crecieron en estas dos décadas.

Otros elementos revelan que, aunque hay mejor aceptación de medidas a favor de la inclusión, el acceso efectivo a los derechos continúa siendo muy limitado para los grandes grupos vulnerados. Así como hay una mayor tolerancia religiosa, siguen registrándose un elevado incumplimiento de los derechos de las trabajadoras del hogar y nuevas expresiones de xenofobia. (Continuará).

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