En el siglo XXI es inobjetable que el Espíritu del tiempo (Zeitgeist) está determinado por la globalización de la economía y el dominio de la esfera mercantil, con las consecuencias que estamos viviendo en 2016.
Este fenómeno se ha extendido a sectores como la educación y las relaciones humanas, incluyendo la impartición y la regulación de los servicios médicos donde se están generando grandes desafíos que debemos identificar y enfrentar.
Las razones de estos cambios, que caracterizan nuestro tiempo son múltiples, desde materialismo, deshumanización, ciencia, tecnología y cibernética, hasta las leyes, derechos humanos, ética, bioética y ética médica.
El Código de Hammurabi es uno de los primeros registrados de la humanidad en que se legisla sobre ciertos temas médicos. Es obvio que no es un código ético médico, pero brilla en la historia como el origen y el resumen de los principios éticos de la medicina occidental que supuestamente han regido el comportamiento ético de los médicos desde el siglo V a.C. hasta nuestros días. A partir de esa fecha existen una serie de connotaciones éticas del antiguo Egipto, Buda, Confucio, Aristóteles, Hipócrates y otros.
El término ética procede del griego ethos o ethizo: estar acostumbrado a o ser utilizado para. Significa carácter y se usa también para indicar: correcto, equivocado, bueno o malo.
El término moral, del latín moralis, significa costumbre o formas y se toma en sentido de algo correcto, erróneo, bueno o malo.
Asimismo, el idioma inglés define ética como “el cuerpo de principios morales o valores que rigen o son el distintivo de un grupo o culturas particulares”, de acuerdo con las reglas o modelos para una práctica correcta; especialmente los modelos de una profesión. El estudio de su origen ha sido motivo de libros e incontables artículos médicos.
La Real Academia Española define ética como “parte de la filosofía que trata de la moral y de las obligaciones del hombre”, y moral como perteneciente o relativo a las acciones de las personas: “ciencia que trata del bien en general y de las acciones humanas en orden a su bondad o malicia”.
Cuando la palabra ética se usa sin adjetivos o adverbios se refiere a la disciplina general o normativa que incluye a todas las formas más especializadas o restringidas del campo.
El término ética continúa empleándose en diferentes países, con distintos significados como consecuencias culturales. En México, en lenguaje coloquial, ética es sinónimo de moral.
Por otra parte, bioética es la “disciplina científica que estudia los aspectos éticos de la medicina y la biología en general, así como las relaciones del hombre con los restantes seres vivos”, e incluye la ética médica, pero los términos no son sinónimos.
Thomas Percival publicó en 1803 su Ética Médica, un código de reglas y preceptos adaptados a la conducta profesional de médicos y cirujanos, el cual se considera como uno de los primeros códigos de ética moderna y sirvió como modelo para la elaboración del Código Ético de la Asociación Médica Americana desde su fundación (1846), que a su vez ha sido modificado aproximadamente siete veces. No hay un código moral permanente; lo que ayer era recomendable, hoy es inmoral. “El sentido del ser es el tiempo”.
Posteriormente, en 1981, Duncan y sus colaboradores definieron a la ética médica como “las obligaciones de naturaleza moral que rigen la práctica de la medicina… son la posesión común de los miembros y de la profesión médica esperada, tanto por los médicos como por la sociedad en la que sus pacientes se adhieren a ellos”.
A fin de promover un lenguaje universal para la bioética deberá hacerse un esfuerzo para armonizar y unificar los conceptos que tienen actualmente terminologías diferentes (Declaración Bioética de Gijón, 2000).
Ruy Pérez Tamayo definió en 2002 a la ética médica laica como “el conjunto de valores, principios morales y acciones relevantes del personal responsable de la salud (médicos, enfermeras, técnicos y funcionarios) dirigidos a cumplir con los objetivos de la medicina”.
La ética médica es específica y su contenido no es aplicable a otras profesiones; debe distinguirse de la ética general y de la bioética, y propone un código ético médico laico, basado en los objetivos de la medicina:
De aquí se desprenden cuatro recomendaciones generales:
La ética médica debe construirse en función de la relación médico-paciente y ser el punto de partida de todas las acciones médicas, el eje que determina la dirección que tomarán todas las medidas diagnósticas y todas las intervenciones terapéuticas: el núcleo esencial del arte de curar.
La ética médica debe construirse en función de la relación médico-paciente y ser el punto de partida de todas las acciones médicas, el eje que determina la dirección que tomarán todas las medidas diagnósticas y todas las intervenciones terapéuticas: el núcleo esencial del arte de curar
En el siglo XXI la relación médico-paciente, en la mayoría de los casos –medicina socializada y aseguradoras médicas-, se ha convertido en “una relación prestador de servicio-usuario”, es decir, un empleado a sueldo y un consumidor que ha pagado previamente un producto, exigiendo atención y resultados. Actualmente la especialización y el empleo de la tecnología dirigen su atención a la enfermedad, olvidando al enfermo.
