Por todos los brindis del mundo no hechos y, ¡anatema sea!
¿Qué hace usted en la torre, PitoPérez?
Vine a pescar recuerdos con el cebo del paisaje.
Por todos los brindis del mundo no hechos y, ¡anatema sea!
¿Cómo sería huir del mundo y, luego, empezar a vagar, alimentándose de recuerdos náufragos en alcohol? Lo lleva a cabo Jesús Pérez Gaona, quien, despojado hasta de su nombre y, con ello de su identidad, para convertirse en Hilo Lacre, crea su propia leyenda en La vida inútil de Pito Pérez, la novela de José Rubén Romero, parte de la tradición picaresca y, aún más allá, donde el protagonista es un antihéroe, un borracho vagabundo que sobrevive gracias a astutas estrategias para sortear las dificultades de sobrevivencia en un mundo de limitadas oportunidades. Un libre pensador de ánimo inquieto.
Yo soy amigo de la verdad, y si me embriago es nada más para sentirme con ánimos de decirla: ya sabe usted que los muchachos y los borrachos…
Agregue usted a esto que odio las castas privilegiadas.
El desencanto y el desamor llevan a Pito a convertirse en un trotamundos que es la consciencia incómoda de la sociedad y que entre las narraciones de sus aventuras intercala reveses a la falsa moral y las desigualdades. Se trata de una crítica a la Iglesia, la sociedad y sus costumbres, donde los hombres son víctimas.
¡Humanidad, te conozco; he sido una de tus víctimas!
Su vida, catalogada como inútil es una crítica sarcástica a la sociedad mexicana en constante degrado. Y otros cuestionamientos se presentan: ¿qué es una vida inútil?, y ¿qué es lo que la vuelve útil? Además, si la vida es propia, ¿para quién y ante quién tiene que ser útil?
No tengo fijo lugar donde morir y nacer, y ando siempre sin saber dónde tengo que parar. Calderón de la Barca.
De espíritu libre, el protagonista se autodefine un “pito inquieto” y esa libertad le permite, estimulado por el alcohol, deslindarse de la ambición económica por la sola inquietud, precisamente, de vivir lo que haya que vivir, sin miedo a la muerte; es más, teniéndola de su parte, cortejándola para que lograr algún día el anhelado sí.
En efecto, Pito Pérez, desencantado de la humanidad y del mundo, víctima de su propia familia, vive, de desplaza, viaja, pero a la vez le rinde culto a lo inerte, a lo muerto: conversa con su chaqueta, se roba un esqueleto, le cobra cada vez más afecto al alcohol, hasta la locura…. Juan Antonio Rosado.
El desencanto, la amargura, la tristeza y el desamor llevan a Pito a recorrer mundo e irse apartando cada vez más de la sociedad en la que no tiene cabida. Cada intento de adaptación, emprendiendo algunos de los oficios que la suerte le pone en juego, lo lleva a apartarse más de la sociedad.
El personaje se abre a la curiosidad del poeta y hace la crónica de sus desaventuras y desamores, pero la narración está sujeta a la emotividad de Pito, a su estar y no estar en disposición, lo que se relaciona con una polaridad emocional, por las diversas condiciones en que se ve involucrado el personaje y por su origen marginal.
Viviendo en la cuerda floja de la vida, Pito se sostiene con el apoyo equilibrista de la Muerte, a quien tiene como aliada. Si los vivos le dan dado la espalda, la Muerte es cómplice. Si las mujeres lo han traicionado, la Muerte le será fiel y lo acompañará hasta su último aliento.
¿Quién es la Caneca? — pregunté intrigado por saber a quién se referían.
¡El amor más fiel que he tenido en mi vida!
Y así, el amor frustrado, como otro de los detonadores que lo llevan a alejarse del mundo, encuentra consuelo a sus anhelos en el amor callado y paciente de “la Caneca”. En ella encuentra amor del bueno, a quien escuche sus penas con entera disposición y sin reproches. Todo ha perdido Pito y todos lo han abandonado, menos “la Caneca”, el amor perfecto que no lo burla, que no lo desprecia y le ofrece fidelidad, ahora sí que ¡hasta la muerte!
REFERENCIAS:
Rosa María Fajardo es escritora y periodista. Estudió Ciencias de la Comunicación en la UNAM. Obtuvo la equivalencia de grado por la Università degli Studi di Trieste en Italia y Máster en Escritura Creativa en la Università degli Studi Suor Orsola Benincasa de Nápoles. Cursa la Maestría en Literatura y Creación Literaria en la Casa Lamm. Fue catedrática en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM y correctora de estilo del suplemento sábado de unomásuno. Ha colaborado en medios mexicanos como los suplementos sábado y Acento X, de unomásuno y en la revista Generación, y en Italia en la revista literaria Lìnfera y el suplemento cultural INK del periódico universitario Inchiostro. Es coautora de la revista Los Sembradores de Historias y los libros de cuento Aún espero algo mejor e Impaciente Espera, publicados en Italia con el grupo literario Trattolibero. Actualmente es docente en el Tecnológico de Monterrey. Twitter: @RosaMFajardoG |
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