En el marco del 9º Encuentro Nacional de Educación Cívica, que en esta ocasión se desarrolló de manera virtual gracias a los esfuerzos del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana de Tabasco —¡gracias, consejera Claudia Jiménez López!—, participé en la mesa sobre “Ciudadanía intercultural”. Este foro estuvo a cargo de la consejera Mirza Mayela Ramírez, del IEPC Durango. Sintetizo aquí el sentido de mi ponencia “Las identidades locales y globales para la construcción de una ciudadanía intercultural”, con el propósito de ampliar la reflexión sobre la identidad y la cultura cívica.
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Primero hay que definir el concepto de “identidad”. El diccionario de la Real Academia de la Lengua proporciona cinco acepciones, pero para nuestros efectos nos servimos de dos: 1) el conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los caracterizan frente a los demás, y 2) la conciencia que una persona tiene de ser ella misma y distinta a las demás. La identidad nos permite construir comunidad, y al mismo tiempo nos diferencia de las otras agrupaciones sociales. El ser humano es profundamente gregario, pero también comunitario; eso nos ha proporcionado la fortaleza para expandirnos como plaga por todo el mundo, y prevalecer sobre el resto de los seres vivos.
Desde una visión antropológica, la identidad es la percepción individual y grupal de que se comparten elementos simbólicos y materiales con una comunidad social determinada. Estos elementos constituyen referentes culturales, que son códigos simbólicos y comunicativos: la lengua, el vestido, la comida, la religión, los usos, las costumbres, las celebraciones, la idiosincrasia, la artesanía, la música, la danza, la historia popular, etcétera.
Un claro ejemplo de identidad es la etnicidad: la conciencia cultural de formar parte de un pueblo con expresiones culturales propias. En México tenemos centenares de etnias nativas; muchas hablan variedades dialectales de las 64 lenguas originarias. Otras simplemente tienen conciencia de ser parte de una “otredad” que les hace particulares frente a la cultura hegemónica mestiza y de masas. Eso que nos da por llamar “mexicanidad”, que festinamos cada 15 y 16 de septiembre.
El artículo 2º de nuestra Constitución general define que “la Nación tiene una composición pluricultural sustentada originalmente en sus pueblos indígenas que son aquellos que descienden de poblaciones que habitaban en el territorio actual del país al iniciarse la colonización y que conservan sus propias instituciones sociales, económicas, culturales y políticas, o parte de ellas. La conciencia de su identidad indígena deberá ser criterio fundamental para determinar a quiénes se aplican las disposiciones sobre pueblos indígenas.” Esto vincula al Estado mexicano a respetar e incluso promover las identidades con raíz étnica, como una vía más para la construcción de la ciudadanía nacional.
Continuaremos en la siguiente colaboración…
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Antropólogo social. Profesor investigador de la Universidad de Guanajuato. luis@rionda.net – www.luis.rionda.net – rionda.blogspot.com
Frase clave: Identidad y cultura cívica
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