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Guerra exterior, guerra interior

“La mejor política exterior es la política interior”, dijo desde el inicio de su mandato el presidente Andrés Manuel López Obrador. Luego de cuatro años de gobernar, el jefe del Estado mexicano presenta una iniciativa planetaria en el marco de la ONU que, como la Liga de las Naciones organizada después de la Primera Guerra Mundial no pudo evitar la Segunda Guerra Mundial, ahora la ONU se muestra tan inútil para evitar la Tercera Guerra Mundial, ya en pleno cauce.

Escrito por: Lorenzo León Diez

La propuesta del Presidente de nuestro país tiene una importancia nodal cuando menos en el terreno de la simbolización, en una rara especie de moral gandhiana al desuso en el siglo XXI, pues evidentemente no la tendrá en la geopolítica, en la que la ONU es solamente una especie de publirrelacionista de las catástrofes, una multioficina que sirve eficazmente solamente para llevar la estadística de las desgracias de los pueblos, siendo el secretario general el vocero de los contabilizadores del sufrimiento y, hay que decirlo, un humanista al que nadie atiende. Un dato: una cuarta parte de la población mundial –2 mil millones de personas– vive actualmente en zonas que están en conflicto, y el mundo tiene su mayor cantidad de enfrentamientos armados desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.

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¿Cómo se escuchará y se responderá la propuesta de López Obrador en boca del canciller Marcelo Ebrard? No es difícil adivinarlo, cortésmente se le gradecerán sus buenas intenciones y los más sagaces encontrarán en su propuesta una síntesis inteligente de una salida democrática, civilista y de alta espiritualidad en un planeta que corre directo a una conflagración como lo fueron todos los países que llegaron cantando a los frentes de guerra de la Segunda Guerra Mundial.

Es muy interesante ver los grandes cambios que guardan las técnicas de la guerra industrializada con las de la guerra de la tecnología cibernética y nuclear. Por eso son muy divertidas las palabras de Putin cuando desafía a las potencias occidentales que dan apoyo militar a Kiev (donde se libra una guerra de posiciones) a enfrentarse directamente en “un campo de batalla”.

Y quienes comprenden algo de la historia militar del planeta no podemos sino reír de este chiste, pues si bien es cierto que, como lo anunció el ejército bieloruso, que está modificando aviones de guerra SU-24 para llevar armas nucleares, la noción de “campo de batalla” es inexistente en el momento mismo que se arroje la primera bomba nuclear. Es una ironía muy sutil la de Putin, cargado por cierto cinismo.

El discurso de López Obrador tiene gran coherencia internacional, pues propone un comité con las personalidades del presidente de la India (que comparte con él mismo la mayor aceptación de un jefe de Estado por su pueblo), el Papa Francisco (que sería lo que queda como voz humanista de la cristiandad) y el secretario de la ONU (el burócrata mayor de lo que se ha logrado en esa convención compleja que es la ONU) en los cuales todas las partes en conflicto depositarían su confianza y, al hacerlo, demostrarían su buena fe. Cierto. No es desacertado calificar tal cosa como una ingenuidad, pero lo que sí vale es que con esta política exterior de alto alcance se afirma la política interior del Presidente mexicano… porque… ¿Cómo iba a proponer un jefe de Estado una mediación en una guerra que amenaza ser la mecha de la Tercera Guerra Mundial si es su país avala, tal presidente, el genocidio?

Esta propuesta no la podía hacer López Obrador sin lograr lo que se ha alcanzado con la Comisión de la Verdad para el caso Ayotzinapa, que representa en México lo que cubre el mundo como Guerra Civil Fragmentada, el concepto del filósofo de Franco Berardi que en otras apartes hemos explicado.

¿Se imaginan si saliera de la cárcel un sujeto (Luis Abarca Velázquez, el A1), que ordenó: “Me chingan a todos a discreción. Mátalos a todos. Iguala es mía?” ¿Un presidente que no moviera un dedo para aclarar un caso como el que representa María Herrera Magdaleno con dos hijos desaparecidos hace 14 años y otros dos que también desaparecieron en la búsqueda de sus hermanos?

México ha formado parte activa de estas zonas en conflictos armados y hace apenas cuatro años que estamos viendo una luz en este largo, negro, aciago, terrible túnel que ha sido el neoliberalismo…. que sufren no solamente en forma dramática los llamados países subdesarrollados o del tercer mundo, sino los del primero, como España, donde la beneficencia alimenta cada día a 1.6 millones de personas. 

Así podemos ver que los mexicanos transitamos por un momento nodal en nuestra historia contemporánea y en la historia mundial al borde del colapso. El desmantelamiento del neoliberalismo solamente se logrará en una continuidad de la Cuarta Transformación. Esto es claro para todos los que votamos y los que esperan ser votados; ahora, la pregunta crucial es ésta: Sheinbaum y Ebrard, que son los precandidatos y seguramente candidatos de la elección de Morena, ¿estarán a la altura de la Revolución de las Conciencias que ha llevado al poder a un hombre auténtico como desde Cárdenas no habíamos tenido? Si Gana Sheinbaum, ¿invitará públicamente a Ebrard para continuar llevando la política exterior de México? Si gana Ebrard, ¿invitará públicamente a Sheinbaum a ser secretaria de gobernación? Esto sería una gracia para los tiempos que nos esperan.

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