Tradicionalmente los códigos de ética médica se han construido alrededor de ciertos principios que se consideran involucrados directamente en la práctica de la profesión. Se refieren al comportamiento del médico como ser humano; son reglas de conducta que resultan en acciones moralmente buenas, pero que tienen la misma vigencia cuando el ser humano no está actuando como médico. Son algo de lo que el hombre no puede ni debe desprenderse, cualquiera que sea su actividad profesional (respeto, veracidad, no hacer daño, etcétera).
La mayor parte de los códigos éticos médicos sólo tienen fuerza moral derivada de su aceptación por la oficina o asociación que los formula, por lo que si aquellos médicos que se comprometieron a respetar sus direcciones no lo hacen, lo único que pueden tener es un juicio moral negativo o su exclusión social del grupo correspondiente.
Sin embargo, en ciertas ocasiones la prohibición moral de un acto coincide con su prohibición legal, por lo que al cometerlo no sólo se realiza una acción inmoral, sino también un delito que puede tener consecuencias penales (como sucede en la ausencia de carta de consentimiento bajo información en los casos que la NOM del expediente clínico señala como obligatoria; ésta es una exigencia ética, legal y administrativa para el médico).
En 1984 se publicó en el DOF la Ley General de Salud, modificada en 1991, 1994 y 2012. En su artículo 49 establece: la Secretaría de Salud y los gobernadores de las entidades federativas, en el ámbito de sus respectivas competencias, coadyuvarán con las autoridades educativas competentes para la formación y fomento de la constitución de colegios, asociaciones y organizaciones de profesionales, técnicos y auxiliares de la salud y estimularán su participación en el Consejo Nacional de Salud, como instancia ética del ejercicio de las profesiones promotoras de la superación permanente de sus miembros, así como consultoras de las autoridades sanitarias, cuando estas lo soliciten. A la fecha la Secretaría de Salud ha elaborado en colaboración con otras instituciones, diferentes documentos de tipo ético médico.
La obligación de los encargados de legislar es promover los bienes y evitar o remediar males y desmanes de la sociedad; no es competencia del legislador civil legislar para la conciencia, ni imponer su conciencia a los demás. La conciencia es un instinto que nos lleva a juzgarnos a la luz de las leyes morales.
La obligación de los encargados de legislar es promover los bienes y evitar o remediar males y desmanes de la sociedad; no es competencia del legislador civil legislar para la conciencia, ni imponer su conciencia a los demás
Las leyes de la conciencia, aunque las atribuimos a la naturaleza, proceden en realidad de la costumbre, pues si la costumbre es buena, la ley carece de valor. Las únicas instituciones que legislan para la conciencia son el derecho canónico y los códigos de justicia militar. “La Ley sigue a la costumbre, Plauto 251-184 a.C.”.
Los niveles de ignorancia de la población general sobre los aspectos más elementales de la salud reproductiva son profundos, pero se hacen más graves por los vacíos de información que ocupan toda clase de creencias irracionales, mitos, pensamientos mágicos, costumbres anticuadas y dogmas religiosos.
El resultado es que el intento de discutir la ética médica de la salud reproductiva semeja una carrera en un campo minado de antiguas costumbres, de ideas preconcebidas y bajo la mirada amenazante de la irracionalidad dogmática.
Los motivos de consulta en salud reproductiva son múltiples, esto tiene como consecuencia una muy amplia y compleja variedad de distintos tipos, algunos de ética médica, otros de ética general, legal, entre otros, que se mezclan con tradiciones sociales antiguas, lo que garantiza la ausencia de acuerdos unánimes.
El resultado es que el intento de discutir la ética médica de la salud reproductiva semeja una carrera en un campo minado de antiguas costumbres, de ideas preconcebidas y bajo la mirada amenazante de la irracionalidad dogmática
La educación sexual ha sido el área de mayor fracaso en la historia de la docencia en todos los niveles y ambientes en que ésta exista, que son el familiar, el escolar y el social. A esto debemos agregar la creciente pluralidad de la sociedad y los acelerados avances recientes de las ciencias biomédicas en el área de la reproducción asistida.
Al mismo tiempo en que se ha empezado a aceptar que la actividad sexual no sólo no es pecado, sino que es normal y forma parte de la naturaleza humana, la sociedad ha empezado a tomar sus propias decisiones sobre la sexualidad, dejando atrás en creciente medida los dogmas, las prohibiciones y las buenas costumbres de los abuelos (México Social, Educación sexual en salud reproductiva, mayo, 2014).
Ésta es una área de la salud en la que el Centro Nacional de Equidad de Género y Salud Reproductiva tiene una función primordial. En este momento no estamos preparados para aplicar los progresos recientes de la Salud Reproductiva y no hay tiempo que perder, ¿debemos usarlos?
“El mundo que hemos creado es producto de nuestro pensamiento; no puede transformarse sin cambiar nuestro pensamiento”.
Manuel Campa Especialista certificado “In Tempore” por el Consejo Mexicano de Ginecología y Obstetricia. Es Profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad Veracruzana (U.V.) desde 1966; fue Comisionado de Arbitraje Médico del Estado de Veracruz de 1999 a 2008 |
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