Texto Premiado con el Reconocimiento INEGI, 2020, en la categoría de Artículo de Opinión
México enfrenta un muy acelerado proceso de envejecimiento de su población. En efecto, según los datos de la Encuesta Nacional sobre Salud y Envejecimiento (ENASEM, 2018), presentados recientemente por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), las personas en grupos de edad avanzada enfrentan severas condiciones que provocan lo que en salud pública se denomina como pérdida de años de vida saludable y con ello se reduce su posibilidad de envejecer con dignidad.
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Los datos
De acuerdo con esta encuesta, en México hay 28.1 millones de personas de 50 años y más, y de ellos, 15.87 millones reportaron padecer algún tipo de enfermedad crónico-degenerativa. Entre las más destacadas están la hipertensión arterial, la cual afecta a siete de cada 10 personas en el grupo señalado, y la diabetes mellitus, enfermedad que tienen cuatro de cada 10 en ese mismo grupo.
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Según los propios registros administrativos del INEGI, en el año 2018 fallecieron en nuestro país 108,616 personas por enfermedades hipertensivas, así como 101,257 por diabetes mellitus. En las próximas semanas, el Instituto dará a conocer los datos actualizados a 2019, y sabremos si esas magnitudes crecieron o si se logró algún avance en su contención.
Lo anterior es relevante porque por las cifras de la ENASEM, 2018, indican que poco se ha logrado en la prevención y la detección oportuna de la diabetes mellitus y de las distintas enfermedades hipertensivas. Por ello, lo esperable sería que en 2019 las magnitudes se mantuviesen al menos constantes, y que, en el 2020, debido a la reconversión hospitalaria para la atención de la COVID-19, las cifras incrementen significativamente debido a la falta de atención oportuna y de seguimiento apropiado a las y los pacientes con esas enfermedades.
La artritis, casi invisible
Es de destacarse además que, de acuerdo con la encuesta citada, el tercer padecimiento que afecta con mayor frecuencia a las personas de 50 años y más es la artritis. En sus etapas más avanzadas, esta enfermedad se traduce en severas limitaciones en la movilidad de las personas, lo que les impide llevar a cabo de manera independiente tareas de la vida cotidiana, que van desde ir de compras hasta asearse o comer.
Es un hecho que México no ha logrado constituirse como un país de equidad y acceso al bienestar para todas las edades. No hemos logrado construir una adecuada transición cultural que permita enfrentar de manera apropiada el acelerado proceso de envejecimiento que se registra en todo el territorio nacional. Dicho de manera llana: el Estado mexicano ha fracasado en la construcción de procesos pedagógicos que les permitan a las personas aprender a envejecer en las mayores condiciones posibles de dignidad.
Sin protección social suficiente y digna
Debe considerarse que, además de esos procesos, carecemos también de un robusto sistema de protección social integral que dé acceso a la seguridad social, pero que también enfrente a las enfermedades y las muertes evitables asociadas a los determinantes sociales de la salud.
Desde esta perspectiva, de los últimos cien años, nuestra generación es la que ha tenido mayor esperanza de vida al nacer; sin embargo, debido a la violencia, la pobreza y las desigualdades, también podría convertirse muy rápido en la generación que proporcionalmente tuvo acceso a los menores niveles de años de vida saludable, los cuales permiten su disfrute digno.
Este no puede ser el destino inevitable para los millones de personas que nos estamos encaminando, inexorablemente, hacia la vejez. Tampoco puede asumirse como parte de una “normalidad aceptada” que sea tal el nivel de vulnerabilidad de la mayoría, que ante una emergencia sanitaria y una crisis económica como la que se ha generado, haya millones de personas que dejan de recibir tratamiento, medicamentos o acceso a servicios complementarios como el cuidado y la asistencia en caso de discapacidades severas.
Requerimos de una nueva forma de entender al gobierno y a la política pública para garantizar el envejecimiento activo de la población o, cuando esto no sea posible, poder finalizar la vida en contextos de protección social integral.
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Investigador del PUED-UNAM www.mexicosocial.org
Frase clave: Envejecer con dignidad