Hoy celebramos un día de las madres atípico en medio de la contingencia sanitaria; este 10 de mayo miles de madres no podrán abrazar a sus hijas e hijos por la jornada de sana distancia, y muchas de nosotras les hablaremos por teléfono para decirles cuánto las extrañamos y deseamos que estén con bien, en casa. Sin embargo, este mismo día hay madres que buscan a hijos e hijas desaparecidos; y son miles.
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Esta historia no será la misma para las decenas de miles de madres que buscan a sus hijas e hijos, que tienen días sin poder dormir esperando que ese abrazo un día llegue, y que aún en cuarentena, ellas no han parado de buscar verdad y justicia. Conchita Sierra es una de las miles de madres que pasará otro día de las madres sin saber sobre el paradero de su hija Luz María García.
Conchita Sierra nació un 28 de febrero de 1972 en Juventino Rosas, Guanajuato. Fue la única mujer en una familia de cinco hijos, y aún siendo niña se casó con un hombre 9 años mayor que ella. A los 16 años, Conchita ya era madre de dos: Serafín y Luz María. Conchita fue víctima de múltiples violencias desde pequeña. Tuvo un tercer hijo, Bryan que pronto cumplirá 16 años y un aborto derivado de los golpes que le daba su exesposo cuando estaba embarazada.
La última vez que el padre de sus hijos la golpeó, Conchita terminó en el hospital en coma “me tumbó siete dientes y me fracturó la nariz… aún no sé cómo no me dejó cicatrices en la cara después de todas las golpizas que me dio”, y fue entonces que decidió divorciarse. Empezó su vida de nuevo acompañada de sus hijos y su hija Luz María, quien regresó a vivir con Conchita embarazada de Melany en 2012.
En 2013 Conchita pasó por varios intentos de suicidio después de la muerte de su hijo mayor, Serafín, quien perdió la vida en un accidente de motocicleta cuando tenía apenas 24 años. El cuarto intento de suicidio la llevó al hospital cayó otra vez en coma, y cuando salió con bien decidió pedir apoyo psicológico. Para ella no había dolor más grande en ese momento que la pérdida de su hijo mayor pero con ayuda de su papá, Bryan y Luz María lograron salir adelante.
Conchita narra la historia de cómo fue que desapareció Luz María. Recuerda el día en que las dos fueron a aquella fiesta en noviembre de 2017, donde Luzma -como Conchita le dice- conoció a un hombre que terminó obsesionado con ella. Se fueron temprano de la fiesta, el tipo las siguió, insistía en salir con ella hasta que Luzma le dijo que no quería saber nada de él. El 8 de enero de 2018, Conchita relata con un nudo en la garganta cómo escuchó a Luz María decirle al teléfono que no la buscara más, que no estaba interesada en él.
Eso no fue impedimento para que ese hombre regresara a su casa para “despedirse de ella”. Luz María salió a la puerta sin imaginarse lo que vendría después. Testigos vieron cómo la subieron a fuerza a la camioneta en la que iba el tipo que se la llevó. Conchita fue en ese momento a levantar la denuncia al Ministerio Público, esperanzada en que las instituciones que se supone que deberían defendernos, sin embargo, la respuesta que recibió fue: “se fue con el novio”. Tuvieron que pasar más de 48 horas para por fin abrir la carpeta de investigación.
En ese momento Conchita tenía yeso en el pie por una fractura, que se arrancó de inmediato para ir en busca de su hija. ¿Qué medios tiene una madre abandonada por las autoridades que prometieron protegerla a ella y a su hija para encontrarla? Conchita buscó en todos los rincones de Juventino y Celaya, dejó su teléfono junto a la foto de su hija y desafortunadamente solo derivó en extorsiones.
A mediados del año pasado, la Procuraduría de Justicia de Guanajuato le informó que encontraron la camioneta en la que se llevaron a su hija. La camioneta la habían encontrado en febrero de 2018, pero fue hasta un año y medio después cuando le dieron información sobre ese hallazgo. Ella narra cómo empezó el verdadero calvario en la búsqueda de Luzma, y como ella, me pregunto ¿qué hubiera pasado si la autoridad hubiera hecho su trabajo desde el primer minuto en que se enteró del caso?
Cuando Conchita cuenta su historia dice que “dejaron a una hija sin madre y a una madre sin hija”, pues Melany preguntaba todos los días por su mamita, tiene miedo de que Conchita desaparezca como su mamá. La desaparición de Luzma cambió su vida por completo: “el dolor más fuerte es lo que estoy viviendo, la incertidumbre ni te mata ni te deja vivir”, me dice mientras señala una y otra vez que no tiene miedo, que hará lo que sea necesario por encontrar a su hija. Me cuenta que cuando Serafín murió quería quitarse la vida, pero ahora quiere seguir más fuerte que nunca para seguir buscando a Luz María mientras se hace cargo de Melany y Bryan.
Contar la historia de Conchita en pocas líneas no dimensiona el dolor de una madre que busca y que todos los días espera respuestas. Así como Conchita, miles de madres en México siguen en búsqueda de sus hijas e hijos, para ellas el 10 de mayo no tienen nada que celebrar. Este año, ante la imposibilidad de realizar la Marcha por la Dignidad Nacional, el Movimiento por Nuestros Desaparecidos convocó a la movilización digital #CorazonesEnMarcha para acompañar a las madres que buscan y que sepan que no están solas. A través de fotos, videos o mensajes de solidaridad y con la frase “¿Dónde están?” estaremos recordándoles que no están solas y seguiremos exigiendo localización con vida y justicia.
Por Luz María y por todas y todos los que nos faltan ¡no pararemos hasta encontrarles!
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Marcela Villalobos es maestra en Derechos Humanos y Democracia por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales. Tiene más de nueve años de experiencia en organizaciones de la sociedad civil, especialmente en observatorios ciudadanos de seguridad y justicia. Es activista, feminista y defensora de DDHH y asesora del colectivo Sembrando Comunidad.
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