por Carlos Luis Sánchez y Sánchez
El arribo de Jair Bolsonaro a la presidencia de Brasil, a través de un discurso marcadamente homófobo, machista y misógino, ha despertado un renovado interés acerca de la autenticidad de las actitudes progresistas del electorado latinoamericano que, como en Brasil, años antes habrían llevado al poder a gobiernos de izquierda
En contraste, los resultados de la elección del 28 de octubre muestran que los brasileños no habrían votado únicamente por un candidato que ha prometido soluciones a la debacle económica ocasionada por los gobiernos de Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Roussef, sino que habrían sufragado persuadidos de que existe un profundo nexo entre la crisis económica, la corrupción de los gobiernos de izquierda y el avance de las actitudes y comportamientos progresistas que se han traducido en políticas públicas que privilegian el respeto a las minorías y en general los derechos humanos.
A reserva de que se compruebe con estudios posteriores en materia de comportamiento electoral, el caso brasileño nos permite postular que en el futuro los gobernantes y los partidos de oposición en América Latina tendrán que lidiar potencialmente con un electorado que es capaz de escoger entre el conjunto de alternativas disponibles la que considera más idónea para resolver una situación caracterizada por la crisis económica y la corrupción[1], pero que también alberga actitudes autoritarias que podrían emerger, en opiniones y comportamientos de la misma índole, en la medida en que las personas evalúen negativamente el desempeño económico de los gobiernos.
En México el arribo de Bolsonaro se ha visto como un mal presagio de lo que podría ocurrir si el próximo gobierno federal, encabezado por Andrés Manuel López Obrador y su partido, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), no brinda los resultados esperados en materia de reducción de la pobreza y la desigualdad y combate a la corrupción.
En el escenario de un fracaso o de resultados magros, se ha señalado que podrían surgir uno o varios liderazgos que buscarían persuadir que un mal desempeño gubernamental se vincula estrechamente a conductas y expresiones que, se dice, atentan contra los valores tradicionales de la familia mexicana.
El intento de vincular un supuesto mal desempeño con el fomento de políticas progresistas, ya tuvo verificativo recientemente en el contexto propio de la campaña para elegir al jefe de gobierno de la Ciudad de México.
Durante la contienda electoral, el candidato del PRI señaló que la aprobación y el fomento de estas políticas había conducido a un deterioro de las condiciones sociales en la Capital del país, por lo que pedía el voto para revertir lo que él consideraba era una expresión clara del “mal gobierno” del Partido de la Revolución Democrática (PRD).
Las propuestas del candidato priista fueron tomadas como una mala broma. Simplemente era impensable que tuvieran éxito en una ciudad cuyo electorado ha votado históricamente por gobiernos de izquierda que han implementado y elevado a rango constitucional la interrupción del embarazo, la legalización del consumo de mariguana y el matrimonio entre personas del mismo sexo.
No obstante, como se presenta a continuación, la posterior derrota del candidato priista y el triunfo del Movimiento de Regeneración Nacional en la capital del país, no significa necesariamente que el electorado capitalino comparta en su mayoría posturas liberales. Esto se puede verificar con datos provenientes de una encuesta de salida realizada en la Ciudad de México el pasado 1 de julio, como parte del proyecto académico: “El comportamiento electoral en la Ciudad de México: 2000-2018”
Gráfico 1.
Como se puede observar en el primer gráfico, la población se encuentra dividida entre apoyar y rechazar el aborto y el consumo de mariguana. En ambos casos las posturas contrarias son mayoritarias, con 48.5% y 53.4%, respectivamente (En desacuerdo + Muy en desacuerdo). Solo el matrimonio igualitario goza de un apoyo ostensible con más del 60% de las preferencias (Muy de acuerdo + De acuerdo).
Pero ¿qué sucede sin vinculamos las actitudes hacia el aborto, el matrimonio igualitario y la legalización de la mariguana con el voto por jefe de gobierno?, ¿el voto por la izquierda, en este caso por Morena, se nutre en su mayoría de posiciones favorables a estas cuestiones?
Los siguientes gráficos muestran que la base electoral de MORENA se encuentra distribuida prácticamente en porcentajes similares entre aquellos que apoyan y entre aquellos que rechazan el matrimonio igualitario, la interrupción del embarazo y la legalización de la mariguana; las posturas promedian, a favor (Muy de acuerdo + De acuerdo) 51%, mientras en contra (Muy en desacuerdo + Desacuerdo), lo hacen al 47%.
La distribución de actitudes de rechazo y apoyo es similar en su comportamiento, aunque en distinta magnitud, en las personas que votaron por el PRI y la alianza conformada por el PRD, el Partido Acción Nacional y el partido Movimiento Ciudadano.
De la población encuestada que tiene posturas a favor, en promedio el 29% votó por PRD+PAN+MC y el 12.5% lo hizo por el PRI, mientras que las personas que tienen una posición contraria votaron en promedio 33.5% por la alianza y 13.5% por el tricolor.
Gráfica 2
*No se reporta el No sabe/No contestó.
Gráfica 3
*No se reporta el No sabe/No contestó.
*No se reporta el No sabe/Nbo contestó.
Sin el afán de que estos resultados sean considerados extensivos en su naturaleza al resto de la república mexicana, sí pueden verse como paradigmáticos de lo que podría estar ocurriendo en el resto del país.
En otras palabras, si el electorado de la Ciudad de México visto como ejemplo de progresismo estos 21 años de gobiernos de izquierda se encuentra dividido en estas cuestiones clave ¿qué estará sucediendo con el resto del electorado?.
Es claro que el mensaje del candidato priista no estaba del todo equivocado; lo que sucedió fue que un segmento mayoritario de electores, que está en contra del matrimonio igualitario, la legalización de la mariguana y la legalización del aborto, simplemente no votaron por PRI sino por Morena para la jefatura de gobierno de la Ciudad de México.
Apostemos, pues, por los buenos resultados en materia económica del próximo gobierno y por el fomento de una cultura política no solo participativa, sino también respetuosa de los derechos y libertades de las minorías y en general respetuosa de los derechos humanos.
Carlos Luis Sánchez y Sánchez es investigador de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales.
[1] En el caso Brasileño la crisis se tradujo en reducción del gasto público en salud y educación, reducción del salario y tasas de interés elevadas; que aunado restricción del crédito y una balanza comercial con un saldo negativo desde 2014 de más de 4 mil millones de dólares. En lo político la corrupción tuvo como principales indicadores el escándalo del Lava Jato; una Petrobras saqueada y la atribución de responsabilidad comprobada en la persona de Dilma Roussef, que culminó con su enjuiciamiento político y su salida de la Presidencia de la República.