De acuerdo con El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo, en los últimos cinco años han aumentado en decenas de millones las personas que sufren subalimentación crónica. En 2020 la cifra podría aumentar en 130 millones.
Por: Laura Ilarraza | @lauraserey
En julio de 2020, la FAO publicó su informe, en el que da a conocer que actualmente se estima que alrededor de 690 millones de personas pasaban hambre en 2019, lo que significa un aumento de 10 millones de personas desde 2018 y de prácticamente 60 millones en cinco años.
Como el organismo lo indica, el hambre crónica en el mundo empezó a crecer lentamente en 2014 y sigue en aumento. ¿Las causas de la tragedia? La terrible desigualdad, los elevados niveles de pobreza y la injusticia social.
No obstante, el derecho a una alimentación adecuada es un Derecho Humano internacional al que se han comprometido muchos países. Un derecho negado para cientos de millones, pese a que, como dice la FAO, se han desarrollado e implementado reformas constitucionales, leyes nacionales, estrategias, políticas y programas que tienen como objetivo el cumplimiento del derecho a la alimentación para todos.
Con la llegada de la pandemia de COVID-19, se teme que las cifras para 2020 serán peores:
“Aunque es demasiado pronto para evaluar el pleno efecto de los confinamientos y otras medidas de contención, en el informe se estima que, como mínimo, otros 83 millones de personas, y quizá hasta 132 millones, pueden empezar a padecer hambre en 2020 como resultado de la recesión económica desencadenada por la COVID-19”, señala la FAO.
Lo anterior significa un recrudecimiento inaudito del hambre crónica en todo el mundo, y la FAO prevé que incluso dichas cifras podrían aumentar. Sin duda, se trata de un retroceso para las metas planteadas en la Agenda 2030:
“Cinco años después de que el mundo se comprometiera a poner fin al hambre, la inseguridad alimentaria y todas las formas de malnutrición, seguimos sin realizar progresos suficientes para alcanzar este objetivo en 2030”, lamenta el organismo.
Por continente, Asia es el que registra el mayor número de personas subalimentadas, con 381 millones; en segundo lugar se encuentra África, con 250 millones; y en tercero, América Latina y el Caribe, con 48 millones de personas en esta condición.
En África el 19.1% de la población está subalimentada actualmente y se prevé que para 2030, más de la mitad de las personas con hambre en el mundo pertenezcan a este continente.
“La prevalencia mundial de la subalimentación (es decir, la tasa general de personas hambrientas), del 8.9 %, ha variado poco, pero los números absolutos vienen aumentando desde 2014. Esto significa que, en los últimos cinco años, el hambre ha crecido al ritmo de la población mundial”, señala el informe.
Víctimas de la malnutrición
Al hambre se suman factores como la malnutrición a causa de los altos costos y la escasa asequibilidad de los alimentos, que impide que miles de millones de personas tengan acceso a una alimentación saludable o nutritiva.
“Superar el hambre y la malnutrición en todas sus formas va más allá de conseguir alimentos suficientes para sobrevivir: la alimentación de las personas —en especial la de los niños— debe también ser nutritiva”, apunta la FAO.
Sin embargo, el informe de la FAO comprueba que una dieta saludable tiene un costo mayor a los 1.90 dólares al día (40 pesos mexicanos), el umbral internacional de la pobreza. “La dieta saludable menos costosa es cinco veces mayor que el precio de llenar el estómago solo con almidón”, lamenta el organismo.
Además, señala que los alimentos más nutritivos son los grupos de alimentos más caros del mundo. Advierte que 3 mil millones de personas, poco menos de la mitad de la población total en el muundo, no puede permitirse una dieta saludable.
“En África subsahariana y Asia meridional, este es el caso del 57% de la población, aunque no se salva ninguna región, ni siquiera América del Norte y Europa. En parte como consecuencia de ello, la carrera para acabar con la malnutrición parece peligrar (…) 38 millones de niños menores de cinco años tenían sobrepeso. Entretanto, la obesidad en adultos se ha convertido en una pandemia mundial en sí misma”.
Las posibles soluciones
La FAO señala que la adopción de dietas saludables ayudaría a controlar el aumento del hambre. Calcula que con ese cambio se podrían reducir hasta en tres cuartas partes los costos sanitarios asociados a una alimentación poco saludable, la cual se calcula para 2030 en 1.3 billones de dólares.
El informe recomienda transformar los sistemas alimentarios para reducir el costo de los alimentos nutritivos y mejorar la asequibilidad de las dietas saludables.
Además, se exhorta a a los gobiernos a incorporar la nutrición en sus enfoques agrícolasm apoyar a los productores, poner la nutrición infantil al centro y reducir factores que aumentan los costos de los alimentos, tales como su desperdicio.
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El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo es el estudio mundial más fidedigno en torno al seguimiento de los progresos realizados hacia la erradicación del hambre y la malnutrición. Está elaborado conjuntamente por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS).