Indígenas: el gran saldo de la inequidad

por Mario Luis Fuentes

Si hay un grupo de población que enfrenta la pobreza y la desigualdad, éste es el de los pueblos indígenas. De acuerdo con el CONEVAL, 95 de cada 100 personas que forma parte de los pueblos originarios son pobres o vulnerables; el 81% carece de servicios de seguridad social; el 73.1% de los mayores de 15 años en esas localidades vive en rezago educativo; mientras que el 60% carece de servicios elementales en su vivienda.


La definición de lo que significa ser una persona que forma parte de una cultura o pueblo indígena ha estado a discusión durante varias décadas; afortunadamente para nuestro país, se ha ido imponiendo el enfoque que considera la auto-adscripción como el criterio fundamental y definitorio de la determinación de quién o quiénes forman parte de los pueblos originarios.

El tema es relevante pues, debido a las inaceptables condiciones de discriminación, racismo y clasismo que prevalecen en el país, había familias en las que se decidía que a los hijos e hijas no se les enseñarían más las lenguas originarias, y que también debía rechazarse u ocultarse el origen étnico para evitar, en la medida de lo posible, los actos discriminatorios y de exclusión de que son y han sido objeto históricamente.

Desde esta perspectiva, en la que se considera la auto-adscripción, el Censo del año 2000 reportó una población cercana a 10.8 millones de personas indígenas; sin embargo, para el año 2010, con base en el mismo criterio, el número de indígenas en el país creció casi en 70%, pues el reporte del INEGI es de 18.1 millones, equivalente al 16% de la población total del país.

Considerar la auto-adscripción es de suma relevancia porque permite dimensionar la magnitud poblacional y el sub-registro en caso de considerar sólo a las personas hablantes de lenguas indígenas o que viven en hogares indígenas. Así, las personas que hablan una lengua originaria son 6.7 millones; quienes viven en hogares indígenas 11.4 millones; pero al considerar la idea de pertenencia e identidad, lo que se tiene es la ya mencionada cifra de 18.1 millones de personas que forman parte de los pueblos originarios.

¿En dónde viven?

De acuerdo con la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), existen en el país 64,172 localidades indígenas, las cuales se sub-clasifican de acuerdo con el criterio de concentración demográfica de la población que habla las lenguas originarias.

Así, con base en el censo del 2010, la CDI identifica a 34,263 localidades que tienen una proporción de personas hablantes de lenguas indígenas mayor o igual al 40%; es decir, localidades en donde 4 o más personas de cada 10, son hablantes de lenguas originarias.

En segundo lugar, hay 2,118 localidades en donde la densidad de población es de menos de 40% del total de la población, pero en donde hay más de 150 personas que hablan alguna de las lenguas originarias.

Finalmente se encuentran 27,791 localidades en donde hay menos del 40% de la población hablante de lenguas indígenas y en las que simultáneamente el número de personas que forman parte de los pueblos originarios no supera el número absoluto de 150 personas.

Marginación y rezagos

De acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social (CONEVAL), la población indígena habita fundamentalmente en localidades rurales (entendidas como aquellas en las que habitan menos de 2,500 personas); en efecto, de acuerdo con el Censo del 2010, en ese año el 61.1% de ese grupo poblacional habitaba en ese tipo de localidades.

Asimismo, en lo que respecta al ámbito educativo, las personas que forman parte de hogares indígenas presentan sólo un 25% de ellos ha cursado el nivel de educación secundaria o de bachillerato, en contraste con lo que ocurre entre la población en general, entre quienes cerca del 50% cuenta con estudios de educación básica completa.

Lo anterior está sin duda alguna asociado a los indicadores de rezago educativo que arroja el Censo del año 2010, y en el cual se reflejan las profundas desigualdades que existen entre quienes son hablantes de lenguas indígenas y entre quienes son hispanohablantes. 

En efecto, en el ámbito del analfabetismo, entre las personas hablantes de lenguas indígenas el porcentaje de mayores de 15 años que no saben leer ni escribir es de 5.37%; en contraste, para las personas hablantes de lenguas indígenas el analfabetismo asciende a 27.3%, es decir, prácticamente 5 veces más que entre la población en general.

Asimismo, el porcentaje de personas mayores de 15 años que en el 2010 no habían concluido la educación primaria, entre la población hispanohablante fue de 12.23%; en el extremo opuesto, el porcentaje de quienes hablan alguna lengua indígena y que n han logrado concluir la primaria después de los 15 años asciende a 21.82%, casi el doble de lo registrado para quinees hablan español.

El otro indicador de rezago educativo es el relativo al porcentaje de personas mayores de 15 años que no han terminado la secundaria; para la población hispanohablante el indicador, en el año 2010 fue de 21.4%; en contraste, para la población hablante de lenguas indígenas se ubicó en 23.8%.

Así las cosas, al considerar el rezago educativo total lo que se encuentra es que el 39.13% de quienes en el 2010 tenían más de 15 años y eran hispanohablantes, estaban en esa condición; si este dato es en sí mismo sumamente elevado y preocupante, lo es mucho peor para las poblaciones hablantes de lenguas indígenas pues entre ellos el indicador es de 73.13%.

Inmensa pobreza

De acuerdo con el Anexo estadístico de la medición multidimensional de la pobreza del CONEVAL, entre las personas hablantes de lenguas indígenas el porcentaje de quienes viven en algún grado de pobreza es de 72.3%; en contraste, para la población no hablante de lenguas indígenas la proporción es de 42.6%.

La profundidad de la pobreza en las localidades indígenas es también mucho mayor que entre la población hispanohablante: mientras que entre las y los indígenas el 41.7% es pobre moderado y el 30.6% vive en condiciones de pobreza extrema, entre la población no indígena los porcentajes son de 35% de pobres moderados y 7.6% de pobres extremos.

A estos datos debe agregarse el relativo al porcentaje de personas que no son pobres ni vulnerables. En efecto, para la población no indígena, el indicador en el año 2012 fue de 21.3%; en contraste, para quienes forman parte de los pueblos originarios el dato es de 5.3%; dicho de otra manera, entre la población hispanohablante, 21 de cada 100 no son pobres y simultáneamente no enfrentan una de las vulnerabilidades medidas por el CONEVAL; para quienes son hablantes de lenguas indígenas 95 de cada 100 son pobres o enfrentan alguna vulnerabilidad.

Hay otros ámbitos sumamente preocupantes. El CONEVAL documenta que los empleos en los que tienen la oportunidad de trabajar quienes son parte de las localidades indígenas son fundamentalmente del sector primario (agricultura) y secundario.

Así las cosas, dado que los niveles de precariedad laboral son mayores en esos ámbitos, el 81% de quienes viven en las localidades indígenas carecen de seguridad social; indicador que contrasta severamente con el 59.1% que se registra para la población no indígena.

Finalmente debe destacarse que entre las poblaciones indígenas el 59% de sus integrantes viven en viviendas en las cuales hay carencia de servicios básicos (agua potable, drenaje, alcantarillado, etc.); este indicador es 3.5 veces superior al registrado entre las poblaciones no indígenas, en donde el dato es de 17.1%.

*Columna publicada con el mismo nombre en el periódico Excélsior, 03- Noviembre- 2014, p.20

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