Escrito por 3:00 am Andrea Samaniego Sánchez, Cultura, En Portada, Justicia, Mundo, Política

Marchemos, hijos de la Patria

Conviene recordar un evento ocurrido hace más de doscientos años porque con él se inicia una de las historias más interesantes dentro de la Ciencia Política: la Toma de la prisión de la Bastilla en Francia lo que significó el inicio de la Revolución y con ella la transformación del régimen feudal monárquico dando paso a los regímenes democráticos modernos. El estallido dio paso a la liberación.

Escrito por:   Andrea Samaniego Sánchez

Este suceso como tal, sólo es una parte de toda una transformación histórica, política y cultural; Wolfgang Mommsen explica que esta revolución es el caldo de cultivo idóneo para el surgimiento de los distintos movimientos nacionalistas, imperialistas y militaristas tan característicos del siglo XIX y primera mitad del siglo XX.

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Sin embargo, cuando se inició la Revolución Francesa se requerían elementos que aglutinaran a la población, que permitieran identificarse con una causa, un proyecto. Ante esa situación se debe planear o tener un derrotero que permita impregnar estos valores a poblaciones enteras alejadas de las cúpulas políticas, económicas y militares. El recurso establecido fue que a partir de elementos simbólicos, tales como las banderas, himnos, literatura, gastronomía y religión se construyera un discurso de lo propio que legitimaba las acciones frente a todos aquellos que no compartían esos mismos códigos culturales. Frente a los otros, los extraños.

Estos valores permitieron la unificación que antes se daba gracias a las monarquías, dicho de otro modo, se tuvo que buscar un equivalente no monárquico, profano si se prefiere, que sustituyera el referente que significaba cada una de las casas reales, y que permitieron dar un asidero común frente a lo diverso.

La Marsellesa al igual que el Himno Nacional Mexicano son ejemplos de esta búsqueda por la cohesión, frente a los graves peligros que vivían los Estados, que hacían y hacen un llamado a su población para defender su patria, sus tierras y sus valores.

Si bien cuando se tomó La Bastilla se pensó en un proceso de liberación del viejo régimen, una de las consecuencias no deseadas fue la exclusión y xenofobia originada desde los discursos patrióticos.

En clave patriótica se edificaron los engranajes de la intolerancia mismos que permitieron y justificaron atrocidades contra comunidades y pueblos enteros que no compartían los valores mayoritarios.

Hoy que el mundo discurre entre nuevos y no tan nuevos grandes problemas debemos tener cuidado de evitar que un estallido y el júbilo propio de la liberación produzcan estos mismos efectos en poblaciones vulnerables, en marginados, en otros, en extraños. Deberemos ser siempre cuidadosos que este resurgimiento de los valores nacionales no se construya sobre la exclusión de comunidades que han pugnado durante estos dos siglos de lucha democrática por ser reconocidos.

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Frase clave: Revolución por la patria, hijos de la Patria

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