por Manuel Trejo
La documentación de sucesos violentos a partir de registros fotográficos durante la segunda mitad del siglo XX encuentra uno de sus mayores exponentes en la obra realizada por los Hermanos Mayo, cuya denominación identifica la obra de Francisco, Cándido, Julio Souza Fernández, Faustino y Pablo del Castillo Cubillo. El grupo de fotógrafos antes mencionados llegó al país como parte de los exiliados ibéricos que abandonaron la península a finales de los años treinta a causa de la caída de la República Española después de una cruenta guerra civil; cabe mencionar que durante estos acontecimientos la mirada de los Hermanos Mayo se hizo presente a través de su lente, mismo que documentó el panorama desolador de este enfrentamiento bélico.
La documentación de sucesos violentos a partir de registros fotográficos durante la segunda mitad del siglo XX encuentra uno de sus mayores exponentes en la obra realizada por los Hermanos Mayo, cuya denominación identifica la obra de Francisco, Cándido, Julio Souza Fernández, Faustino y Pablo del Castillo Cubillo. El grupo de fotógrafos antes mencionados llegó al país como parte de los exiliados ibéricos que abandonaron la península a finales de los años treinta a causa de la caída de la República Española después de una cruenta guerra civil; cabe mencionar que durante estos acontecimientos la mirada de los Hermanos Mayo se hizo presente a través de su lente, mismo que documentó el panorama desolador de este enfrentamiento bélico.
A partir de estas obras tempranas relacionadas con la documentación de la Guerra Civil Española, la obra de los Hermanos Mayo se puede entender como un ejercicio cifrado por dos dimensiones de representación. La primera de ellas nos sitúa en las condiciones de recepción de la imagen fotográfica, es decir, su obra intenta generar en el espectador una conciencia política, y la segunda está relacionada directamente con las condiciones de producción de la imagen a partir de la consolidación de una obra más personal que, independientemente de su contexto sociopolítico, pone de manifiesto las motivaciones estéticas de sus autores.
A su llegada a México, los Hermanos Mayo comenzaron a trabajar como fotógrafos de agencia para distintas publicaciones nacionales, entre sus colaboraciones destacaron sus imágenes relacionadas con conflictos sociales, mismas que se caracterizan por la representación de momentos que explícita o implícitamente están cifrados por la violencia.
Obrero herido
Esta imagen capta uno de los momentos de la manifestación obrera del 1° de mayo de 1952 en el Centro Histórico de la Ciudad de México. El protagonista de esta imagen es un hombre terriblemente lesionado con la vestimenta ensangrentada; su rostro irradia dolor, preocupación y desasosiego, el sujeto está rodeado por una multitud enardecida y es llevado casi a rastras por un par de hombres que lo sostienen, evitando un linchamiento. Esta fotografía resulta relevante, pues según Mario Rivera Ortiz, doctor en Ciencias Sociales por la UNAM y testigo presencial de los hechos acaecidos en la fecha y lugar antes mencionados, el personaje a quien llevan casi a rastras no es un obrero, sino un policía llamado Carlos Salazar Puebla, miembro del grupo paramilitar “Camisas Doradas”, a quienes se comisionó disolver la manifestación que atravesaba por la calle Ángela Peralta junto al Palacio de Bellas Artes.
Los manifestantes que integraban el contingente pertenecían a diversas organizaciones políticas, como el Partido Comunista Mexicano, el Partido Campesino Obrero Mexicano y trabajadores en general que se encontraban en esta marcha rumbo al Zócalo, y que fueron agredidos físicamente por granaderos y por los miembros de este grupo de choque denominado “Camisas Doradas”. Después del enfrentamiento los manifestantes capturan a uno de sus agresores, el policía Salazar Puebla, lo llevan hasta Palacio Nacional y, justo debajo del balcón presidencial, gritan al entonces Presidente, Miguel Alemán Valdés: “¡Aquí está tu asesino!”.
Obrero muerto y madre
Generada por los Hermanos Mayo en la fecha antes mencionada, muestra la otra cara del mismo suceso. Mientras que en la primera fotografía se percibe ira; furia; ansia de venganza y justicia; impulso; histeria colectiva y peligro; en esta otra el rostro de la violencia es diferente: nos deja ver la desesperanza, la tragedia, la impunidad o, en otras palabras, el desconsuelo ante la muerte. Cabe mencionar que esta imagen fotoperiodística está anclada a un discurso político y propagandístico a la vez; por una parte, es el testimonio de los hechos ocurridos durante la manifestación del primero de mayo de 1952 en la Ciudad de México, y a su vez, funciona como un ícono que se relaciona con la dimensión simbólica de las conmemoraciones del día internacional del trabajo, las cuales enarbolan la figura de los trabajadores y su compromiso político con las causas sociales. Bajo esta premisa, la imagen del obrero asesinado se vuelve una representación del héroe social abatido por la represión del sistema político dominante.
Las imágenes mencionadas anteriormente tienen un común denominador, son representaciones explícitas de la violencia.
Testimonios de una balacera
En contraposición a la forma de registro documental que se enfoca en capturar explícitamente lo ocurrido, esta fotografía, además de documentar un fenómeno marcado por la violencia, nos presenta una composición que involucra ciertos elementos de carácter implícito que permiten al espectador construir una idea más amplia del acontecimiento. Uno de los signos indiciales que conforman esta imagen y que aparece al centro de la composición está compuesto por dos elementos: una manta que aparentemente cubre el cuerpo de un personaje caído y un volante que indica la fecha del acontecimiento; a partir de estos signos, el espectador tiene los elementos necesarios para asumir que la escena se relaciona implícitamente a un hecho violento vinculado a la manifestación del primero de mayo.
Finalmente, la obra de los Hermanos Mayo es un testimonio imprescindible de la producción de imágenes fotoperiodísticas que dan cuenta de diversos momentos en el panorama cultural mexicano durante la segunda mitad del siglo XX y a su vez las fotografías mencionadas líneas arriba nos permiten reflexionar en torno a las múltiples aristas de un mismo fenómeno: la violencia.