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¡Es la salud, estúpidos!

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El etiquetado de alimentos y las malas razones de los que lucran con nuestra salud.


Por: POPLab / Kennia Velázquez (@KenniaV)

El nuevo etiquetado frontal de advertencia en alimentos ya está listo, aún no conocemos los detalles de la Norma Oficial Mexicana 051, pero ha trascendido que tuvo pocos cambios y que es de las mejores regulaciones a nivel mundial. La virulencia con la que ha respondido la industria de alimentos y bebidas ultra procesados hace pensar que efectivamente, por primera vez se está priorizando al consumidor y no a las empresas.

Los empresarios se muestran indignados de que se intente desincentivar el consumo de comida y bebida chatarra y además de las amenazas a las que siempre recurren (habrá desempleo, crisis económica, etc.) ahora han acudido al chantaje del amparo, el etiquetado es responsable del crecimiento cero de la economía, habrá conflictos internacionales, etc. Y es que la industria está velando evidentemente por la joya de la corona que es México, su principal mercado que, en 2018, les generó ingresos por más de un millón de millones de pesos a las principales seis empresas de productos ultraprocesados.

Para defender sus ganancias, han dicho varias mentiras:

1. No escucharon a las empresas

Esto es totalmente falso. Previo a las discusiones sobre la ley, en el Senado hubo una jornada en que especialistas, activistas, funcionarios y empresarios participaron. La industria tiene un ejército de cabilderos que en todo momento rondaron a los congresistas intentando que no se aprobara la reforma a la Ley de Salud; hubo mesas de trabajo para afinar los detalles finos de la NOM donde tuvieron sobrerrepresentación, pues no sólo tuvieron participación a través de las cámaras empresariales, sino de las asociaciones civiles afines. Pidieron a sus proveedores que se manifestaran en contra y para ello dispusieron a las oficinas jurídicas de poderosas empresas, usaron todas sus herramientas a su alcance para volver a imponer SU etiquetado, sólo que esta vez no sucedió.

2. Las empresas están dispuestas a dialogar

En el sexenio pasado se estableció el Observatorio Mexicano de Enfermedades No Transmisibles, ahí se analizarían las políticas de salud pública; en ese espacio tenían la mitad de los asientos, no hubo avance en los trabajos porque los representantes de la industria bloquearon cada propuesta que los académicos y organizaciones presentaban, lo que querían era poner las reglas que los regularía y “congelar” las que no les beneficiaban. Para la industria es todo o nada.

3. El etiquetado chileno no informa y no funciona

Hay que recordar que en Chile el etiquetado se introdujo en tres momentos: 2016, 2018 y 2019, así que no se puede calificar de fracaso porque es reciente su implementación, aún así el Ministerio de Salud dice que el 92 por ciento de los chilenos consultados entiende las etiquetas y el 48 por ciento compara entre etiquetas antes de comprar. En Perú que tiene un etiquetado similar, también han habido cambios positivos, ahora 3 de cada 5 personas revisa las etiquetas antes de adquirir un producto. Por otro lado, el actual etiquetado, que fue propuesto por la industria con el beneplácito de funcionarios del sexenio de Enrique Peña Nieto, no sólo excede las recomendaciones de la OMS de consumo de azúcar, sino que no es comprensible para la población. Sólo el 12 por ciento de estudiantes de nutrición pudo comprenderlo.

Tengo una pregunta señores empresarios, ¿por qué si este etiquetado no funciona ni cambia hábitos de consumo ya tienen calculadas las pérdidas económicas que les acarreará?

4. No hay que satanizar a los alimentos ultraprocesados

No se satanizan, pero cada vez hay más evidencia científica de que la obesidad y las enfermedades crónicas relacionadas tienen correlación con la ingesta de alimentos ultraprocesados. Hay que recordar que en México el 39% de los adultos tiene sobrepeso y el 36% obesidad, una situación alarmante no sólo por los costos que implican a las finanzas públicas, sino en vidas humanas. En 2018 cada día murieron 93 personas a consecuencia de la violencia, por diabetes fallecieron 291. Por otro lado, estos productos carecen de valor nutricional, o que alguien nos diga qué nutrientes aportan una bolsa de papitas o un vaso de refresco. En cambio, hay suficiente evidencia científica del daño que ocasionan.

5. El etiquetado no es la solución

Nadie ha dicho que al día siguiente de que los productos cuenten con las etiquetas se reducirán los índices de obesidad, por supuesto que se deben tomar medidas adicionales. Durante el sexenio pasado se realizaron propuestas que en el papel parecían trascendentes, pero al final fueron sólo cosméticas: se siguió vendiendo comida chatarra en las escuelas; la prohibición de publicidad en televisión en horario para niños y niñas fue a medias; los bebederos no llegaron a las escuelas; no se implementó una educación alimentaria y la activación física patrocinada por la industria sólo sirvió como un espacio más para promover sus productos chatarra. Así que este nuevo etiquetado es el primer paso, esperemos, de medidas que contribuyan a que los mexicanos tomen decisiones más saludables y que se retomen, ahora si bien, algunas de políticas de la era peñista.

6. Es ideología

No importa que la Organización Mundial de la Salud, la Unicef, la Organización Panamericana de la Salud, la Comisión Nacional de Derechos Humanos y decenas de organismos nacionales e internacionales, universidades, académicos, médicos, activistas y expertos señalen que urge que el Estado Mexicano lleve a cabo políticas para atender la emergencia epidemiológica de sobrepeso, obesidad y diabetes; para la industria el que los mexicanos sepan qué comen es “ideología”.

Si nos atenemos a los que los empresarios han dicho estos días, los mexicanos tenemos sólo de dos sopas: o nos seguimos comiendo lo que nos dan sin chistar, por el “bien de la economía (su economía)” o contamos con nuestro derecho a saber qué comemos, pero sumimos al país en “la peor de las crisis (su crisis)”.

Por sus mentes parece que no cabe la posibilidad de que ofrezcan productos saludables y que eso de ser “socialmente responsables” sólo se refiere a regalar cobijas en el invierno. Tampoco tiene que ver con algún tipo de animadversión hacia los empresarios, ni es un complot de hippies o comunistas, las medidas que se exigen son solamente por la salud de los mexicanos.

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