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Girard 2023, más violencia

Acabar a Clausewitz fue publicado en mayo pasado por la Universidad Francisco de Vitoria. Esta obra es la traducción de Achever Clausewitz, una larga entrevista del crítico literario, escritor y documentalista Benoît Chantre a René Girard. Los traductores son Ángel Barahona, Clara Bonet, David García-Ramos y Blanca Millán. Son conocedores de la compleja obra del intelectual franco-americano como han mostrado con su brillante exposición en el último Coloquio sobre Violencia y Religión (COV&R), celebrado hace unas semanas en París, en donde presentaron la conferencia: “Translating Girard:  Intellectual Conversation and Mimetic Theory”.

Escrito por: Jorge Federico Márquez Muñoz

Acabar a Clausewitz es la última obra mayor de Girard, quien falleció a finales de 2015. Es una “entrevista-ensayo”, un estilo literario inaugurado por el propio Girard, Jean-Michel Oughourlian y Guy Lefort en 1978, en Des choses cachées depuis la fondation du monde, libro, por cierto, traducido al español en 2021, por Tania Checchi.

La historia de las traducciones al español de Des choses (1978, 2021) guarda simetría con la de las traducciones de Achever Clausewitz (2007, 2023). Ambas obras cuentan con dos traducciones castellanas. No es algo extraño si consideramos dos cuestiones:

1)por un lado, la obra de Girard sigue viva en más de un sentido; se renuevan las interpretaciones de sus textos dado el contexto mundial actual;

2)las traducciones de obras complejas son siempre perfectibles. Se agregan notas aclaratorias, se modifican algunas expresiones para dar mayor precisión a lo dicho en el idioma original y, finalmente, se acude también interpretaciones nuevas derivadas de discusiones contemporáneas y documentos descubiertos.

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Además de ser objeto de dos traducciones al castellano Des choses y Achever Clausewitz, ambas obras cuentan con otro paralelismo interesante. Los traductores de las primeras ediciones modificaron los títulos del francés: De choses fue llamado El misterio de nuestro mundo (1982) por Alfonso Ortiz, y Achever Clausewitz, Clausewitz en los extremos (2010), por Luciano Padilla López. Fue un cambio desafortunado. En cuanto a la primera obra, restó importancia al peso del pensamiento bíblico de Girard y en cuanto a la segunda, citemos una nota de la “Introducción a la edición española” de Barahona y García-Ramos de Acabar a Clausewitz:

Acabar a, y no acabar con. Girard no pretende terminar con él, matar al padre. En su diálogo con los grandes autores —Freud, Lévi-Strauss, Nietzsche o Heidegger, entre otros—, siempre ha querido completarlos. (…). Acabar a Clausewitz significa (…) terminar de decir la verdad que el militar prusiano comenzó a decir hace casi doscientos años (p. 28).

Las dos primeras traducciones de Achever y Des choses fueron oportunas en tanto se publicaron pocos años después de las versiones originales en francés. Sin embargo, ya han sido superadas. Alfonso Ortiz y Luciano Padilla son brillantes traductores, pero ninguno de los dos es experto en el oceánico pensamiento de la Teoría Mimética.

Por el contrario, Ángel J. Barahona y su equipo son los mayores expertos del pensamiento girardiano en España. Además de su libro René Girard. De la ciencia a la fe, Barahona es el traductor de algunos de los últimos textos de Girard. Y, junto con Clara Bonet, David García-Ramos y Blanca Millán, ha hecho posible, con su trabajo esmerado, la publicación de la revista Xiphias Gladius, que difunde la Teoría Mimética desde 2012.

Acabar a Clausewitz nos ofrece, en la “Introducción”, el contexto de la obra dentro del pensamiento de Girard. Si bien su obra entera es una unidad coherente, esto no significa que quien quiera leer solo uno de sus libros no pueda comprenderlo. Dada la gran cantidad de términos especiales (me vienen a la mente “interdividualidad”, “sacrificio”, “víctima sustitutoria”, “katéchon”, “revelación”, “lo apocalíptico”, “el apocalipsis”, “méconnaissance”, “cristalización mítica”…), y de ideas desarrolladas en otros libros, es útil contar con un marco general del pensamiento del autor franco-americano. Por ello, comenzar una obra como Acher Clausewitz sin un estudio introductorio, corre el riesgo de hacer que los lectores no especializados abandonen la obra en las primeras páginas, o bien, de que lo entiendan a medias.

En la introducción, García-Ramos y Barahona nos recuerdan otra dificultad del pensamiento girardiano. Es incómodo en tanto nos invita a la autocrítica y al autocontrol para resolver los conflictos; en tanto nos muestra lo ilusorio de concebir a la violencia como una entidad exterior a nosotros mismos. La Teoría Mimética es la renuncia a todos los “ismos”, es decir, las ideologías que suponen que la violencia se resuelva encontrando a los “culpables”, cuando en realidad, no ofrecen más que “chivos expiatorios”, distractores que no resuelven los problemas de fondo.

Acabar a Clausewitz cuenta con la ventaja, sobre Clausewitz en los extremos, de ponernos en contexto. Pero no es la única ventaja. También, en un breve apartado, “Notas sobre la (nueva) traducción”, encontramos las razones de la “necesidad de una nueva traducción”. Esto, porque hacían falta una serie de notas al pie que permitieran al lector no especializado, comprender los conceptos de la Teoría Mimética y de la cultura francesa a la cual René y Benoît se refieren con naturalidad, pero que no son familiares a la mayor parte de los lectores en castellano.

Otro motivo por el que se volvió imprescindible una segunda traducción de Achever, resaltó de tomar en cuenta las diferentes versiones del libro publicadas en francés (2007, 2011 y 2022), en inglés (2010) y en español (2010). La experiencia, nos cuentan los traductores de Acabar a Clausewitz, de contar con todas estas versiones, les hizo notar las dificultades de traducir al español a Girard.

El francés empleado por (…Girard y Chantre…) tiene rasgos coloquiales (…) que (…) dificultan su traducción sin caer en el artificio. Ha sido muy útil, en este sentido, la consulta de la edición inglesa para resolver algunos fragmentos (…). William Johnsen, escribió en su nota a la traducción inglesa las siguientes palabras: “[Andrew] McKenna fue inestimable al sugerir cómo sonarían las frases de Achever Clausewitz si Girard las escribiera en inglés”. Es decir, las palabras de un escritor tienen una forma específica de sonar en una lengua determinada. Pero, en el caso del inglés, se trata de una lengua en la que Girard ha enseñado y escrito a lo largo de toda su vida académica. McKenna, el propio Johnsen y todos los académicos que lo frecuentaron en Estados Unidos tuvieron ocasión de oír esa voz en los frecuentes encuentros, de leerla en sus papers. El propio Girard se ocupaba de revisar y modificar muchas veces las traducciones de sus propios textos.

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La voz española de Girard es una voz que tenemos que inventar los traductores (…). Es la voz en la que sonaría la verdad que Girard encontró hace unos setenta años si Girard hablara español (p. 38).

Acabar a Clausewitz también incluye una traducción del “Prefacio” de la edición de 2022 en francés, escrita por Benoît Chantre. Fue redactada después de leer el manuscrito de Achever. Es una carta en donde precisa lo trágico y cómico de nuestra época, en donde han quedado “revelados” los mecanismos de la violencia humana y al mismo tiempo, en donde la mayor parte de la humanidad se niega a usar esa revelación; solemos preferir el autoengaño para continuar con la inercia destructiva del uso de chivos expiatorios que cada vez pacifican menos y que cada vez más, implican el peligro de una hecatombe.

