Mes con mes el gobierno federal se esfuerza en demostrar que los homicidios dolosos van a la baja; no obstante, reconoce que los femicidios se incrementan. Pero, no solo los feminicidios crecen; aunque el número de homicidios dolosos bajó, cuando de mujeres se trata, éstos crecieron, al igual que los homicidios culposos.
Escribe Ruth Zavaleta Salgado
Con base en los datos de incidencia delictiva del Secretariado Ejecutivo del Sistema Seguridad Nacional (SNSESN), junio fue el mes más violento para las mujeres: 89 feminicidios contra 75 de mayo. Sobre los datos de homicidios dolosos y culposos, hoy, 25 de junio, se publican las estadísticas mensuales de incidencia de violencia contra las mujeres, pero con base en las del mes anterior, ya era claro el crecimiento de abril a mayo: de 224 a 272 y de 328 a 349, respectivamente.
Lamentablemente, no son los únicos delitos que se incrementaron contra las niñas, adolescentes y mujeres, sino también, la mayoría de tipos de violencia de género.
Tipo de violencia | Denuncias Abril | Denuncias Mayo |
Lesiones dolosas | 5, 924, | 6, 596 |
Violencia familiar | 23, 762 | 27, 108 |
Violencia de género | 497 | 545 |
Violaciones | 2, 140 | 2, 310 |
También aumentaron, de forma exponencial, las denuncias por violencia contra las mujeres al 911: entre enero y mayo del 2022 suman 141, 160, contra 114, 745 del mismo periodo en el 2021.
Ante esta situación, vale preguntarse ¿Por qué sigue creciendo la violencia contra las mujeres, en especial, la feminicida? La respuesta puede ser incompleta. Poca cultura de la investigación, impunidad y Ministerios Públicos omisos e indolentes, son una suma de factores que impiden procurar justicia y frenar este tipo de hechos, pero no es todo, además de la discriminación y la cultura machista, hay algo que se nos escapa, algo que no estamos identificando, quizás porque no logramos conocer el perfil psicológico de cada uno de los agresores, porque son muy pocas las investigaciones de casos que se logran concluir (la mayoría de ellos ni se investigan), y es que la violencia contra las mujeres crece, pero también el nivel de crueldad con la que se ejerce.
Precisamente, el feminicidio es un homicidio de odio contra las mujeres por ser mujeres, pero, además, se califica de esa forma porque el homicidio no basta, sino que se trata de hacer explicito “el castigo”, el odio y la saña. Sin embargo, si bien es cierto que, cuando se analizaron las características de este tipo penal, para incorporarlo en el Código Federal, había un patrón más o menos regular: exponer públicamente ese odio en el cuerpo de la víctima, también es cierto que, al parecer, el patrón cambió.
Puedes leer aquí el artículo: “Brecha de género”
Hoy, se intenta hacer partícipe al público en el mismo acto feminicida, tal y como sucedió en el caso de la joven cantante Yrma Lydia, presuntamente asesinada por su esposo en un restaurante lleno de comensales en la Ciudad de México. Pero hay algo más, el acto de odio se expone con la mayor crueldad posible, tal y como sucedió en el caso de María Elena Ríos, quien fue atacada públicamente el 9 de septiembre del 2019, en Oaxaca, por un hombre que, por encargo de otro hombre, le arrojó ácido sulfúrico en su rostro y cuerpo (en una década hay documentados más de 20 casos); y, el feminicidio de Luz Raquel Padilla, quien fue rociada con una sustancia inflamable y encendida por 4 hombres y una mujer, en medio de un parque público, el 16 de julio en Zapopan, Jalisco.
El caso de Luz Raquel es, quizás, el más emblemático que hemos conocido por el nivel de crueldad con el que se anticipó su asesinato. Porque este feminicidio fue advertido mediante amenazas verbales y mensajes escritos que mantuvieron a la víctima en un estado de constante terror: “te voy a quemar viva”, fue la sentencia de muerte escrita en la pared exterior de su casa, misma que leyeron y no quisieron creer las autoridades ante las que denunció.
Con esto, la muerte de Luz Raquel se convirtió en la crónica de un feminicidio anunciado, al igual que fueron todos aquellos que se cometieron contra mujeres que buscaron apoyo y solo encontraron la soledad y la frustración o incluso la muerte. Al respecto, recordemos el caso de Marisela Escobedo, asesinada hace 11 años, frente al Palacio Municipal de Chihuahua, mientras exigía justicia por el feminicidio cometido en el 2008 en contra de su hija, Rubí Marisol Frayre Escobedo, en Ciudad Juárez, Chihuahua.
Lamentablemente, como si fuera una serie de terror de varias temporadas, la violencia contra las mujeres seguirá creciendo y el nuevo patrón de mayor crueldad se impondrá en México. Esa es la tendencia que marcan los datos que el mismo gobierno trata de maquillar sin éxito, pero, también, el hecho de que, para el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, la violencia contra las mujeres no es un tema prioritario de su apretada agenda de confrontaciones, ayer contra los Jesuitas y ahora contra los Estados Unidos de América.
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