El crecimiento acelerado de las zonas urbanas en México ha venido acompañado de una serie de problemas relacionados con la fauna nociva, que afecta la salud pública y el medio ambiente. La fauna nociva, que incluye roedores, insectos, aves y otros animales que se adaptan a las condiciones urbanas, puede ser vector de enfermedades, dañar infraestructuras y afectar la calidad de vida de la población.
Redacción / México Social
Contexto de la fauna nociva en zonas urbanas
Las zonas urbanas en México han experimentado un crecimiento demográfico significativo, lo que ha alterado el equilibrio ecológico en diversas áreas. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), más del 80% de la población mexicana vive en áreas urbanas (INEGI, 2020). Este proceso ha generado la expansión de asentamientos irregulares, la acumulación de residuos sólidos y el deterioro de los sistemas de saneamiento, condiciones que son propicias para la proliferación de fauna nociva.
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El término “fauna nociva” se refiere a aquellos animales que, al entrar en contacto con el ser humano o sus actividades, producen daños a la salud, bienes o al medio ambiente. Entre los animales que se consideran como fauna nociva en las zonas urbanas de México destacan las ratas, cucarachas, mosquitos, palomas y perros callejeros. Estos animales no solo se han adaptado a las condiciones de la vida urbana, sino que en muchos casos se han visto beneficiados por la falta de control y la gestión inadecuada de los residuos (SEMARNAT, 2021).
La presencia de fauna nociva en zonas urbanas representa un riesgo significativo para la salud pública. Los roedores, por ejemplo, son vectores de diversas enfermedades como la leptospirosis, el hantavirus y la peste, que pueden transmitirse a los humanos a través del contacto directo o indirecto con sus excrementos, orina o saliva. Además, la fauna nociva contribuye a la contaminación de los alimentos y el agua, lo que aumenta el riesgo de enfermedades gastrointestinales (Secretaría de Salud, 2022).
Un problema adicional es la proliferación de mosquitos en las zonas urbanas, en particular el Aedes aegypti, vector de enfermedades como el dengue, el zika y el chikungunya. De acuerdo con un estudio realizado por García-Rejón et al. (2021), los cambios en los patrones de urbanización, como la falta de infraestructura adecuada para el almacenamiento de agua, han favorecido la reproducción del mosquito, incrementando así el riesgo de brotes epidémicos en áreas densamente pobladas.
Asimismo, los perros callejeros, que son una parte considerable de la fauna nociva urbana, representan una preocupación por la transmisión de la rabia y otras zoonosis. Según la Secretaría de Salud (2022), a pesar de los esfuerzos de vacunación, aún se registran casos esporádicos de rabia en animales, lo que pone en riesgo la salud de las personas en contacto con ellos.
Además de las implicaciones para la salud pública, la fauna nociva también tiene un impacto significativo en el medio ambiente y la economía. Las palomas, por ejemplo, se han convertido en una plaga en muchas ciudades debido a su capacidad para adaptarse a los entornos urbanos y su rápida reproducción. Estas aves no solo deterioran edificios históricos y monumentos con sus excrementos, sino que también propagan enfermedades como la criptococosis y la histoplasmosis (Vargas-Ortiz et al., 2019).
La acumulación de residuos sólidos en áreas urbanas sin una gestión adecuada es uno de los factores que más favorecen la proliferación de fauna nociva. En México, el manejo ineficiente de los residuos ha creado condiciones propicias para la reproducción de insectos y roedores. Según la SEMARNAT (2021), el país enfrenta desafíos significativos en la gestión de sus residuos sólidos, ya que aproximadamente el 40% de los residuos generados no se dispone de manera adecuada, lo que aumenta la probabilidad de infestaciones.
Desde una perspectiva económica, el control de la fauna nociva implica costos considerables para las autoridades locales y los ciudadanos. La infestación de plagas en viviendas y edificios comerciales genera gastos en servicios de fumigación y control, así como en reparaciones de infraestructuras dañadas. De acuerdo con un estudio de López-Hernández y Hernández-Ávila (2020), las ciudades mexicanas gastan millones de pesos anualmente en programas de control de plagas, pero los resultados suelen ser insuficientes debido a la falta de una estrategia integral que involucre tanto a las autoridades como a los ciudadanos.
Para abordar el problema de la fauna nociva en las zonas urbanas, es necesario implementar estrategias integrales que combinen esfuerzos de las autoridades de salud, medio ambiente y la participación ciudadana. En este sentido, la Secretaría de Salud ha promovido campañas de fumigación, vacunación antirrábica y sensibilización sobre la importancia del manejo adecuado de los residuos para reducir la población de animales que pueden ser vectores de enfermedades (Secretaría de Salud, 2022).
Por otro lado, SEMARNAT ha destacado la importancia de adoptar enfoques sostenibles para la gestión de residuos sólidos y el control de plagas, promoviendo la reducción de la generación de basura y el uso de tecnologías más limpias para la disposición final de los residuos (SEMARNAT, 2021). Además, algunos estudios sugieren la necesidad de promover la biodiversidad en las ciudades como una forma de equilibrar los ecosistemas urbanos y reducir la dependencia de métodos químicos de control de plagas (Vargas-Ortiz et al., 2019).
El problema de la fauna nociva en las zonas urbanas de México es una cuestión compleja que involucra factores de salud pública, ambientales y socioeconómicos. Si bien se han hecho esfuerzos para controlar la proliferación de estos animales, es evidente que se requiere una estrategia más integral que incluya una mejor gestión de los residuos, campañas de concientización, y la implementación de medidas sostenibles para reducir los impactos negativos de la fauna nociva en las ciudades. Es crucial que las políticas públicas adopten un enfoque multidisciplinario que considere tanto la salud de la población como la protección del medio ambiente.
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García-Rejón, J. E., Chan-Chable, G., & Manrique-Saide, P. (2021). Urbanización y riesgo de transmisión del dengue en México. Revista de Salud Pública, 23(2), 183-198. https://doi.org/10.15446/rsap.v23n2.90123
INEGI. (2020). Censo de Población y Vivienda 2020. Instituto Nacional de Estadística y Geografía. https://www.inegi.org.mx
López-Hernández, M., & Hernández-Ávila, J. (2020). Costos del control de plagas en ciudades mexicanas. Salud Ambiental, 16(1), 45-56. https://doi.org/10.1016/j.sa.2020.02.003
Secretaría de Salud. (2022). Informe anual de zoonosis y enfermedades transmitidas por vectores. https://www.gob.mx/salud/documentos/informe-anual-zoonosis
SEMARNAT. (2021). Gestión integral de residuos sólidos en zonas urbanas de México. https://www.gob.mx/semarnat/documentos/gestion-de-residuos
Vargas-Ortiz, A., Sánchez, L., & Paredes, J. (2019). Impacto de las aves urbanas en la salud pública y el medio ambiente. Revista Mexicana de Ecología Urbana, 8(3), 257-272. https://doi.org/10.1016/j.rmue.2019.03.011
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