A fines del año pasado las previsiones decían que en el segundo trimestre de 2022, el que ahora está corriendo, el desarrollo de la economía mundial estaría consolidando su recuperación y en vías de superar las caídas de la gran crisis de la pandemia. Ahora las nuevas estimaciones no solo confirman que el panorama global está empeorando de nuevo, sino que pinta peor para los países más rezagados y los grupos de población más pobre.
Escrito por: Enrique Provencio D.
El cambio de perspectivas no se debe solo a la invasión rusa a Ucrania, sino también a los impactos diferidos de la ola Ómicron de la pandemia, que se extendió entre fines de diciembre y mediados de febrero, y a la inflación que se extendió a la mayor parte de los países y que está afectando la capacidad de consumo y los horizontes de planeación de las inversiones. Además, y es el caso de México, ya antes de la ola Ómicron se registraba en algunos países una desaceleración o una interrupción de la incipiente recuperación que se alcanzó entre fines de 2020 y los primeros meses de 2021.
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Por lo que toca a la guerra, el impacto es ya patente. Los canales de transmisión son, según el nuevo informe del Fondo Monetario Internacional (FMI) https://bit.ly/3K3iBFs las afectaciones en los mercados de materias primas, el comercio internacional y las redes financieras, y sobre todo las alteraciones en la disponibilidad y los precios de alimentos y de la energía.
Esto es, precisamente, el aumento acelerado de los precios de alimentos y energía, lo que más está perjudicando a los países menos desarrollados y la población pobre de diferentes regiones del mundo. Si a esto se suman los casos particulares de incremento de las importaciones de bienes básicos, por ejemplo el maíz en México, se configura una situación que puede seguir impactando los niveles de vida ya tan afectados en 2020 en los peores meses de la crisis, y mantener en la pobreza a quienes cayeron en ella durante la pandemia.
Puede haber muchas consecuencias de mediano y largo alcance de la nueva situación global que se está agravando con la guerra, y una de ellas es que la mayor desigualdad tanto entre países como al interior de algunos de ellos.
Las repercusiones pueden extenderse los próximos trimestres, pues el incremento en las tasas de interés, sobre todo en estados Unidos, parece aumentar la vulnerabilidad financiera y enfriar más las economías que estaban ya en buen ritmo de recuperación.
Hay algo de mayor alcance, que varios organismos financieros internacionales están nombrando como un cambio tectónico, que es la mayor división entre grupos de economías o bloques geopolíticos con sus propias pautas de intercambio financiero, regulación tecnológica, monedas de reserva y tratos comerciales, entre otros aspectos que definen las reglas del juego en las relaciones globales.
Todo esto, que se encuentra en proceso y que se acelera por la guerra, se monta en las secuelas de la pandemia, que, según la Organización Mundial de la Salud, todavía no puede darse por superada, y sobre los daños estructurales que dejó la crisis de 2020. Lo que está ocurriendo ahora mismo en algunas regiones de China muestra con claridad que el motor de la economía mundial sigue teniendo frenos por el Covid-19.
Se configura, así, una nueva geopolítica del desarrollo, que pone en entredicho el cumplimiento de los grandes acuerdos alcanzados la década pasada a través de la ONU y su Agenda de Desarrollo Sostenible para el 2030.
¿Qué significado tiene para México este cambio tectónico, cómo incide en el espacio regional en el que nos movemos y al que pertenecemos? Los hechos recientes son duros: nuestra economía no logra recuperarse ni tomar fuerza, mientras que varias decisiones legislativas y de política introducen nuevas incertidumbres en la relación con América del Norte.
Tampoco tenemos clara la carta de navegación para los próximos años, y, sobre todo, no se advierten estrategias para enfrentar precariedad social que se agravó en años recientes, y que documentó aquí en México Social el Dr. Fernando Cortés Este podría ser el punto de partida: una política social y económica para revertir el crecimiento de la pobreza. Y, al mismo tiempo, proteger el entorno en el que transitamos en la nueva geopolítica del desarrollo.
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