En el “Prefacio”, Chantre también nos recuerda el contexto inmediato, la intención original de los autores de Achever y el extraño éxito del libro:

Cuando, en la primavera de 2006 me fui a California para escribir con René Girard un libro sobre Carl von Clausewitz, la perspectiva de una catástrofe nuclear estaba muy lejos de los ánimos (…). Quedaba una gran operación de policía contra el yihadismo mundial: pese, o gracias, a la mentira de Colin Powell en la tribuna de las Naciones Unidas, el mito de la pax americana aún se mantenía. No podíamos, por tanto, prever el eco que nuestra obra iba a suscitar. Publicado en octubre de 2007, Acabar a Clausewitz tuvo una muy buena acogida en los medios universitarios y militares, en los medios de comunicación y en las librerías y fue rápidamente traducido a varios idiomas (…). Nadie esperaba en el terreno geopolítico a un autor al que se creía más preocupado por los orígenes de la humanidad que por el fin de la historia occidental.

René Girard y yo mismo intentamos (…) actualizar el tratado estratégico de Clausewitz, De la guerra, publicado de manera póstuma en 1831 y algo olvidado desde la lectura magistral de Raymond Aaron en 1976. Recordemos que este último tocaba fondo una vez pasados los horrores de Vietnam y la pesadilla de Cuba, sobre la definición de la guerra como “continuación de la política por otros medios”. Pero el contexto incierto tras el 11 de septiembre nos hizo leer esta obra de forma diferente (…) Clausewitz se nos presenta como el teórico del desencadenamiento de la guerra. Nosotros “acabamos” pues, aquí, a este autor, al dar otro contenido a su concepto de duelo: solo el resentimiento, en la reciprocidad que implica, puede hacer entender esta pesada tendencia de la historia en la que se ha convertido la “montee aux extremes” (…). Esta lectura del estratega prusiano permite verle como un pensador de la guerra “ilimitada” (pp. 40-41).

Y específicamente, sobre la elección de Girard de la obra del prusiano, Chantre se pregunta “¿por qué Rene Girard escogió a Clausewitz como punto de inserción de su pensamiento en la historia contemporánea?” Por tres razones:

1)el estratega prusiano escribió sobre la guerra en el siglo XIX, que es justamente el marco del primer libro de Girard, Mentira romántica y verdad novelesca,

2)el concepto clausewitziano de la guerra proporciona una clave para comprender las violencias modernas y

3)presenta, a su manera, una síntesis del pensamiento girardiano.

En otras palabras,

La presente lectura de Clausewitz se inscribe de manera natural en la reflexión que Girard habrá realizado sobre la génesis de la modernidad, y más especialmente sobre los vínculos entre la violencia y el deseo. Este último retoma, en 1961, La Genealogía de la moral de Nietzsche siguiendo la huella de El resentimiento en la moral de Max Scheler, profesor en Jena en los años 20, citado en epígrafe (de Mentira Romántica). Responde, por lo tanto, al libro de Scheler, pero en el sentido de una defensa del cristianismo aún más explícita: Nietzsche se equivocó al asimilar la moral cristiana a la moral burguesa. Solo la segunda puede ser considerada como una “moral de esclavos”, para la que el otro es un ídolo ante el que me humillo, en mi incapacidad para prevalecer sobre él. (…) Girard aporta a la axiología de Scheler un descubrimiento esencial: “la estructura metafísica del deseo triangular”. Esta estructura revela que es la reciprocidad mimética la que alimenta el resentimiento: en un mundo en el que todos somos a la vez sujetos y modelos, no existe admiración que no se convierta inmediatamente en rivalidad (p. 43).

Acabar a Clausewitz es clave para interpretar nuestros tiempos. Por ello, en 2022, fue publicado nuevamente en francés y en 2023, en español. En los dos casos llama la atención que, quienes presentan las versiones en cada idioma, mencionan la invasión de Rusia a Ucrania como un ejemplo de la violencia absurda de nuestros tiempos que puede comprenderse, en toda su profundidad, a la luz de la Teoría Mimética.

Ángel Barahona comenzó, hace ya tres décadas, una tarea titánica: la traducción, al castellano de las últimas obras de René Girard. Entre ellas, Cuando todas estas cosas empiecen a suceder (1996), Aquel por el que llega el escándalo (2006). Posteriormente, a este esfuerzo, se sumaron algunos de los brillantes discípulos de Barahona. Han traducido, en equipo, El sacrificio (2012), La piedra desechada: antijudaísmo cristiano y antropología evangélica (2015) y ahora, Acabar Clausewitz.

