Las enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT) tales como diabetes, cáncer, padecimientos cardiovasculares, neurodegenerativos, artritis e insuficiencia renal crónica, entre otras, son enfermedades complejas y difíciles tanto para su diagnóstico, como para entender su fisiopatología; a menudo son difíciles de controlar, tienden a presentarse en personas con mayor edad y su frecuencia se ha elevado precisamente como consecuencia de una mayor expectativa de vida.
Las ECNT son en la actualidad las principales causas de morbilidad y mortalidad en México, y se trata de padecimientos que no sólo involucran al enfermo, sino que afectan a sus familias y su entorno social, comprometiendo la calidad de vida de los pacientes en forma notoria.
Estas enfermedades plantean en cierto sentido un nuevo mito en el que se establece que por encima de cualquier otra característica está el hecho de que no se pueden curar, lo que introduce una nueva perspectiva en la medicina, en la que se rompe la armonía y la efectividad.
En México, y nos atrevemos a decir a nivel global, uno de los rasgos más significativos es la falta de apego a las indicaciones terapéuticas y el monitoreo de las ECNT, hechos en los que participan tanto el médico como el paciente; buena parte de la historia natural de estos padecimientos se ha construido alrededor de tales circunstancias, y un aspecto fundamental tiene que ver con los modelos de atención: en el sistema de consulta que prevalece en la actualidad es notoria la falta de un plan de manejo integral de estos pacientes en el que se señalen objetivos o metas claras, y hay más bien una atención reactiva que se traduce, por ejemplo, en la toma repetida de la historia clínica por los distintos especialistas, manejo fragmentado del enfermo, multifarmacia, etcétera.
Revisemos alguno de los principales paradigmas en la atención de estas enfermedades:
Como es bien sabido, entre las distintas características que diferencian a las ECNT de otras patologías, está el hecho de que frecuentemente afectan a más de un órgano y por ello requieren de un abordaje interdisciplinario. Parte importante de la atención médica se centra en la lógica de la consulta por médicos especialistas, lo cual se antoja como la mejor estrategia; esto ha sucedido por más de veinte años, no obstante, la incidencia y prevalencia de estas enfermedades va en aumento.
Podemos reflexionar en torno a que las condiciones no están dadas para que este tipo de modelo de atención sea exitoso y tenemos que regresar a conceptos básicos que incluyen el tema de la información y la educación para prevenir estas enfermedades. Es necesario alejar la atención de la retórica y volverla digerible para la mayoría: el reto es hacerla accesible a la mayoría de los médicos y aquí me refiero a los no especialistas. Ello no se contrapone con el avance del conocimiento científico.
Es imprescindible la construcción de un modelo de atención integral que considere el saber de los afectados y sus incertidumbres, que se les ofrezca la posibilidad de tomar la palabra, conocer su verdad y no tratar de imponer su adhesión. Es evidente que muchas veces no es por falta de interés, sino que más bien falta captar su importancia a corto, mediano y largo plazo, lo difícilmente se logra fragmentando la atención del afectado por distintos especialistas.
En el centro de atención médica de los pacientes con ECNT está entonces la incorporación del médico general en su cuidado, sobre todo en su detección temprana y oportuna, y para ello son necesarias varias acciones, como: ofrecerle capacitación y educación médica continua de calidad sobre estos padecimientos, que va más allá de las guías clínicas de atención, que con frecuencia son complejas e inaccesibles en su cumplimiento, y fomentar su perspicacia e interés, facilitando su actividad y otorgándole reconocimiento tanto económico como científico.
La atención centrada en el paciente es una de las dimensiones de la calidad que nos permite diseñar su cuidado de acuerdo con sus necesidades; por ejemplo, en el manejo de un paciente con diabetes mellitus poder realizar en una sola visita todas las intervenciones, como pueden ser la del nutriólogo, el endocrinólogo, el odontólogo, el oftalmólogo y el activador físico, etcétera reduce los costos tanto para los pacientes como para la institución y favorece un mejor apego al tratamiento, así como el trabajo en equipo por parte de los profesionales de la salud, asegurando una atención que redunda en el beneficio de los pacientes, mejorando otras dimensiones de la calidad como la eficacia, la eficiencia y la oportunidad de los tratamientos. Sólo así se podrá transformar el modelo de atención integral de estos pacientes.
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