La urgencia global sigue siendo la superación de la pandemia, o al menos su mitigación, hasta que la vida vuelva a ser más estable y tolerable. Mientras tanto, muchos de los rasgos negativos que había hasta 2019 se agravaron en este bienio malhalado, y otros grandes problemas tienden a empeorar. La respuesta científica al coronavirus se señala comunmente como de lo mejor que se ha visto recientemente, sin duda.
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A fines de cada año e inicios del siguiente proliferan los registros sobre las trayectorias dominantes en el mundo. En estas semanas hemos leído o escuchado sobre las tendencias de la innovación tecnológica, de los posibles conflictos entre países, de la creciente digitalización, de las amenazas ambientales o del probable derterioro económico combinado con mayor inflación, para menciona solo cinco de los temas más mencionados.
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Otra forma de abordar el tema es registrando los riesgos que destacan más en el escenario de los próximos años. Hace unos días, el 11 de enero, apareció el Reporte Global de Riesgos 2022, del World Economic Forum, basado en una encuesta mundial que se viene aplicando desde hace tres lustros. El ejercicio tiene sus sesgos, sin duda, pues privilegia una perspectiva cargada hacia la visión de los negocios y de los países en desarrollo, pero no deja de aportar elementos interesantes para los próximos años.
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El reporte de 2022 constata que la incertidumbre caracteriza las perspectivas de la década, pero también la actualidad y el tiempo cercano. El cambio en la percepción de los riesgos durante la última década muestra que por un lado hay tendencias duras y de fondo, y por otro las emergencias introducen nuevas tensiones o que potencian las anteriores. Si se miran los últimos quince años, resulta que pesar de las circunstancias económicas complejas, las cuestiones ambientales y sociales han cobrado más peso en los mapas de riesgos, y así parece que seguirá ocurriendo a mediano y largo plazo (ver cuadro Horizonte de riesgos globales).
En 2021 el riesgo que aparecía como preponderante tanto por su probabilidad de ocurrencia como por sus efectos potenciales eran las enfermedades infecciosas, pues se daba por hecho que el Covid-19 continuaría causando grandes impactos. Para 2022-2023 continúa presente este elemento, aunque no con tanto peso, quizá por la confianza en que la vacunación ya estará atenuando las consecuencias humanas y económicas del coronavirus. También cuenta el hecho de que la encuesta se levantó cuando el Ómicron todavía no aparecía en escena.
Nótese en el cuadro que a corto plazo se registran globalmente tres grandes riesgos sociales que vienen de tiempo atrás y que se mantienen durante la década: la precarización del empleo y sus repercusiones en los medios de vida, la erosión de la cohesión social, y el deterioro de la salud mental. Los que cobran fuerza para los siguientes años son los riesgos ambientales, comenzando por los del cambio climático, pero incluyendo la perdida de biodiversidad y las afectaciones a la dotación de recursos naturales.
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No está de más decir que la percepción de los riesgos locales es muy diferente a los agregados globales. Para México, por ejemplo, los cinco más importantes que se registraron fueron la proliferación de actividades ilícitas, la prolongación de la debilidad económica, la gobernabilidad, la crisis de precariedad del empleo, y la desigualdad digital. Los tres primeros destacan sobre otros como los sociales y los ambientales.
Vista la velocidad con la que se ha propagado de nuevo el SARS-COV-2 a principios de 2022, de nuevo ha cundido la incertidumbre y las dudas sobre la efectividad de las estrategias para doblegar la pandemia. Las previsiones de varios organismos internacionales, que a estas alturas ya incorporaron el efecto de la nueva ola o de la fase Ómicron, apuntan a que no habrá un desplome económico, pero que sí operará un desaceleramiento mayor a lo previsto, y, sobre todo, que se acenturá la divergencia entre grupos de países en perjuicio de los que menos han vacunado a sus poblaciones. Esto es, al menos, lo que considera el Banco Mundial en sus Perspectivas Económicas Mundiales actualizadas a enero de 2022
Así que el mapa de riesgos globales a corto plazo de nuevo está cambiando. En realidad, todos los riesgos se retroalimentan, así que lo relevante no es tanto determinar su jerarquía como entender sus interacciones, y, sobre todo, tenerlos presentes en las agendas estratégicas para introducir mejores prevenciones para minimizar sus impactos y para corregir las tendencias.
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