por Gerardo Orantes
Una manera de medir la salud democrática de un país es mediante la precisión de las encuestas. En un escenario idóneo, la intención de voto registrada debería ser muy similar a la acción de voto en el día de la elección, entre otras razones, porque esta relación intuye la ausencia de fraudes electorales, un estigma que sigue presente en nuestro país
El INE auspició una elección libre —hasta el momento— de abusos de autoridad o casos de posible fraude electoral, y gestionó un conteo rápido que logró ofrecer a la ciudadanía una aproximación bastante acertada de los resultados electorales minutos antes de las 23:00 del 1º de julio, con una muestra de apenas 7 mil 500 casillas.
Por otro lado, la efectividad de las encuestas se hizo presente desde el comienzo. A partir de enero de 2018 (previo al comienzo oficial de las campañas), capturaron tanto el orden resolutivo de los candidatos como la naturaleza de la elección: que no fue, en ninguna fase, una contienda cerrada. En ese sentido, México acaba de constatar la salud de su democracia.
A las 9:00 del lunes 2 de julio, con 93.56% de las actas capturadas, el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) dictaminaba que López Obrador contaba con 52.96% de los votos, Ricardo Anaya con 22.49%, José Antonio Meade con 16.40% y Jaime Rodríguez Calderón, “El Bronco”, con 5.13 por ciento. Contrastando estos resultados preliminares con el pronóstico realizado por GPPolls, Anaya se ubicó levemente por debajo de su límite inferior, AMLO en el linde de su límite superior, al igual que “El Bronco”, y Meade, a diferencia de los demás, 2.6% por debajo de su límite inferior.
Este fenómeno se debe a que, en conjunto, las encuestas sobreestimaron la preferencia del candidato priista: todas las casas encuestadoras le confirieron una popularidad que no se vio reflejada en las urnas.
En el caso de AMLO, el pronóstico no fue del todo certero debido a que algunas encuestas subestimaron la intención de voto para el candidato de la coalición Juntos Haremos Historia. Destaca el caso de Suasor, encuesta que en su última entrega le otorgó a AMLO 42% de intención de voto, casi 11 puntos por debajo del veredicto popular recabado por el PREP.
En Gerencia del Poder, desde el mes de marzo, GPPolls pronosticó un 95% de probabilidad para la victoria de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), misma que, conforme se acercó el día de la elección, no hizo más que crecer (a partir del 13 de mayo nuestro pronóstico fue de 99 por ciento).
Evolución de la opinión pública
La evolución de la opinión pública es la principal narradora de la contienda electoral. Es esta la que define los trazos de las gráficas con las cuales convivimos a diario. Cimas y simas dependen completamente de la compleja realidad que les da vida y, por ello, como nos han demostrado las encuestas, suelen ser temporales.
Toda campaña electoral está marcada por eventos que viran las preferencias, unos con mayor enjundia que otros, y señalarlos clarifica los porqués detrás de las decisiones que toma la ciudadanía.
Andrés Manuel López Obrador
El candidato de Juntos Haremos Historia tuvo su peor momento a fines de 2017 y principios de 2018. En este periodo, su preferencia de voto agregada le confería 35.9% de aprobación. Una de sus posibles causas es el debate que se suscitó en torno a la propuesta de amnistía, así como muchas de las fake news que vinculaban al candidato tabasqueño con el gobierno ruso, mismas que propiciaron la famosa frase “ya no soy el ‘Peje’, ahora soy ‘Andresmanuelovich’”, expresada el 18 de enero de 2018.
Desde esta sarcástica aparición, AMLO no registra otra caída considerable hasta —quizá— principios de junio, cuando decae 1% en las preferencias electorales.
Sin embargo, aunque su crecimiento fue constante, el salto más grande se dio justo después del segundo debate, cuando resguardó su cartera de Ricardo Anaya durante una confrontación que propició el candidato de la coalición Por México al Frente. En los resultados de las encuestas publicadas del 4 de mayo al 2 de junio, AMLO transitó de 44.6% a 51% de popularidad a nivel nacional.
Ricardo Anaya
El aspirante a la presidencia de la coalición Por México al Frente tuvo un sostenido incremento en la preferencia electoral desde que arrancaron las precampañas. Sin embargo, las encuestas registraron su primera caída considerable a principios de marzo. La causa más factible apunta al escándalo de lavado de dinero en el cual se vio involucrado, mismo que salió a la luz por primera vez el 16 de febrero (así como la intervención de la PGR, manifestada públicamente el 21 de febrero).
Como réplica, el candidato compareció a principios de marzo para deslegitimar la inquisición en su contra y prometer cárcel para el actual presidente de México, Enrique Peña Nieto, de ganar las elecciones.
Este discurso le devolvió —un mes después— el 30% de intención de voto que registró a principios de febrero. Sin embargo, jamás logró transcender esa cifra e incluso las encuestas publicadas después del segundo debate (realizado el 20 de mayo en Tijuana, Baja California) redujeron su preferencia en un promedio de 3 por ciento.
Cabe señalar que la renuncia de Margarita Zavala como candidata independiente tampoco le benefició, pues este suceso ocurrió el 16 de mayo y no se vio reflejado en las encuestas. Desde entonces, aunque registró un pequeño incremento a principios de junio, la tendencia fue a la baja.
José Antonio Meade
El candidato del PRI presumió a lo largo de su campaña una sobreestimación por parte de las encuestas: todas las casas encuestadoras le confirieron una preferencia que no se vio reflejada en las urnas.
Desde principios de 2018, el candidato priista mantuvo una clara tendencia a la baja y en junio se observó un incremento de 3% que coincide con detrimentos en las preferencias de Ricardo Anaya y López Obrador, pero que, como se mencionó anteriormente, no se vio reflejado el día de la elección.
Jaime Rodríguez Calderón
El aspirante independiente fue quien recibió el apoyo resultante de las modificaciones de las preferencias en los últimos meses de campaña. Aunque resulta difícil rastrear a dónde se fue el voto de Margarita Zavala, cabe señalar que el candidato independiente tuvo un incremento en las preferencias desde el mes de mayo hasta el cierre de la elección.
Si bien el efecto del primer debate le arrebató popularidad, pues las encuestas que lo midieron registraron su retorno al 1%, los últimos dos meses de campaña le confirieron su resultado: más de 5% de aprobación popular.
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