Sobre el contenido del libro, recurriré a algunos párrafos inmejorables de la introducción de García-Ramos y Barahona:

Girard convoca a Levinas, junto con Hegel, Hölderlin, Baudelaire, Germaine de Staël, De Gaulle con Adenauer, Péguy, Bergson, Hitler, Federico II y III con Napoleón o con el zar Alejandro para recorrer con ellos esos más de doscientos años que van de la Revolución francesa al 11 de septiembre de 2001. Libro profundo en su aparente sencillez, en su apariencia de conversación diletante con el editor y escritor Benoît Chantre (…); (pero) tal es su densidad que sería inocente e imprudente tratar de resumirlo aquí, aunque sea este el prefacio a su segunda traducción española.

Lo que sí podemos (…) hacer es intentar llevar al límite, con Girard, ese tratado militar de apariencia técnica titulado De la guerra, escrito por un oscuro pero conocido estratega prusiano del primer tercio del siglo XIX. Redactado a la sombra del criticismo kantiano, en ciertos pasajes del libro ve Girard el objeto al que Clausewitz dedica el tratado: la concreción objetualizada de la idea, el concepto tomando cuerpo, la guerra en su verdadera y auténtica naturaleza. Es la coincidencia (…) del concepto de guerra con una realidad que hasta aquel momento le había ido a la zaga. La posibilidad de llevar la guerra a sus últimas consecuencias había sido hasta entonces limitada por las circunstancias: falta de combatientes, adversidades atmosféricas, dinero. Poco a poco, a lo largo de estos dos últimos siglos, la guerra se ha ido deshaciendo de esos límites y se ha vuelto más volátil y, paradójicamente, también más real, más total, más absoluta: la escalada a los extremos se ha hecho planetaria, la voluntad de poder más pura y vacua —porque es siempre deseo y poder sobre el otro, no mero apetito de adquirir un objeto que va a dejarnos siempre insatisfechos: ayer Crimea, hoy Ucrania, ¿y mañana?—. Es necesario acabar de leer a Clausewitz, es decir, acabar a Clausewitz, y acabarlo antes de que la guerra acabe con nosotros (p. 28).

Acabar a Clausewitz tiene un bello final, en el que se cierra el clico de la obra de Girard. Termina con una reflexión que le hace “acabar a” Mentira Romántica. El último capítulo de Achever,

cierra el círculo hermenéutico que Girard comenzara a trazar hace más de sesenta años, cuando publicó su primer obra en 1961. También hace explí­cito algo que bien podría pasar desapercibido en este libro: la propuesta de una salida a la aporía a la que parecía abocada la teoría mimética. Del callejón sin salida al que parecía conducir la mediación interna, se habla aquí de la mediación íntima, que no deja de ser otro nombre para aque­llo que Girard llamó en 1961 conversión literaria o intelectual (p. 37).

Finalmente, sobre el tono del texto de Girard, cabe preguntarse si se trata exclusivamente de una obra que anuncia el fin de los tiempos o si ofrece alguna esperanza. También en esto, dejémonos guiar por la introducción de Barahona y García-Ramos:

(Girard) ¿es solo un pesimista? Únicamente, mirando cara a cara el abismo de la guerra, únicamente aceptando que ese-cadáver está-ahí verdaderamente, y que nosotros lo matamos —con nuestra pasividad, con nuestro ser espectadores, con nuestra connivencia y nuestro mirar a otro lado, eso que en girardiano llamamos méconnaissance—, solo entonces podremos entender de qué modo es posible la poesía después de Auschwitz y que, por eso mismo, porque de algún modo es posible, hay esperanza. De quién sea la voz de esa poesía, quién puede hablar en medio de todo esto, quién puede tomar la palabra, es otra cuestión. Desde luego, la voz de las víctimas se oirá, pero no será la nuestra, ni la de aquellos. Será, tal vez, un silencio, el de los cementerios, que tenemos que aprender a escuchar con respeto y atención (p. 30).

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